La bofetada

lunes 05 de abril de 2021 | 6:00hs.

Los cambios sociales, políticos y económicos, también se advirtieron en las universidades argentinas.

 La educación terciaria fue por mucho tiempo patrimonio casi exclusivo de las universidades tradicionales del país.

 Los estudiantes debían trasladarse a completar sus estudios a lugares distantes de sus domicilios.

 Con el tiempo las provincias comenzaron a fomentar la creación de estas instituciones, para permitir una mayor formación dirigida a los jóvenes que no podían concurrir a esos centros alejados de sus hogares.

 Juntamente con ello, se fue expandiendo la universidad privada, que, mediante el pago de un arancel, dictaban las mismas carreras que la universidad pública.

 La aparición de internet y las nuevas tecnologías constituyeron un cambio de paradigma también en la universidad.

 Los estudiantes universitarios dejaron de ser “mochileros y festivaleros”, y se convirtieron en “Millennials o “ la generación Z” , “Tinder” , o integrantes de las conexiones virtuales.

 El aula tradicional en los modelos de universidad, dejó su lugar a “las aulas virtuales”.

 En 1981, Pilar Amuchástegui cumplió 20 años, y estudiaba Abogacía en la Universidad Nacional de Córdoba.

 Apareció el rock nacional y las canciones de protesta contra el régimen imperante.

 Pilar era catamarqueña y estaba apasionada con la carrera, había encontrado amigos en el ambiente estudiantil, pero era perseverante para estudiar.

 Estaba por rendir Derecho Comercial, empezó a preparar la materia con Sofía Calderón, aunque luego decidió estudiar sola, porque su compañera de estudios no estaba convencida de presentarse.

 La parada era difícil al igual que la materia, organizó horarios de estudio con noches de insomnio; no pudo sortear el acrónimo “caprex” (cagazo-pre-examen). Los malestares estomacales y alteraciones nerviosas la persiguieron.

 La mesa examinadora se constituyó una mañana fría de invierno cruel, a poco de comenzar se interrumpió porque el profesor titular recibió una llamada, que lo alejó del aula por tres horas.

 Cuando eso ocurre aumenta la intranquilidad de los examinados, porque el profesor desea apurar los exámenes y suele ser arbitrario con ellos.

 Pilar se armó de valor y enfrentó el bolillero con valentía, se tenía confianza, había estudiado mucho.

 Inició la charla con soltura y voz firme para demostrar seguridad, empleó términos jurídicos; pero la mesa se mostró indiferente para incomodarla.

 Ella continuó con su arenga hasta el final de la primera bolilla, en la segunda venía bien hasta que el presidente de mesa la saca con una pregunta capciosa; se desconcentró un instante para ordenar sus ideas y respondió con cierto temor.

 El “dueño del mazo” volvió a cruzarla con un golpe de knock-out que la examinada trato de asimilar tomando distancia con un momento de silencio, fue fatal, la palabra “vaya” era sinónimo de la derrota.

 Salió al patio de la facultad, sintió frío, pero sobre todo “bronca”, no podía entender que resbaló cuando no debía hacerlo.

Salió a la calle mientras anochecía, las hojas mustias cubrían la plaza, contrariamente a su costumbre no quería volver a la pensión; sabía que le resultaría difícil conciliar el sueño; necesitaba ordenar sus ideas.

 Sintió necesidad de charlar con alguien, un amigo, una amiga, se fue a lo de Sofía Calderón.

 

Ésta al llegar le pregunta:

-¿Cómo te fue?

-¡Me saqué una bola!

-¡Pero si sabías un tocazo!

.¡La mesa vino encarajinada!

-¡Vení, tomemos un café que hace frío!

 

Se sentó en el living con la mirada ausente observando las hojas amarillas vestidas de silencio, la impotencia cubría su rostro.

 Sofía tenía una hermana abogada siete años mayor que ella, su nombre era Ana María y llego a la casa al rato.

 Saludó con cortesía y al observar el gesto adusto de Pilar le dice:

.¡No me digas nada, saliste mal!

-¡Sí! -le contestó.

-¡A mí me pasó en un examen que había estudiado muchísimo, de la bronca que tenía fui al cine y daban una película francesa llamada “La bofetada”! ¡Cómo la que me comí, pensé!

 

 Fue un bálsamo, actuaban Lino Ventura, Annie Girardot y una joven actriz llamada Isabelle Adjani.

 La chica estudiaba medicina y tenía un embole brutal porque su amante la dejó y provoca una pelea con estudiantes en una manifestación.

 Ana María les dice a Sofía y Pilar:

 

-¡Esta mina tenía tantos quilombos y nosotros nos vamos a deprimir porqué salimos mal en un examen de la universidad!

-¡No tiene sentido!

-¡La carrera siempre tiene obstáculos, como también el día de mañana lo va tener la profesión!

 

 Al marcharse, Pilar entendió que la vida da revancha y con otro semblante abordó el colectivo de regreso.

Al día siguiente hizo un recorrido mental del fracaso, ordenó los libros y empezó a estudiar nuevamente la materia; para ir en busca de esa revancha que le permitiese ganar, aunque fuese por puntos, y en el último round.

 

Publicado en ideasdelnorte.com.ar

 

Por Ramón Claudio Chávez Ex juez federal

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