Protagonistas de la generación intermedia

martes 11 de mayo de 2021 | 6:05hs.

En 1970, Roberto Frangella, Félix Casiraghi y Ricardo Cassina eran jóvenes arquitectos, nacidos a principios del cuarenta, que se habían formado en los años dorados de la universidad pública.

La Universidad de Buenos Aires, entre 1955 y 1966 fue una usina de ideas única de la que se nutrió la vanguardia argentina, dando lugar al nacimiento de la llamada Generación Intermedia de arquitectos, ellos formarían parte de la Intelligentsia argentina de los años sesenta, donde la UBA y el Instituto Di Tella tenían en sus pasillos a grandes creativos como los integrantes de Les Luthiers o a la talentosa artista Marta Minujín.

Roberto se había criado en Belgrano, gran dibujante y con talento para convertirse en un gran artista plástico; Félix, con un perfil más académico, escribía artículos sobre crítica y reflexión de arquitectura y había conocido a maestro finlandés Alvar Aalto a quien había entrevistado personalmente y Ricardo fue el último en unirse a lo que sería la firma CCF, las iniciales de sus apellidos. Los tres tenían sus empleos en relación de dependencia y por las tardes trabajaban juntos en su propio estudio.

El sistema Concursos es el método más democrático en el que los nuevos profesionales pueden acceder a obras que les permitan crecer. Un comitente encarga el proyecto, frecuentemente lo organizan entidades provinciales de arquitectura, y cada estudio presenta su propuesta con sus nombres en un sobre cerrado. Así el jurado de notables premia a la mejor solución sin saber quiénes son los autores. Esta forma de hacer las cosas no sólo es más transparente, y permite igualdad de oportunidades para todos, sino que ha sido un motivo de orgullo para nuestro país, como lo refleja el libro de Rolando Schere, donde compila todos los concursos que se realizaron en Argentina entre 1825 y 2006.

En 1972, CCF ganó el primer premio para el nuevo hospital de La Matanza, una obra de 23.500 metros cuadrados, que les demandaría un volumen de trabajo tan grande que el mismo día que firmaron el contrato dejaron sus empleos y se lanzaron de lleno a ser sus propios jefes.

En sus primeros años, en la década del setenta, la producción del estudio estuvo enmarcada por el racionalismo de los modernos que habían conocido en la Facultad de Arquitectura. Como puede verse en el colegio Lenguas Vivas proyectado en 1972 en el parque Las Heras de Palermo, Buenos Aires. Pero esto iría transformándose en poco tiempo, influenciados por las tendencias tanto locales como extranjeras.

A nivel internacional, estuvieron marcados -por un lado- por el estudio londinense Archigram, un colectivo de arquitectos disruptivos, discípulos de genial Richard Buckminster Fuller, un inventor, diseñador y arquitecto estadounidense, y -por el otro- por el grupo de urbanistas europeos TEAM X que cambiaron la manera de pensar las ciudades, y supieron divulgar sus ideas con escritos y manifiestos a toda la comunidad intelectual.

Incluso a nivel local, en poco tiempo pudo reconocerse la presencia del maestro argentino Clorindo Testa en los tableros de dibujo de estos arquitectos.

En el contexto de un estudio que se parecía más a un aula taller que a una oficina (ver foto), estos arquitectos diseñaban edificios donde los espacios fluyen entre geometrías asimétricas, como es el caso de la obra del banco Central de Paraguay y su Centro Cultural, de 1978 y el proyecto para el Teatro provincial de Salta de 1981. Ambas obras de una arquitectura elevada, que responden a su profunda cosmovisión comprometida con la realidad de la sociedad en la que se desenvolvían.

Los concursos son una forma incuestionable que le permite el crecimiento a los nuevos arquitectos, tal como le sucedió a Ricardo, Félix y Roberto. No es menor el hecho de que, en este caso, fueran vinculantes, esto quiere decir que no sólo se le encarga al ganador los planos ejecutivos, sino también supervisar y dirigir la obra. No necesariamente sucede así y sería muy conveniente que siempre fueran vinculantes.

En la actualidad, el texto de Cassina -publicado 2020- explicando sus ideas sobre cómo hacer ciudad en un mundo de rascacielos, nos recuerda su vasta experiencia realizando los admirables proyectos para las Torre de Aerolíneas Argentinas o la de SEGBA. Frangella, hoy es un arquitecto premiado y finalmente, también un reconocido artista plástico. Casiraghi, que nunca dejó de construir, dio cátedra de Arquitectura en la UBA hasta hace muy poco.

La conciencia social y la solidaridad estuvieron presentes a lo largo de la trayectoria de este estudio y esa honestidad intelectual es -sin dudas- lo que ha caracterizado a los integrantes de CCF a lo largo de sus vidas.

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