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Reponerse del dolor y volver a la competencia

Tras 23 años, Rafael Larraburu volverá mañana a correr un triatlón luego de haber bajado 40 kilos en pandemia. “Estamos de vuelta”, tiró

viernes 14 de mayo de 2021 | 8:38hs.
Reponerse del dolor y volver a la competencia
Foto: Marcelo Rodríguez.
Foto: Marcelo Rodríguez.

Hablar con Rafael Larraburu es recorrer en primera persona parte historia misma del deporte misionero. A sus 58 años, el profesor de educación física y formador de deportistas de las ‘altas ligas’ en distintas disciplinas, sigue enseñando con el ejemplo.

Mañana, con 40 kilos menos bajados en la pandemia después de hacer un ‘click’, Rafa estará desde la partida en el triatlón sprint de Azara, luego de 23 años, y esto no es un dato menor. Es un desafìo grande que saca a relucir emociones que estaban ahí, latiendo, y seguramente no será la coronación de una nueva etapa sino la bandera verde para nuevas metas.

 De palabras rápidas y sonrisa fácil, la charla con Rafa va recorriendo momentos con carcajadas y también emociones profundas para un hombre resiliente que, tras el fallecimiento de su hija Shaiel Milagros, de tres años por leucemia en el 2006, tocó fondo, su cuerpo resintió la tristeza, pero sabio como lo es, tenía a mano una medicina alternativa para alivianar ese dolor: el deporte. Ahora, todos los días se pone de pie para entrenar, su evolución está a la vista y su familia también se lo agradece.

 “Fue muy duro, pero tenía otra hija -Sheila- y después nació Jeriel en el 2007; y ahora me encaminé. Había engordado mucho, el cuerpo me pasó factura, me debilité, pero estamos de vuelta”, señala con contundencia.

 “Me dejé estar físicamente después del casamiento y cuando falleció mi hija. El año pasado con la pandemia llegué a pesar 130 kilos, y como soy una persona muy inquieta que ando de aquí para allá dije ‘qué hago con eso’ y como no se podía salir ni al portón por las restricciones, empecé a hacer un circuito caminando en casa”, compartió el profe. Y ese fue el inicio de la conocida frase ‘una cosa llevó a la otra’ y sumó a sus entrenamientos a la natación y el ciclismo; ese combo de a poco encendió esa llamita de revivir esa adrenalina de ser un triatleta, como lo fue en los años 80 y 90.

 Pasaban las semanas y Rafa todos los días a diario caminaba entre 5 y 7 kilómetros, unas 80 vueltas en el patio de su casa; y de esos 130 kilos, pasó a 117 y ahora, también apoyado en una dieta equilibrada, ostenta 89 ligeros kilos; que son producto de correr, sumar brazadas en la pileta del Capri -desde la habilitación de la actividad en junio- tres veces por semana. Pero hay más, nada entre 8 y 12 kilómetros semanales de aguas abiertas, acompañado por un grupo de atletas denominado Travesías Acuáticas, que en diciembre era un puñadito de 3 personas y hoy son más de 25 valientes, que incluso en estos días de frío, se animan a nadar en el Paraná. “Me gusta mucho estar en el río, me siento en mi mundo”, señala.

 Crecer entre lagunas y abuelos

Nacido en Apóstoles, Rafa llegó a Posadas en el 82 para ingresar al profesorado en educación física alentado por su primo Oscar Martínez con quien vivió en sus años de alumno. Pero su elección de ser profe, no fue al azar. Desde pequeño se crió en la chacra de sus abuelos, ubicada entre Azara y la Capital de la Yarba Mate, que rodeada de lagunas y tajamares servían de refugio para nadar.

 “Siempre me gustó el tema del agua y de la natación. Prácticamente me crié en el campo de mis abuelos y no veía la hora de que se un viernes de salir de la escuela e irme al campo; a los arroyos y tajamares y nadamos ¡a los cachetazos! con la cabeza arriba como los yacarés”, recordó a pura risa.

 Desde su llegada, una figura marcó su camino en el profesorado en el Montoya -como a muchísimos profes de la provincia- y no fue otro que el gran Eugenio “León” Seró.

 “Apenas puse un pie me agarra León Seró y me forma, y de alguna manera siento que hasta sigo sus pasos. Fue mi referente e incluso ya cuando terminé el primer año de educación física, la técnica de natación la aprendo gracias a él”, rememoró.

 Y ese fue un vínculo que se extendió hasta la partida de Seró en el 2010 en la Tragedia del Paraná y Rafa lo recordó con una pícara anécdota.

 “Me largo en una primera prueba de aguas abiertas que era Laguna-Pirá Pytá y nunca me voy a olvidar de esa vez porque me había comprado un reloj en la Placita y en aquel momento tener un reloj con un cronómetro era tener alta tecnología, era top eso”, recordó tentado de risas.

 Y prosiguió: “Largamos en la laguna con Seró y era un enjambre de gente y la primera patada que me pegan entre el tumulto ¡me la dan en mi antebrazo! y chau mi reloj; seguí nadando, pero llegué triste, ese fue mi bautismo. Pero lo gracioso es que la patada me la había dado el mismo León, con el tiempo se lo comenté y nos reímos”.

 Rafa se recibió en el 87 siendo protagonista de maratones y ciclismo, pero ya con el título bajo el brazo, se dio una nueva era: la de enseñar, acompañar y ser hasta esa especie de padre para sus alumnos en los colegios y sus atletas en los clubes.

 Siempre apuntó a lo popular, a la captación de deportistas desde incluso en la calle, con su ojo clínico. Hace poco Silvina Petit, su última perla en levantamiento olímpico -otra de las disciplinas que desempeña como entrenador- relató que el profe la vio sentada en la vereda tomando tereré con sus amigos y le dijo si se querían acercar al gimnasio y probar el deporte. Hoy Silvina, a sus 15, dos años después de esa invitación, hace podios en los nacionales. Ese es Rafa.

 Aunque la peque es de las últimas elegidas, el profe fue propulsor de ‘locuras’, como las llama, en varias disciplinas y formador de atletas que dejaron su huella en la construcción de la historia misionera del deporte.

 Por ejemplo, con palistas del canotaje, hizo travesías desde Puerto Iguazú a Posadas, que duraron siete días. “Una gran parte de mi vida la entregué también enseñando canotaje en el Pirá Pytá. Una vez, con siete chicos, hicimos un raid náutico entre Iguazú y Posadas y fue una locura porque fue en julio, tuvimos siete días de terror -risas- llegamos cuatro nomás, pero llegamos…”.

 Este fue el inicio porque lejos de apichonarse, ya recibido haría el mismo recorrido con alumnos de la secundaria del Epet Nº1 -la Industrial- entre otros colegios en los que enseñaba educación física. “En vez de las clases tradicionales, con el profe Marcelo Benítez, les dábamos clases de canotaje. Fueron 164 los chicos que iban a remar por grupo. Hacíamos campamentos, íbamos a la Isla del Medio y hacíamos encuentros de canotaje y eso me entusiasmó mucho”.

 Pero inquieto, también tuvo su cuota de adrenalina en el triatlón, también acarreado por el torbellino llamado León Seró quién fue propulsor de muchas disciplinas y consecuentes competencias. 

 “En el 84 largamos con los triatlones de la mano de Seró. Ese año fue la primera prueba y después con un grupo de profes de educación física, organizamos la primera comisión de triatlón y empezamos a llegar los torneos y me sumaba también a correr”, recordó quien fue parte del desarrollo de un ‘boom’ de triatletas de excelente nivel con nombres de calibre.

 Ya iniciada la década del 90 pasó a entrenar nadadores de aguas abiertas y con acierto, ya que los hermanos Cristian y Soledad Colella, junto a nadadores obereños, fueron partícipes de una década de oro en el Paraná e incluso Cristian llegó a ganar su categoría en la cuna del aguas abiertas, Santa Fe Coronda, entre tantas cosechas, ya que en la prvincia también hacía de las suyas. “Ahora lo estoy también tentando para traerlo a la pileta a Cristian después de tantos años y de a poco está volviendo”, dice Rafa.

 Párrafo aparte a la formación de la mejor triatleta que tuvo la provincia, Paulina Abregó, que llegó a sermcampeona argentina y estar en los Juegos Panamericanos de Río 2007 y también otra destacada del ‘tria’ como Luciana Aguero. Ya en los últimos años pasó a las pesas, primero con powerlifting y banco plano, fue organizador del Mundial en el 2014 en Puerto Iguazú, cita a la que llegaron atletas de 16 países y su reciente pasión es el levantamiento olímpico, donde dicta clases gratis para los chicos de 8 a 16 años.

 Pero ahora decidió también darse prioridad, volvió a acondicionar ese cuerpo que tiene pista y no sólo a estar delante o detrás de escena apoyando a un atleta, sino a ser protagonista y mañana en la partida del triatlón que se hará en Azara. “Es una hermoso desafìo después de 23 años volver a  correr un triatlón. Vamos a ver qué sale”, selló pícaro Rafa, el profe que enseña con el ejemplo.

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