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La conversación

“Había leído el libro hasta el final y todavía lo tenía entre las manos cuando tuve la sensación de que había estado hojeando en mi mente y no en las páginas”. GUSTAV MEYRINK

domingo 18 de abril de 2021 | 6:00hs.
La conversación

"La tarde aún conservaba algunos brillos cuando el hombre finalmente decidió sentarse en al banco de la plaza en que una joven mujer leía un libro como si el mundo no existiera. Se arrellanó con cierta brusquedad y la chica se movió en su asiento sin levantar la vista.

El recién llegado comenzó a hablar:

-Esta tarde es hermosa. Una brillante primavera; aunque ya estamos en otoño. Bueno, aquí en Misiones no debe sorprendernos, en medio del invierno tenemos días como este, tibios y llenos de sol… Ah, pero… no quisiera interrumpir su lectura, la veo tan ensimismada.

-¿No le molesta? Gracias, no quiero importunarla, solo que…en verdad me siento muy solo. Pero mi soledad es obligada y larga, no una consecuencia del infortunio, sino impuesta por una tarea comenzada hace veinte años, que no puedo abandonar. Además, las consecuencias de mis investigaciones son esenciales para la humanidad; trascendentes en todas las acepciones de este término.

-No me mire así, no estoy loco. Nunca se lo he contado a nadie pero, a esta altura, algo puedo anticiparle. Ahora creo que puedo contar, una aproximación sobre en qué consiste, aunque no todo naturalmente, y no por mezquindad, sino por sus terribles consecuencias.

-Sí, es que no se trata de un trabajo cualquiera sino una actividad puramente intelectual, de mucho estudio e indagación; figúrese que llevo dos décadas en lo mismo, pero aunque no veo la luz al final del túnel –la cueva me parece estar curvada- siento una ráfaga que indica el final no muy lejano y entonces puedo anticiparle algo por dos razones: primero, no me creerá o me tomará por chiflado y segundo, habré tranquilizado mi conciencia al pensar que al menos, se lo he advertido.

-Ah, no se extrañe que le hable así, como si fuera un cuento de misterio, lo que escribo no es una ficción, es el gran secreto del fin, el único apocalipsis real y legítimo, del que no podremos escapar. Difiere de como se ha imaginado o temido en la historia. Se trata de algo infinitamente más terrible. En esencia consiste en una prolongación de la agonía, pero de una agonía muy especial en que no se pierde la vida, sino algo más valioso.

-Sí, el fin del mundo ¿usted no cree en él? Ah, ¿no? Mire, desde mi punto de vista se trata de un simple caso de “obsolescencia programada”, de escala cósmica y divina, obviamente. El mundo no fue programado para durar. No es eterno y usted ya sabe, todo lo que comienza alguna vez termina. Si este mundo ha comenzado, llegará un día en que también acabará. Solo es eterno lo que nunca ha nacido. Ya se imagina…

-¿Algo más valioso que la vida? Sí que lo hay, ya me entenderá. Las lluvias de fuego y azufre matan muy rápido, igual que las radiaciones recientemente predichas, son los casos pergeñados para y por el gran público: sin embargo, el final será mucho más sufrido y lento, muchísimo peor que morir de sed. Dios es muy sutil, pero no solo en las cosas bellas, lo es en todo. La suma crueldad no carece de exquisito refinamiento.

-Sí, claro, lo sé muy bien, y créame que tengo en qué fundarme; documentos muy antiguos, que en realidad son vestigios demostrados de un ciclo que culminaba pero que volverá a repetirse. Cori e ricorsi…

-Así es, como usted pregunta, tengo esos documentos en mi poder. Es que cuando viajé a Irak, hace bastante tiempo, me escabullí de la excursión y en medio del desierto encontré una pequeña cueva, en realidad apenas una apertura entre dos piedras verticales y en ella un manuscrito que lo dice todo; es el que estoy descifrando y traduciendo.

-No, no es un papiro, eso es relativamente nuevo. Tampoco un pergamino que es un poco anterior, ni una piedra, ni una arcilla con caracteres cuneiformes o rúnicos. El material es muy extraño, como si fuera de caucho pues es flexible; luego de extendido vuelve siempre a enrollarse solo, pero únicamente durante el día, momento en que no es posible desplegarlo de ningún modo. No basta con la ausencia de luz para que se abra, es necesario que sea de noche, es decir que el sol no esté afuera. Hice el experimento llevándolo al sótano durante el día, donde reina la más absoluta oscuridad; el resultado fue nulo, no se puede abrir ni con golpes de martillo. Usted ya sabe, aunque no sean unas fauces, las cosas que solo se abren por la noche no son muy propicias…

-Sí, es así, lo extraño es que siendo tan antiguo está escrito en un lenguaje que no emplea ideogramas o jeroglíficos, sino un sistema alfabético muy sofisticado. Mandé al MIT de Massachusetts, un fragmento, que no contenía ninguna parte escrita, para su datación carbónica y han concluido que tiene catorce mil años.

-Sí, como usted afirma, nada hay escrito con esa antigüedad, pero nadie lo sabe salvo yo y ahora usted que tiene la bondad de escucharme.

-Sí, claro, conozco el método para traducirlo.

-¿Que cómo lo aprendí?…disculpe, pero eso no puedo contarlo.

-Cuenta que algo horrible ocurrirá cuando se traduzca la última palabra. Es la única que me falta. Llevo en ese esfuerzo final casi un lustro. En verdad el proceso ya se ha iniciado, pero nadie lo advierte. La gente espera el fin del mundo con anuncios de trompetas y jinetes flamígeros o en forma de un gran cataclismo que se produce de modo estridente como la explosión de un volcán. Nadie imagina que ya ha empezado…

-Ah ¿le interesa el tema? Pues, le sigo contando: usted habrá escuchado que hay dioses con nombres secretos y terribles, indescifrables y misteriosos ¿no? Pues bien, se ha tratado de un malentendido, la palabra recóndita no trata de un nombre divino impronunciable, sino de una clave sonora y vocal que destruye el mundo.

-Oh, advierto que su expresión de incredulidad no va en detrimento de su interés, algo muy propio de quienes gustan de la buena literatura…, pero si tiene aún algo de tiempo prosigo: no tengo con quien hablar y justo hoy necesitaba conversar con alguien, contarle también de mi vida, escuchar algunas confesiones.

-No, no soy sacerdote ni me expulsaron del seminario, me refiero a escuchar cosas íntimas, problemas pequeños o grandes secretos, alegrías o tristezas, de esas que logran que las personas se acerquen más unas a otras y que solo se cran en los climas de calidez y comprometida amistad. Además, solo dejo mis estudios para salir a tomar un poco de aire y ver el mundo que aún conserva sus colores; pero los perderá, se lo aseguro. Todo irá perdiendo su color. ¿Se ha imaginado alguna vez un mundo que solo será blanco y negro hasta culminar en que el blanco será confundido con el gris, en que las cosas tendrán cada vez menos brillo? Sin darnos cuenta, salvo algunos avisados, la fotografía primero y el cine después, han sido un presagio y una advertencia de lo que vendrá, una de las cosas que vendrán…pero, eso, en la percepción de uno solo de los sentidos que, como usted sabe, son cinco…

-No, al contrario, el cine en colores fue para contrarrestar lo que empezaba a ocurrir, para confundir, digamos. Disculpe ¿se puede saber qué lee con tanto interés?

-Ah, una novela. Una vez escuché decir a un amigo que en verdad los únicos libros que cambian la vida son las novelas, los grandes textos de la literatura modifican el interior del lector apasionado y que ni los ensayos ni los libros de historia influyen tanto como algunas obras de ficción. Decía también que puede saberse más sobre Rusia y la cultura eslava leyendo “Guerra y Paz” de Tolstoi que tragándose toda una enciclopedia. Y perdóneme la extensa digresión…¿su nombre cómo es?

-No, el suyo propio digo, su nombre de pila, no el del libro que lee.

-Ah. Elcira…es muy bello, me gustan mucho los nombres latinos ¿sabe? Elcira, en verdad no lo había escuchado en una persona de carne y hueso. Debe usted ser única, no creo que haya otra persona que se llame así en este momento. La última mujer que llevaba ese nombre vivía en Pompeya o Herculano probablemente.

-Sí, ¿usted tampoco encontró otra con su nombre? No me extraña. Además, el nombre lo es todo, pues de eso depende enteramente el destino de una persona ¿sabía usted? La vida entera está determinada por el nombre.

-No se ría, lo digo de verdad y le doy un ejemplo; si usted se llamara Porota, por ejemplo, jamás sería reina o presidente de ningún país o CEO de ninguna gran empresa; para eso debería llamarse, Máxima o Cristina o Michel. Debo confesarle que con Dilma se me tambalea un poco la teoría, es un nombre demasiado vulgar para dirigir a la sexta potencia mundial… pero bueno, la tendremos como excepción que confirma la regla. Aunque, ya sabe usted cómo son los brasileños con los nombres; por un derrame radioactivo en los noticieros miles de brasileritos ahora se llaman Cesio, irán a formar pareja con quienes se llamen Uranio seguramente y a su primogénito muy probablemente le pondrán Radio o Plutonio ¿Se imagina usted? O Senhor Isótopo da Silveira.

-Ah, créame que tiene usted una bellísima sonrisa.

-¿Qué si a mí también me gusta leer? Pues claro, mucho, pero me falta tiempo para deleitarme con las buenas letras y además, como ya entenderá, mi investigación me consume…pero, a su vez últimamente no anduve muy bien. Tengo algunos problemas de salud que los médicos no alcanzan a acertar. Debe ser el exceso de concentración o la falta de luz solar. Fíjese que, uno de ellos, director del hospital, casi un anciano, que tendrá muchos lauros y experiencia, pero… me dijo que mi caso era siquiátrico y que debía internarme ¿internarme? ¡Pero doctor, si vivo internado! Solo salgo a la plaza para buscar a alguien con quien conversar. Aunque claro, entiendo que es difícil, cada día peor, encontrar con quien hablar, con quien debatir, con quien llorar o reír con los argumentos o historias que se vayan contando, porque cada vez que uno escucha a otro se lo mete dentro. Las ideas que salen de un cerebro, se transmiten con el sonido de la voz y a su vez otro cerebro capta el sonido e inmediatamente procesa la voz y entiende su sentido. ¿Se dio cuenta usted? lo que está dentro de su cabeza se mete en la mía sin necesidad de ningún cable ni nada, solo con la invisible voz. El Eclesiastés dice que no hay nada nuevo bajo el sol porque Dios ya había inventado el Bluetooth.Si yo le digo; no piense en el mar, ¿en qué piensa? Jaja no se ría, ya veo que me ha desobedecido.

-Sí, claro, justamente lo primero que se le vino a la cabeza es el mar, porque en este caso el sonido está representando una idea. ¿Vio qué poder tengo? Basta que diga pájaro, agua o flor y usted tiene a ellos instalados en su cabeza. Le digo esto para que atisbe la importancia y función de la palabra que me queda por traducir. Pero, si le digo amor las cosas se complican y usted seguramente pensará en una persona o en varias, ahí ya la cosa es más difusa.

-Ah, no lo tiene claro y no sabe… ¿vio? por eso le decía lo de difusa. Si usted es soltera o no tiene hijos le entiendo, pero ¿se ha enamorado alguna vez?

-¿No sabe tampoco? Upa, yo creo que las personas que están enamoradas o alguna vez lo estuvieron contestan siempre que sí, sin dudar.

-Bueno, está bien, le admito eso, hay personas que esperan más del amor que han conocido y también pueden dudar. Sobre todo después de casarse…

-¿Yo? Sí, me enamoré muchas veces, pero ahora no, no estoy enamorado y a esta altura creo que ya nunca lo estaré. Ni podría estarlo con el tiempo que me insume la tarea en que estoy empeñado.

-Ah, gracias, créame que agradezco sus buenos augurios y deseos pero no, soy un hombre acabado. Lo descubrí cuando dejé de sentir que cualquier mujer que me gustara ya no podía ser mía, cuando comencé a darme cuenta que la indiferencia era la actitud más primaria que podía inspirar.

-Oh, sí, con las mujeres de mi edad me ocurre igual, no se trata de eso, mi falta de interés se debe a un reflejo que puedo percibir en las frías emociones de quienes, cada vez más raramente me frecuentan. Fíjese; la última vez que salí a cenar con una mujer, estaba más preocupado por volver rápido a casa para leer un libro recién comprado antes de dormir y eso que la chica era bastante menor que yo y muy bonita. Jaja al día siguiente cuando la llamé sencillamente me colgó el teléfono.

-Sí, sé que ese desprecio telefónico era fruto de una expectativa frustrada, pero a la larga es siempre igual; uno da a las mujeres un poco de placer y terminan pidiendo a cambio amor y fidelidad.

-¿Dice usted que eso es machismo leninismo? Bien, se lo concedo, pero balancea bien con el histerismo macartista que profesan muchas de su sexo.

-Sí, estoy de acuerdo, discutir estos puntos es considerar volúmenes y consistencias emocionales y no ideas; veo que, además de muy guapa, es muy inteligente.

-No, no tomo ninguna medicación y tampoco olvidé la píldora del día, solo empleo ocasionalmente algunas hierbas naturales y tampoco fumo ni bebo. La verdad que así como me ve soy un santito, debería comenzar a juntar firmas para solicitar mi canonización. Al final de cuentas, la santidad no más que la biografía de un hombre aburrido.

-¡Ah bueno, muchísimas gracias! Sí, claro que me gustaría que usted encabece la lista de firmantes, sería un honor para mí. Es muy importante que lo inicie una mujer, por todo ese tema de la discriminación e ideología de género que hoy esparcen todas las ventiscas.

-¿A usted le parece? ¿Los hombres que no fuman ni beben son aburridos? No sabía eso. Es posible. Mire este punto me interesa mucho porque es posible ser mortalmente aburrido en algunos ámbitos y en otros todo lo contrario. Un amigo decía que le han tocado noches con algunas mujeres a quienes después de la cama le daban ganas de arrojarse por la ventana antes de tener que escucharla y que le abracen.

-Estoy de acuerdo, a algunas mujeres les ocurre igual, varias amigas me han dicho lo mismo de su personal trainer o compañero de oficina con quienes se sacuden un poco las pulgas y los tipos se quieren propasar exigiendo compromisos. Los más idiotas terminan pidiendo a sus amigas que abandonen a sus maridos.

-Sí, nos alejamos un poco del tema y veo que ya está oscureciendo. De todos modos ya sabe sobre qué versan mis ocupaciones y que muy pronto comenzará el verdadero fin, con una variante inusitada; le doy algunas pistas: ¿percibe usted que muy lentamente va perdiendo el sentido del gusto? Que las cosas son cada vez menos dulces o menos saladas, que al tacto disminuye su sensibilidad. Que todo le parece de a poco menos brillante y advierte que a otros está ocurriéndoles lo mismo. Ya habrá notado que el volumen de la música, si puede llamarse así a lo que oyen quienes quieren ensordecer a todo un barrio, es cada vez más alto.

-¿Se ha dado cuenta que los perfumes son cada día más invasores y penetrantes? Todo ese rollo de comida light, sin sal y libre de todo veneno etc., son anticipaciones de la paulatina pero inexorable extinción. Café descafeinado, cigarrillos sin nicotina, comida sin sal, carne sin grasa, golosinas sin azúcar. ¿Qué nos falta? ¿Perfumes sin aroma? Noches sin oscuridad ya las tenemos. Lo que viene será una reversión de los cinco sentidos iniciales que la evolución desarrolló para buscar comida; oliendo, gustando, mirando, oyendo y tocando, todo solo para buscar comida y agua. Y aparearse claro. No había ninguna otra razón ni propósito. El cerebro daba la sensación de placer para indicar que algo vistoso, aromático y de buen sabor era comestible. Todo lo que vino después fue una exageración cultural. Pero eso se enmendará. Aún no se conocen las razones finales, que están claras en la última palabra que me queda por traducir. Es un final razonable ¿no le parece? Si todo comenzó con el logos o el verbo, es muy lógico que concluya igual: con una palabra.

-Oh no se preocupe, no sucederá enseguida, sus pastillas de menta deben oler igual, además el proceso será lento e imperceptible, pero ocurrirá a una misma generación. Bien, discúlpeme, pero debo retirarme, ha sido muy agradable poder conversar con usted. Espero volver a verla algún día. Solo me bastaba decir que el fin del mundo no será la desaparición de la tierra, sino la extinción de la raza humana, pero no de su existencia, sino de sus sentidos”.

*******

Algunos estudiosos sostienen que el diálogo transcripto nunca ha tenido lugar. Otros postulan que no existía la joven mujer, pues, el hombre estaba loco y era común verlo conversar con seres imaginarios.

En las primeras horas de la mañana, el cuidador de la plaza, levantó con sus manos un curioso libro abandonado en el banco: no consignaba el nombre de su autor y llevaba un título extraño: “Vindicación del apocalipsis”. Sobre este extremo se sostiene la tesis más perturbadora: se trata de una obra que versa sobre un hombre que se acercaba a conversar con una mujer que leía un libro sentada en el banco de una plaza.

El relato es parte del libro “Los blancos dientes de la aurora y otros cuentos”

Rodolfo Roque Fessler

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