“El Covid-19 está latente, casi como un invitado más de la casa”

domingo 25 de abril de 2021 | 6:04hs.

La ocupación de camas en la ciudad de Buenos Aires en el sistema privado alcanzaba ayer el 100% en varios sanatorios privado y en el sistema público promedia el 80%. Incluso hay cirugías o tratamientos que no son de emergencia que fueron suspendidos. El mismo panorama se ve en la provincia de Buenos Aires. Como contrapartida, en Misiones los servicios de atención médica se prestan con normalidad.

Una de las que vio de cerca esa realidad es Daniela Degiorgi (40). Es posadeña, pero desde los 18 años, cuando se fue a estudiar, vive en Buenos Aires. Hoy formó una familia y junto a su esposo e hijos viven en Pilar, aunque hasta hace un año vivían en Congreso, pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires, de donde se fueron buscando mayor tranquilidad.

En diálogo con El Territorio, Daniela habló de sus mayores temores, las situaciones más difíciles que les tocó vivir y cómo afrontan la segunda ola en la que -a pesar de haber más recursos- la incertidumbre sigue reinando.

“Desde que esto empezó fuimos cambiando las sensaciones, primero nos parecía increíble, después entendimos que estaba muy cerca y nos los tomamos muy en serio y me parece que en esta segunda ola pasan muchas cosas en simultáneo que van complejizando el escenario”, comenzó expresando.

“Viendo las estadísticas y que la mayor cantidad de enfermos con asistencia respiratoria son los que tienen menos de 50 años, uno empieza a sentir que el Covid-19 está pisandote los talones, y la sensación permanente de no saber si vas a contagiarte o no, y si llegado el caso vas a tener un lugar donde te atiendan adecuadamente, es un fantasma con el que vivimos todos los días”, dijo en relación a la falta de camas en todo el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba).

En este sentido, recordó una circunstancia que le tocó vivenciar desde muy cerca, cuando la mamá de una amiga enfermó de coronavirus. “Fue horrible, uno no sabe a quién llamar cuando al cuarto hospital al que vas te dicen ‘no hay cama’, o te envían a un hospital lejos y no tenes cómo viajar porque no sos esencial”.

Desde este punto de vista lamentó que “todo eso suma estrés y angustia al ver de cerca que en un futuro nos pueda tocar a nosotros y no tener una cama con un respirador, es algo que no se lo deseo a nadie y para los que tenemos a nuestra familias lejos, todo esto se acentúa más”.

Sin embargo, esa no fue la única situación compleja que atravesó, puesto que hace unos días su hijo menor, de un año y medio, se cayó de la cuna y se fracturó el techo de la órbita del ojo. “En ese momento teníamos la duda de ir o no ir a un hospital para que lo revisaran, a pesar de que el golpe había sido muy fuerte, porque te preguntas si es lo suficientemente importante como para exponerse a un lugar lleno de sospechosos o positivos de Covid-19”, recordó.

Aunque finalmente terminaron en una guardia de emergencias, afirmó que “la pandemia modificó la manera en que jerarquizamos los problemas, la forma en la que enfrentamos las situaciones extremas y a muchos nos hizo replantearnos cómo y dónde vivimos”.

Para Daniela, la sensación es que en Buenos Aires nunca se fue el peligro y que “el Covid está latente, casi como un invitado más de la casa”. Constantemente se pregunta cuánto tiempo van a durar los permisos de las cosas simples de la vida, como tomar un café o ir al supermercado con sus hijos.

En este sentido, reflexionó: “Vivir lejos de tu origen tiene sensaciones muy difíciles de transmitir, pensar que alguien a quien querés pueda transitar la enfermedad y la historia pueda terminar mal es algo desesperante. Por suerte mis papás ahora están vacunados”.

Finalmente, comentó que con el correr del tiempo, sus estados de ánimo fueron variando y su actitud ante las noticias también. “Empecé muy informada y después empecé a desprenderme un poco de los medios de comunicación, pero por cuestiones laborales sigo en contacto con información de primera línea, trabajo con fuerzas de seguridad”, cerró.

 

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