Emprendedor de Oberá
Por la pandemia empezó a vender pan casero y gana más que tarefeando
El semáforo de avenida Sarmiento, frente al monumento del Cincuentenario, da rojo y Gabriel Cabral (35) emprende el enésimo recorrido de la mañana ofreciendo pan casero entre los autos, el trabajo que se inventó en pandemia para alimentar a su familia.
Y le va muy bien y está contento, al punto que reconoció que gana más que en la tarefa, oficio que domina desde que era un niño.
“Gracias a Dios a la gente le gusta el pan que hace mi señora y con esto vamos tirando. Hasta el año pasado trabajaba con un contratista de yerba, pero con los compañeros le hicimos un reclamo, él se molestó y nos echó a todos. Entonces tuve que buscar algo para hacer y empezamos con el pan casero. Primero para probar, pero nos fue bien y seguimos”, precisó Cabral.
Su familia reside en el barrio Sapucay de Oberá y se completa con siete hijos, todos menores. Incluso, a partir del ejemplo de este emprendedor otras familias del barrio también empezaron a vender pan casero.
En diálogo con El Territorio, Cabral precisó que “mi señora hace 25 panes por día y vendemos todos, la mitad de mañana y el resto a la tarde. Ella hace y yo vendo a 130 pesos cada uno. De ahí descuento los gastos y nos queda para vivir. Con esto estoy ganando mejor que en la tarefa”.
Además de la calidad y la presentación del producto, Cabral se destaca por el respeto con que afronta su tarea cotidiana.
“Lo más lindo es cuando la gente te vuelve a comprar porque le gusta el pan. Muchos compran para ayudarte, pero prueban y les gusta. Aparte no es por nada, pero sale rico”, remarcó con una sonrisa y volvió a su faena.