Tiempo de pandemia

domingo 02 de mayo de 2021 | 6:00hs.
Tiempo de pandemia
Tiempo de pandemia

Bajar los escalones casi corriendo, como si fuera la última vez, al igual que otras personas que lo cruzaban agitadas, le acercó un poco de vértigo.

Seguir, seguir, cruzar el molinete lector y llegar. Descansar un minuto, continuar la carrera. Dio lugar a alguien, para que no lo tumbara. Apenas pudo ingresar al subte en ese marzo 2020 todavía tan caluroso de la ciudad de la furia.

Sintió el alivio del aire fresco de los equipos; pero ante tanta aglomeración, no daban abasto. Vio rostros con transpiración y ese olor característico. Quiso escapar, siguió caminando tres vagones, lo esperaban 120 minutos de viaje.

Ahí  advirtió , desde  cierta distancia, que un hombre  hizo el gesto de bajar en la próxima parada. Sí, se levantó, cruzó al pasillo y dejó un lugar justo del lado de la ventanilla. Revisó a su alrededor si no había ancianos o mujeres embarazadas. No. Pidió permiso, todo su peso y cansancio cayeron sobre el asiento; indagó su mochila de ejecutivo, impecable, reparó en sus iniciales plateadas y discretas en tamaño, L.A.S, la aseguró entre su costado y la pared del transporte, cosa que no se la robaran.

Desde su mirada, pasaban los kilómetros velozmente, hasta las paradas o estaciones. Todo el movimiento de tantos años, igual, igual, similar, similar. La rutina, la rutina.  Afuera, la oscuridad o las luces quedaban hasta desaparecer. Adentro, el tren iba desagotándose un poco.

Sintió ansiedad. Se puso los auriculares para escuchar música de su agrado. Miró detenidamente hacia el frente y laterales, varias personas dormitaban. Pensó en el libro sobre casos judiciales que estaba leyendo, también… en las noticias inquietantes sobre un virus que avanzaba en China y un distanciamiento evitado.  La pereza de abrir y desacomodar, lo hizo desistir, total… ya pasaron treinta minutos. Comenzó a bostezar. Alguien se rió sin descaro. Otro lo imitó. Por suerte, ningún acompañante a su lado, especialmente uno de aquellos que buscan conversación y la inician con el estado del tiempo.

Observó a una bella mujer, ella lo miró sensualmente; aunque no logró ninguna sensación en su interior.

Bajó la vista y cerró los ojos, mientras suspiró porque recién comenzó a relajarse del trajín, de todas las conversaciones, firmas, llamadas telefónicas, hasta una ida a Tribunales.

Para entonces, el clima le resultaba normal, tranquilo; el calor ya no era el mismo que al subir.

El acompasado movimiento del tren era como una canción de cuna para adultos que no paraba de sonar, mientras cruzaba espacios tenues, de soles y lunas, sin poder precisarse la extensión del transcurso temporal.

Cuando abrió los ojos, se sorprendió al ver hombres y mujeres con barbijos, un poco alejados entre sí. Qué raro, pensó, como en Oriente; aunque nadie con rasgos de aquel sitio.

Algo le molestó para respirar con soltura. Se tocó la nariz y descubrió que él también tenía barbijo.

¿Cuándo se lo puso?.

Escuchó un anuncio y recomendaciones.

Ya estaba en la estación de la ciudad donde vivía desde la infancia y ahora con su esposa e hijos.

Se reconoció en la vereda que daba a la avenida principal. Todo estaba desierto, como si fuera de madrugada.

Aceleró sus pasos.

Ingresó al edificio. Leyó un cartel: Protocolo…

Antes que diera el completo giro con la llave, la puerta se abrió.

Ella, su compañera, parada allí pálida y angustiada, se tiró al instante sobre él, sin reparos, casi gritando:

¡Qué pasó querido, dónde estuviste, por Dios!  Hace dos meses te buscamos desesperadamente por lugares y registros que derivan de esta pandemia, donde están internados o ingresan pacientes con Coronavirus …

Del libro Desenlaces, Ediciones Misioneras , Posadas, año 2020.  Yonamine, nació y reside en Posadas; es docente e investigadora en los niveles terciario y universitario.

Mabel Yonamine

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