Graciela Borges recorre su trayectoria en un podcast

lunes 05 de abril de 2021 | 6:00hs.
Graciela Borges recorre su trayectoria en un podcast
Graciela Borges recorre su trayectoria en un podcast

Graciela Borges: mi vida en el cine, sobre la icónica actriz argentina, es una serie de 40 breves podcasts en primera persona producidos por Film&Arts y que, a partir de hoy, estarán disponibles en la web de la señal de cable y en plataformas como Spotify, Google Podcasts, Apple Podcasts y YouTube. Con más de 50 películas, Borges desarrollará recuerdos y emociones vividas junto a famosos directores, así como sus vínculos con figuras internacionales como Paul Newman, Paul McCartney, Catherine Deneuve y Audrey Hepburn, y la “cesión” de su apellido artístico por parte de Jorge Luis Borges.

“La llegada de la pandemia fue muy dramática –explicó Borges a Télam-. Yo tengo un lugar muy bonito, con sol y mucho verde, pero pienso en las personas que verdaderamente están necesitadas. El padre de un actor amigo murió de tristeza por no poder ver a sus nietos”, agregó.

¿Cómo vas sobrellevando vos la situación?

 La única cosa buena es parar. Paré y me dediqué a hacer cosas que tenía postergadas; leer y ver películas que nunca había visto, pero lo que lamento es no poder hacer más por la gente que está tan necesitada.

Contanos de este proyecto. Tu larga experiencia en radio te habrá ayudado.

Fue una cosa rara. La primera vez fue por la calle, en mi barrio; me senté en una especie de portoncito que no era el mío y Marcelo me dijo: “Hablame de Favio”, y yo le empecé a contar anécdotas del “Negro”, de cuánto lo quería, algo bastante sencillo para mí. De cada película salían cosas, porque contar la historia de la vida dentro de cada filmación es lo que verdaderamente interesa. Y ellos decidieron hacer estos 40 podcasts; a mí me encantó y lo tomé con bastante humor, porque si no no serviría. Ellos se reían mucho y hasta yo me divertía con lo que estaba contando.

¿Cómo fue el episodio en que Jorge Luis Borges te ofreció su apellido?

Yo filmé mi primera película, Una cita con la vida, a los 14 años; fueron a hacer el casting al Conservatorio, donde yo me había anotado y era la más chica de todos. En resumen, apareció Hugo del Carril con el productor, y buscaba chicos que iban al colegio con la protagonista, que era la divina.Un día llaman por teléfono y dijeron que yo tenía que ir a la casa de Hugo, y a mí no se me ocurrió decirles a mis padres sino que se lo confié a María, la señora que trabajaba en casa. Por supuesto, mi papá no estaba de acuerdo por las cosas que se pensaban de las actrices en aquel tiempo, ni me autorizaba a usar mi apellido. Por entonces yo iba los domingos a almorzar a la casa de Augusto Mario Delfino, ya que su hijo, Marito, muy amigo mío. Yo llegué llorando y le dije a la madre que no me dejaban hacer cine, con toda la ilusión que tenía. Allí estaba Borges y preguntó qué me pasaba, el porqué de mi angustia. Enterado, me dijo: “Le presto mi apellido”, porque él no tuteaba a las personas. Y ahí arrancó todo.

¿Cómo te sentís al haber participado, junto a Alfredo Alcón, de una época esencial del cine?

Cómo lo extraño a Alfredo! De todos modos nunca me he creído esas cosas que dicen, como “estrella”, “diva”, nada de eso; tengo la sensación de que al haber trabajado tanto tiempo se acomodó en mí una naturalidad que no tiene nada que ver con el ego. A mí me parece que la completud de todo tiene que ver con los otros; nunca pensé que iba a hacer un gran trabajo sin todos los que estaban alrededor mío. Hubo películas que me gustaron más que otras y equipos de trabajo excelentes y de los otros. Tuve enormes directores y otros que no voy a nombrar, y eso fue una fortuna, una suerte; pero lo que más me gusta es comprobar qué buenas estrellas hay entre las nuevas generaciones. Creo que hago muy buen cine, que soy una buena actriz, y creo que cierta leyenda que anduvo a mi alrededor como “gran diva del cine argentino” me jugó bastante en contra; me pasó con Pobre mariposa (1986). Mientras en Europa hablaban maravillas de mí y la película, hubo un crítico argentino que escribió: “Tan bella pero con los labios muy pintados”. Hubo un buen trabajo mío en Heroína, de Raúl de la Torre, filmada en 1972, que la siguen viendo los psiquiatras para ilustrarse, pero otro crítico dijo de mí “La bella catatónica”. Aunque una de mis virtudes es no tomar en cuenta esas definiciones y llevarme bien con el periodismo. 

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