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Por la pandemia de Covid-19

Se redujo la llegada de venezolanos y estiman que hay unos 600 en Misiones

A los migrantes que ya vivían en la provincia se les dificultó insertarse en el mundo del trabajo, por lo que la mayoría opta por crear un emprendimiento gastronómico

sábado 10 de abril de 2021 | 0:05hs.
Se redujo la llegada de venezolanos y estiman que hay unos 600 en Misiones
La Pastoral de Migrantes tiene sede en Garupá, donde recibe y asiste a los que llegan. Foto: Nicolás Oliynek
La Pastoral de Migrantes tiene sede en Garupá, donde recibe y asiste a los que llegan. Foto: Nicolás Oliynek

La pandemia de Covid-19 junto a las medidas sanitarias impuestas para frenar el movimiento poblacional, entre ellas el cierre de fronteras, generó diversos impactos en Argentina y sus países vecinos.

Uno de ellos tiene que ver con la reducción a cero nuevos migrantes venezolanos que anteriormente entraban por el puente internacional que une Foz de Iguazú con Puerto Iguazú. Tal es así que un importante número de personas, que tenía como objetivo entrar al país, está varado desde el año pasado en esa ciudad brasileña.

En Misiones, la Pastoral para Migrantes y Refugiados de la Iglesia Evangélica Luterana Unida es una de las organizaciones que desde hace años asiste y contiene a los que huyen de Venezuela escapando de la crisis política y social. En el último tiempo sólo llegaron migrantes que estaban en otras provincias y unos pocos que pudieron entrar por algún paso habilitado en otros puntos del país.

Según esta organización, en la tierra colorada hay unos 600 venezolanos que viven o expresaron su intención de radicación, algunos que arribaron solos y otros con sus familias, pero estiman que pueden ser más.

En diálogo con El Territorio, José León Toro Mejías, referente de la organización, explicó que actualmente ellos brindan asistencia psicológica, con vivienda o comida a unas 70 familias que tuvieron más dificultades para insertarse laboralmente.

“Estas 70 familias tuvieron muy poca oportunidad de afianzarse por lo que la pandemia viene siendo un factor opresor muy importante que los desestructuró desde el punto de vista económico, psicoemocional y social porque todo es un combo”, contó el hombre que también es venezolano.

“El tema es que no se vislumbran soluciones cercanas. Por otra parte, los migrantes pasan a ser un cinturón invisible para los servicios sociales y de acompañamiento que tiene el Estado, por lo tanto están a merced del destino que se les presente en cada ocasión”, señaló, aunque destacó que varios lograron emanciparse e instalarse laboral y socialmente y otros emigraron hacia otras provincias.

En la entidad que tienen en avenida Las Américas y calle Doctor Sabin, de Garupá, reciben y asisten a los migrantes y actualmente viven allí cuatro personas.

“Nosotros damos contención psicológica, espiritual, acompañamiento en los problemas que tienen, orientación para los trámites de radicación. Tenemos un pequeño refugio donde tuvimos un par de familias durante la pandemia, algunas monoparentales, pero estuvimos generando contención porque les afectó mucho la psiquis todo lo que tiene que ver con la depresión económica”, explicó sobre cómo atravesaron la etapa más dura de la cuarentena por el coronavirus.

Oportunidades
“La gente se viene buscando una oportunidad y muchos representan la esperanza de la familia que se quedó atrás, normalmente estas personas mandan entre el 70% y 80% de lo que perciben a sus familias en Venezuela para que puedan subsistir. Pero cuando esto se pierde por la reducción de la oferta laboral, ellos se quedan sin objetivo y esto los impacta emocionalmente”, comentó.

Es que la pandemia echó por tierra muchos de esos sueños con los que llegaban y algunos “tienen enormes dificultades incluso para conseguir alimentos. Si bien la oferta laboral se abrió lentamente, hay un número importante de personas, cabezas de familias, que por temas de edad u otras cualidades no resultan atractivas para los empleadores”.

Sin embargo, quienes sí logran insertarse laboralmente lo hacen generalmente como empleados de comercio.

Los últimos relevamientos que hizo la organización recientemente dan cuenta que de ese número global de 600 personas hay un 61% de la población sin empleo, de este 61% el 47% eran personas de entre 35 y 60 años que tienen muy poca demanda en la oferta laboral. “Entonces muchos optan por emprendimientos, lo más inmediato es la comida porque representa un costo menor en maquinaria”, precisó Toro Mejías.

“Las 70 familias que asistimos están bajo nuestro radar desde hace aproximadamente dos o tres años, que es el tiempo que tiene funcionando la Pastoral para Migrantes y Refugiados de la Iglesia Luterana y lo que es más reciente es la organización Arepa Viva, que trabaja en conjunto. Sin embargo, teniendo en cuenta que este es un lugar de paso, la asistencia directa fue para unas 15 mil personas desde que comenzamos”, detalló.

Escapar
Consultado sobre si en el último tiempo hubo personas que decidieron volverse a Venezuela ante la falta de oportunidades en Argentina y la dificultad del desarraigo, sostuvo: “Cuando uno escapa lo primero que se encuentra es que no hay nada peor que el lugar de donde escapaste. Uno deja lo que le oprime, cuando llega a otro lugar hay problemas nuevos, pero en principio no son tan agresivos”.

“Dentro del proceso del duelo migratorio comienzan a tener necesidad de encontrarse con los suyos, algunos deciden retornar con su familia (...) regresan y cuando lo hacen el escenario que encuentran es más deprimido y ahí se produce una nueva migración, que es lo que nosotros llamamos reflujo. Así tenemos un migrante, un retornante y un refluido”, finalizó.

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