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Parate emocional

Languidez pospandemia

Los mandatos escolares, laborales, sociales, generan un hartazgo que llama a la postergación en los adultos y la ansiedad en los niños. Paso a paso, vuelta a la rutina

domingo 16 de mayo de 2021 | 6:00hs.
Languidez pospandemia

Corremos detrás del reloj. Siempre en busca de más tiempo con condicionales ideales. ‘Si tuviera más tiempo para’... leer, ejercitar, estar con familia o amigos, para jugar con mis hijos... son algunas de las clásicas ansias. La pandemia nos frenó de golpe y nos obligó a rever nuestros planes e incluso anhelos, pero si bien pudimos reivindicar lo positivo de ese quedarnos en casa, el estrés y la ansiedad se mantuvieron. Como consecuencia, en vez de activar, procrastinar se volvió una constante común en este nuevo contexto donde las excusas se conjugan con una cierta vuelta a las rutinas, al ocio y a la presencialidad en aulas y oficinas.

Según los estudiosos, la procrastinación no tiene que ver con un mal manejo del tiempo sino de emociones, aunque siempre ayuda ordenar tareas, dividirlas, hacer listas. Una vez más, buscar espacios de ocio y  afectos, equilibrará la balanza de niños como adultos.

‘‘Lo ideal es hacer agendas, espacios del día en donde podamos dedicar un tiempo para ir a la escuela, para hacer las tareas y una hora consensuada para algo de ocio, salir a caminar, algún deporte o actividades recreativas’’, postuló Noelia Gavilán, psicóloga infantil.

La especialista marcó que los niños de entre 4 y 11 años que observa viven esta vuelta a clases ‘‘con cierta ansiedad porque están reencontrándose con sus vínculos, con sus compañeros, retornando de a poco a la normalidad que ellos conocían”.

En su cotidianeidad, destaca que ‘‘a nivel general, luego del gran parate, el retomar está teniendo otros costos en relación a la salud mental que se siente en varias edades’’. Tanto padres como niños debieron reacomodarse a esta alternancia de presencialidad y virtualidad, que según la psicóloga también profundizó la ansiedad por el rendimiento académico y por acaparar eficientemente muchos frentes.

‘‘Me toca acompañar a los padres y veo una cuestión de cansancio, de agotamiento, de un estrés por tener que cumplir exigencias de todos lados’’, contó Gavilán al explicar que, muchas veces, a nivel académico se busca recuperar lo que se detuvo el año pasado.

‘‘Hay estrés por tener que cumplir con las cuestiones académicas y en la dinámica familiar genera un cierto acomodamiento permanente: porque los papás están volviendo también a lo presencial y eso significa que deban acostumbrarse a retornar al trabajo y dividirse el cuidado de los niños, las tareas de la casa y todo requiere de mayores exigencias’’, agregó al tiempo que recordó la utilidad de ordenar las labores.

En la misma línea, como consecuencia directa del aislamiento que reinó en el 2020, Gavilán detalló que es normal hoy que muchos chicos sufran más el desapego de sus tutores a la hora de tener que volver a la escuela. A pesar de que se considera positivo el fortalecimiento de los vínculos familiares en medio de la pandemia, hay casos de niños, especialmente en los rangos etarios del Nivel Inicial y primer grado, que tienen dificultades para poder despegarse de la mamá, el papá o los abuelos.

Esa misma franja de edad es la que sufre la falta de estimulación temprana que se generaba en las salas presenciales. Existen algunos ‘baches’ pedagógicos, que ya el año pasado se preveían como posibles y con los que hoy toca lidiar.

Nociones espaciales básicas de cómo se ubica el chico en la hoja, motricidad fina, diferenciar números de letras, formas, colores, son algunas problemáticas que se refuerzan en el aula y que se estimulan en casa progresivamente. ‘‘Este vacío  que se produjo en estos niños más pequeños, suele tener repercusiones a nivel cognitivo, que está costando más arrancar esta forma presencial de lo que antes de la pandemia hubiera costado y también a nivel vincular, con el apego’’, resumió Gavilán.

No dejes para mañana....

Diversos estudios científicos marcan que a mayor ansiedad y estrés, más aplazamiento, menos ganas de hacer cosas.

“Tiene que ver con el estado de ánimo. Se estuvo detectando en el último tiempo que hay personas que experimentan este tipo de estado de languidez, ese no deseo de hacer las cosas, poca energía, debilidad. No retoman, no siguen...’’, explicó la psicóloga Cintia Felis en coincidencia con el panorama que se vive en las puertas de las escuelas. En diálogo con Richar Vera por Radioactiva, la especialista consideró que esta especie de estancamiento, es típico de la actualidad pandémica, de la dificultad de volver a ciertas labores.

‘‘Es una extrema falta de energía para hacer, un desgano para volver a nuestra rutina como consecuencia del encierro’’, deslizó la profesional mientras destacó que como síntoma leve, aislado o que no se prolongue en el tiempo, no reviste de grandes preocupaciones, pero en conjunto con otros podría estar asociado a la depresión.

Para cerrar reflexionó que tras “este experimento social más grande” que fue la pandemia, hay ‘‘muchos síntomas en común que tienen que ver con el estado de ánimo’’.

Por eso, estar alerta y ser conscientes de cuándo dejamos ser y cuándo nos dejamos estar, es clave. Impulsar en familia, actividades que nos traigan bienestar y pongan el foco en el presente, en lo bueno, bajarán la carga de exigencia colectiva y encauzarán las emociones de manera positiva.

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