Tributo

domingo 06 de junio de 2021 | 6:00hs.
Tributo
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Cuando la conoció era una enanita de cuatro años, apenas se la veía.

Eran tan menudos ella y sus hermanos que, cuando con su esposo iban a hacer trabajo social a ese humilde barrio de Posadas, debían tener mucho cuidado de no atropellarlos con el auto.

Siempre estaban en la calle, cualquiera fuera la hora: muy temprano en la mañana o muy tarde en la noche.

Su vestimenta difícilmente se correspondía con la temperatura ambiente.

Así, era común en los fríos días invernales verla descalza y en remera.

La cabecita llena de piojos. Continuamente lesiones en la piel, parásitos, producto de la mala calidad del agua que bebía y del desamparo en que se encontraba.

Hiperkinética era Rita. No paraba nunca.

Ella le daba actividades recreativas y casi sin mirar un juego, pedía otro y otro y otro.

Lo mismo sucedía con el apoyo escolar, nunca terminaba un ejercicio y se distraía con facilidad.

Puso a prueba su paciencia muchas veces, sin embargo jamás renunció a tratarla con dulzura y amor.

Es que Rita desconocía ese sentimiento.

Su padre los había abandonado hacía ya mucho tiempo.

A su madre, poco le importaban ella y sus hermanos.

Pasó el tiempo.

Hoy Rita tiene once años.

Es mucho más tranquila.

No tiene bichitos ni lesiones cutáneas.

Cuando hace frío está bien abrigada y calzada.

Volvió al colegio, luego de un año de haber abandonado sus estudios.

Escucha las consignas con atención, disfruta las tareas escolares.

Se entretiene con un jueguito por vez.

Hace unos días, en la tarde del doce de mayo, cuando ella llegaba al Centro Comunitario, Rita se le prendió muy fuerte de la cintura y le dijo simplemente una frase:

-Vos sos mi mamá.

En ese instante magnífico y eterno, la doctora lloró, mas no de tristeza sino de dicha inmensa y agradecimiento.

Comprendió aquellos versos entrañables:

“Eso de durar y transcurrir, no nos da derecho a presumir porque no es lo mismo que vivir honrar la vida”.

Fue su mejor despedida.

Este año cierra diez años de trabajo comunitario en Posadas.

Y se va como vino, callada y humildemente.

El que ama lo que hace y consigue transmitirlo no ha vivido en vano.

 

La autora es abogada, docente. Tiene publicado los libros Violencia Familiar, Canto a la Vida, Plaza de Almas y Oír el Río. Participó de varias antologías.

 

Marta Stella de Gasparini

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