Peleas campantes en el elenco de ‘Brigada A’

La clásica serie de los 80 tiene una historia oculta de roces y discusiones entre sus protagonistas. Todo salió a la luz a raíz de una entrevista que brindó Dwight Schultz, uno de los protagonistas del elenco
miércoles 05 de mayo de 2021 | 4:00hs.
Peleas campantes en el elenco de ‘Brigada A’
Peleas campantes en el elenco de ‘Brigada A’

“Hace diez años un tribunal militar condenó a prisión a unos comandos por un crimen que no cometieron. Esos hombres escaparon del presidio y se instalaron clandestinamente en Los Ángeles. Hoy, aunque el gobierno los busca, si alguien tiene un problema, necesita de ayuda y puede localizarlos también pueda contratar a...Los Magníficos”. Esas líneas decía el locutor que daba pie a la intro de la serie Brigada A, una de las ficciones que generaron un furor pocas veces visto en la década del 80.

Lejos de ser un grupo compacto como el que se mostraba en la pantalla, los actores que la protagonizaron vivieron una de las disputas más feroces de las que se tienen registro en la televisión. Y hace pocos días, mediante una entrevista con Dwight Schultz, se conocieron algunos detalles y conlfictos internos.

Brigada A tuvo cinco temporadas que se extendieron desde 1983 a 1987. Creada por Stephen J. Cannell y Frank Lupo, la ficción pretendía ser un show de acción, con las consecuencias de la Guerra de Vietnam de fondo, pero sin entrar en los escabrosos detalles que muchas películas e historias de la época registraban, como Rambo, de 1982, o El francotirador, de 1978. Los cuatro protagonistas encarnaban a ex soldados que se dedicaban a llevar adelante planes de escape, distracciones o estafas por una paga abultada: mercenarios del engaño. Siempre había tiros, pero nunca muertes, un rasgo que era un imán para los más chicos.

La química que mostraban en la pantalla los cuatro protagonistas era muy clara. George Peppard, Mr. T, Dirk Benedict y Dwight Schultz construían una orquesta perfecta que se nutría de las características propias de cada uno de los personajes que encarnaban: John “Hannibal” Smith, el cráneo de todos los planes que se concretaban; Mario Baracus, la fuerza de choque que repartía piñas, patadas y sabía de mecánica; Templeton “Faceman” Peck, que en la versión doblada que llegó a la Argentina se conoce como Faz, el estafador que caía bien en todos lados y Murdock, el loco experto en pilotear aviones. La historia entre bambalinas era muy diferente.

George Peppard era una de las mayores estrellas del reparto. Un actor que se había consagrado en Desayuno en Tiffany’s, hacía décadas. Por eso, no era de extrañar que todo el tiempo se lo recordara a sus pares. Así lo remarcó, en una charla que tuvo con fanáticos en 2004, Dwight Schultz. “George fue un profesional extraordinario. El primer día en el que entré al set de Brigada A, entré al salón de maquillaje y me dio la mano. ‘Soy George Peppard y no soy un hombre muy agradable’”, me dijo”, comentó.

Schultz sostuvo que eso ayudó a entenderlo, aunque no fue para nada fácil la convivencia. “Era muy competitivo y una estrella de cine. A veces, las estrellas de cine creen que todos viven como ellos”, aseguró. También trajo a la memoria otra característica de Peppard: su fijación por ver quién decía más o mejores líneas en el guión. “Si no le gustaba una parte del guión, lo marcaba bien temprano y tiraba: “Esto es lo único que voy a decir”. Y obviamente tus líneas dependían íntegramente de lo que él decidía en esa página”, repasó.

La gran celosía que había entre ellos quedó en evidencia cuando el show llegó al puesto número 1 de audiencia. “Mr. T fue el gran atractivo cuando se estrenó la serie. Y a George no le gustó nada porque él era la estrella”, sostuvo Schultz.

A las pocas semanas, con el éxito asegurado, el intérprete tomó una decisión: iba a dejar el set, a las cinco de la tarde, más temprano que sus compañeros, ya que los rodajes duraban al menos 14 horas. “Si George se va a las cinco, yo me voy a las cinco”, dijo Mr. T, según rememoró Schultz.

Mr. T no es de dar muchas entrevistas. Incluso, cuando lo hace, tampoco es de meterse demasiado en los conflictos que ocasionaba su personalidad en el set.

En un reportaje con la radio británica Absolut Radio, en 2009, el hombre que encarnó a Baracus confirmó la disputa que tenía con Peppard. “Tuvimos algunos conflictos, sobre todo por quién hablaba más o menos, cosas por el estilo”, precisó.

La figura del Baracus que componía Mr T crecía sin parar, al ritmo de la serie. Primero logró llamar la atención de los que lo veían en la tele: abultadas cadenas de oro y un peinado mohawk inspirado en una foto que vio en la revista National Geographic de un guerrero africano. Pero también, generó empatía por cómo era su personaje. “Teníamos un personaje fuerte, que rompía cosas. ¡Boom, boom boom! Pero el miedo a volar, lo convertía en más humano, más vulnerable”, recordó el forzudo.

En una entrevista con el periodista Terry Wogan, en la BBC, Peppard repasó una de las situaciones que, según él, provocaron la enemistad de ambos. Fue cuando Mr. T pidió que echaran a varios miembros del personal técnico y él intervino, de acuerdo a su relato.

“Stephen Cannell, el propietario y cocreador de la serie, estaba preparado para reemplazar a la gente. Estábamos todos en un barco en México y cuando volvimos me enteré. Fui a la oficina de Cannell y le dije que si tenía una lista de seis, que pusiera mi nombre como el séptimo. Eligió no hacer eso”, aseguró el actor en 1987. También confirmó que estuvieron 16 semanas sin hablarse.

La tensión llegó a tal punto que los realizadores hicieron de todo para bajar los decibles del conflicto porque no querían terminar el programa antes de tiempo. Por eso, trataron de que Hulk Hogan, que era muy cercano a Peppard y Mr. T al mismo tiempo, sea un miembro más del elenco. Ni siquiera el desembarco de Robert Vaughn, en el último tiempo, logró apaciguar la cuestión. El desgaste de la historia y el roce entre los actores provocó que en 1987 se terminara el ciclo que, todavía hoy, algunos canales de cable siguen repitiendo. Los fanáticos nunca dejaron de serlo: siguen ahí. 

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