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A consecuencia de la pandemia muchas familias perdieron el trabajo

Hambre Cero sumó más de mil niños con riesgo nutricional en un año

Son detectados en operativos de talla y peso y con la inclusión al programa se busca su recuperación. Además, advierten por más demanda en comedores comunitarios

viernes 23 de abril de 2021 | 2:00hs.
Comedores
A pedido de los vecinos la Parroquia Cristo Redentor de Jardín América abrió un merendero. Foto. Esteban González
A pedido de los vecinos la Parroquia Cristo Redentor de Jardín América abrió un merendero. Foto. Esteban González

En enero del año pasado eran 6.000 los niños entre 0 y 18 años con riesgo de desnutrición dentro del Programa Hambre Cero. En la actualidad ese número se elevó a 7.100, un 18% más.

El programa monitorea con nutricionistas el peso y talla de las personas, que debe ser acorde a su edad, y tiene como objetivo recuperarlos nutricionalmente. Sin embargo, la pérdida de fuentes laborales por la pandemia de Covid-19 y el cierre de comedores que servían como redes de contención para estos grupos vulnerables causó estragos en muchos sectores. Para lograr esa recuperación se entregan una vez al mes dos kilos de leche en polvo fortificada, aceite, azúcar, 400 pesos en tickets para comprar frutas y verduras en ferias franca y 650 pesos en una tarjeta para comprar alimentos. Esta vez esa entrega será del 26 al 30 de abril.

“El programa trabaja con gente que tiene riesgo de desnutrición de 0 a 18 años y por la Emergencia Alimentaria no se excluyó a nadie. Se está sumando gente porque hay una situación complicada, además dentro del Hambre Cero entra la gente con discapacidad, sin límite de edad, y los adultos mayores. A estos últimos vamos a buscarlos al domicilio porque muchas veces un adulto mayor no se acerca hasta un Caps a hacerse controles de peso y talla. Por eso estamos saliendo a los barrios con los nutricionistas del Ministerio de Desarrollo Social a realizar operativos de peso y talla”, contó a El Territorio Facundo Galeano, subsecretario de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y coordinador del Hambre Cero, iniciativa que nació en el año 2010.

La ciudad capital es la que más personas tiene dentro del programa, cerca de 1.000, pero el padrón está compuesto por misioneros de los 77 municipios. El proceso de ingreso al Hambre Cero arranca con un certificado confeccionado por una nutricionista que da cuenta que el niño o el adulto mayor está en riesgo de desnutrición. Ayer, por ejemplo, se hicieron controles de peso y talla en el barrio A-4 de Posadas. “Eso lo mandamos al Ministerio de Salud Pública y ahí se le da el alta dentro del programa”, explicó Galeano y agregó: “La gente que entra tiene mucha vulnerabilidad. Ahora también queremos volver a retomar el programa de letrina para eliminarlas y así mejorar la calidad de higiene y salubridad de las personas”.

Además, confirmó que firmaron convenios con el Ministerio de Educación para dictar clases de apoyo virtuales a los chicos en edad escolar y otro con el Ministerio del Agro por el que capacitaron y entregaron semillas a las familias para que puedan armar una huerta en casa.

Comedores

Por otra parte, este medio relevó por comedores y merenderos para conocer cómo están trabajando actualmente. La mayoría depende de organizaciones sociales y otros reciben apoyo del Estado. Pero todos reconocieron que la demanda se vio incrementada en pandemia. En San Pedro, la imposibilidad de disponer de una taza de chocolatada, pan dulce o en los casos más graves, un plato de comida, lleva a que en los últimos meses el número de menores que asisten a los merenderos haya aumentado.

Los asistentes se acercan, no con una taza, sino con un envase mayor que alcance para compartir con toda la familia. En la localidad los merenderos y comedores alcanzan a cubrir los sectores más carenciados, tanto en el ejido urbano como en las colonias con zona urbanizada. Estos espacios, en el caso de los  comedores, son guiados por organizaciones sociales que los solventan, mientras que los merenderos en parte reciben asistencia desde la municipalidad por medio del programa de Emergencia Alimentaria y mercadería desde las agrupaciones sociales. Desde el municipio se brinda asistencia a 35 merenderos que funcionan mediante un cronograma que permite a los niños contar la merienda o almuerzo una vez al día. A inicios de la Emergencia Alimentaria el número de asistentes a los merenderos era de 1.900.

Actualmente, debido a la pandemia, la cantidad se duplicó alcanzando los 4.000. En lo que respecta a los comedores, la organización Darío Santillán cuenta con cuatro espacios ubicados en barrio Santa Rosa, Escuelita, La Toquera y Terciados Paraíso, los que funcionan una vez por semana. En este caso en la zona rural, como ser el comedor en Terciados Paraíso sirve 90 porciones de almuerzo, mientras que en los merenderos la demanda se incrementó en un 70%. “Tenemos 19 merenderos, para once recibimos ayuda mediante la Emergencia Alimentaria, los demás y los comedores lo solventamos con la organización. Se nota mucho la demanda, sobre todo en los barrios más carenciados y es una tendencia que se mantiene pese a la nueva normalidad”, indicó Raúl Arnd, referente de la organización Darío Santillán en San Pedro.

En Montecarlo la cocina centralizada dejó de funcionar cuando se inició la cuarentena y se buscaron otras alternativas para hacer llegar la ayuda alimentaria a las familias. En la cocina se entregaban 2.000 raciones de comida diariamente en barrios vulnerables y las colonias. Actualmente unas mil familias se ven beneficiadas con ayuda municipal. Y el monto que se invertía en la cocina centralizada ahora se distribuye en merenderos con la compra de leche, harina y azúcar y módulos de mercaderías.

En Puerto Iguazú la situación de los merenderos se complicó hace varios meses, muchos dejaron de trabajar de lunes a viernes y redujeron los días de atención por falta de insumos. Si bien vecinos y empresarios entregan donaciones, desde el municipio varios dejaron de recibir asistencia sin explicación sobre el por qué. “Me encantaría volver a dar la merienda al menos tres veces por semana, pero no puedo, no tengo insumos. Los sábados con otras mujeres que me ayudan le damos leche con pan casero a 60 chicos y 30 madres que concurren. Yo veo la necesidad y me desespera no contar con nada. Nos mantenemos con donaciones y con la crisis está muy difícil”, explicó Margarita, del merendero Chicos Felices, del barrio Altos del Paraná.

Por su parte, el merendero de Corazón a Corazón, ubicado en el barrio San Juan, de la Ciudad de las Cataratas, aún logra mantener la atención a los 50 niños que concurren todas las tardes a tomar la chocolatada. “Contamos con fieles colaboradores que nos acercan sus donaciones y con eso podemos dar la merienda. Hace meses no recibimos ayuda del municipio y eso complicó el trabajo social en el barrio”, explicó Julia. En las 2.000 Hectáreas el merendero Somos Felices atiende a 120 niños. Actualmente están trabajando sólo lunes, miércoles y viernes. “La situación está muy difícil para el merendero, me desespera tener que decirles a los chicos ‘hoy no hacemos la merienda’ porque muchos de ellos sólo cuentan con ese vaso de leche”, explicó Norma, a cargo del espacio.

En Jardín América, el jueves pasado se abrió un nuevo merendero en el salón parroquial de la Iglesia Cristo Redentor. Pese a la lluvia el primer día atendieron a diez chicos que tras la salida de la escuelas acudieron a tomar la merienda. Y ayer se repitió la iniciativa.El párroco, Roberto Bobadilla, dijo: “Esto surgió porque muchos chicos o familias venían a pedir leche para los hijos, entonces tomamos la iniciativa de arrancar los jueves y si aumenta la demanda vamos a ampliar los días”. El religioso además contó que ya recibieron la solicitud para abrir otro espacio en un barrio carenciado y pidió a la comunidad que se acerque a colaborar en lo que pueda. 

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