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Primer debate oral en pandemia en el TP 1 de Oberá

Detalles de un caso que expuso serias falencias en la instrucción penal

Luego de estar preso dos años y tres meses, Juan Osmar Dos Santos fue absuelto de un grave delito. “Veo mucha gente quebrantada, pero pienso que siempre hay esperanza”, opinó

domingo 04 de abril de 2021 | 6:03hs.
Detalles de un caso que expuso serias falencias en la instrucción penal
Osmar volvió a casa tras dos años preso y un juicio de menos de una hora.
Osmar volvió a casa tras dos años preso y un juicio de menos de una hora.

El 27 de diciembre del 2018, Juan Osmar Dos Santos (41) se presentó ante la comisaría de Colonia Aurora para entregar dos machetes y una escopeta con los que su tío, Juan Dos Santos, lo agredió. Al menos esa fue su versión ante los policías.

Seguramente, lo que nunca imaginó fue que ese mismo día quedaría detenido, ya que luego su tío llegó a la misma dependencia y lo acusó de amenazarlo, golpearlo y atarlo para robarle 1.000 pesos que tenía en el bolsillo, aseguró.

Fue la palabra del denunciante contra la suya, puesto que en el lugar del hecho, en una precaria vivienda de Pueblo Illia, los investigadores no hallaron rastros de sangre ni la soga con la que supuestamente amarraron a la víctima.

El acusado tampoco tenía los 1.000 pesos que su tío denunció como robados, y eso que fue directamente desde la casa hasta la comisaría, como declaró un testigo.

Menos aún se probó de quién eran los machetes y la escopeta, ya que ninguno aceptó la propiedad de estos.

Juan Osmar Dos Santos se dedicaba a changas y no poseía antecedentes penales. Dos días antes había muerto su padre, hermano de Juan Dos Santos, por lo que declaró que decidió visitar a su tío para avisarle del deceso y aprovechar para hacer algún trabajo que le permita pagar unas cuentas.

En lo que ambos coincidieron ante las autoridades fue en que nunca antes habían tenido problemas. En cambio, el tío era alcohólico, como testificaron el sobrino y vecinos.

A pesar de lo descripto, para la Justicia de instrucción hubo elementos para imputar a Juan Osmar, quien pasó dos años, tres meses y cuatro días tras las rejas por un crimen que no cometió, según dictaminó la semana pasada el Tribunal Penal Uno de Oberá.

Breve juicio
El último miércoles, Juan Osmar Dos Santos fue absuelto de los cargos de robo y agresión contra su tío. Luego de escuchar el veredicto del Tribunal ni siquiera quiso regresar a la Unidad Penal VIII de Cerro Azul para buscar sus pertenencias.

En medio del debate oral, que duró poco más de una hora, se enteró del fallecimiento de su tío por causas que nada tuvieron que ver con el hecho juzgado.

“No le guardo rencor. Tampoco sé por qué me acusó de esa manera. Ese día él estaba tomado, me empezó a insultar y me dio unos planazos. Él empezó todo”, relató en diálogo con El Territorio, tras la sentencia.

Antes, frente al Tribunal, insistió en que se defendió y que no recordaba que su tío haya resultado herido.

Dijo tomó los dos machetes y la escopeta y salió a pie hacia el camino, con rumbo a Colonia Aurora. Por el trayecto, el conductor de una moto se detuvo y lo acercó a su destino.

Al respecto, señaló “fui a la comisaría para avisar lo que pasó, porque tenía miedo que por ahí mi tío le ataque a otra persona. Pensé si me hace eso a mí, que era su sobrino y nunca tuvimos problemas, con más razón a otro. Pero ahí ya me dejaron preso”.

Dos Santos precisó que al momento del hecho estaba separado de su mujer, con la cual tuvo cuatro hijos, por lo que residía con su madre.

El único testigo en el juicio fue Miguel Roque Melo (55), el motociclista que lo asistió por el camino, quien comentó que no lo conocía y paró porque pensó que era un amigo.

“Me pidió que le acerque a la comisaría de Aurora y como iba para allá le llevé. Me contó que había discutido con el tío y llevaba las armas a la comisaría”, fue su escueto aporte.

Ninguna certeza
En su alegato, la fiscal Estela Salguero remarcó que no se hallaron certezas sobre quién era el propietario de las armas.

En ese punto, señaló que oportunamente “Juan Dos Santos reconoció el arma, pero en su precaria vivienda no tenía electricidad. Juan Osmar contó que la única iluminación era la luz de la luna y el tizón de leña. Lo que me hace pensar que el arma era de él y por eso la reconoció. Y el que estaba alcoholizado no era Juan Osmar, sino él”.

“El testigo que llevó a Juan Osmar en su moto declaró que no estaba ebrio. En cambio, el vecino que socorrió a Juan dijo que estaba muy ebrio y que incluso llegó a su casa con la botella de caña en una mano”, agregó.

Otros puntos que beneficiaron al imputado fueron que en el lugar de los hechos no se encontró ninguna soga ni mancha de sangre, mientras que el certificado médico de Juan Dos Santos tampoco señaló lesiones compatibles con cortes de arma blanca.

“En esta causa hay más dudas que certezas. No pueden condenar a Juan Osmar Dos Santos por un delito tan grave porque no hay certeza de nada. Lo único que queda claro es que ambos discutieron. No se sabe de quién eran las armas; ninguno sufrió lesiones graves ni se puede comprobar el robo. Juan Osmar fue derecho a la Policía y no tenía plata. Además su tío vivía en absoluta pobreza y parece poco probable que haya tenido 1.000 pesos”, remarcó la fiscal Salguero, tras lo cual solicitó la absolución por el beneficio de la duda.

“Soy un cristiano”
A su turno, la defensora oficial Teresa Gómez de Roth, quien asistió a Dos Santos, adhirió en todo a lo expresado por la fiscal.

Además, agregó que el denunciante no tuvo ninguna lesión compatible con golpes o cortes de machete o por el solo hecho de haber estado dos horas amarrado, como declaró.

“Y no es un dato menor que mi defendido se dirigió a la comisaría para relatar lo sucedido y entregar las armas, pero ahí ya quedó detenido”, mencionó.

Vale mencionar que en la primera etapa de la instrucción el acusado fue asistido por un abogado particular.

Luego del veredicto que lo absolvió, Dos Santos se tomó unos minutos para charlar con este matutino. Anticipó que no volvería a la cárcel de Cerro Azul para buscar sus pocas pertenencias y remarcó que sueña con predicar la palabra de Dios.

Sacó la cuenta y precisó que estuvo preso dos años, tres meses y cuatro días, lapso en que afianzó su fe cristiana.

“Me voy a la casa de mi mamá y quiero darle un gran abrazo. Yo no tengo rencor a nadie, ni a mi tío. No sé por qué me acusó, si siempre nos llevamos bien. Capaz por el alcohol. Ahora quiero establecerme, hacer changas como antes y predicar la palabra de Dios. Como cristiano quiero ayudar a la gente que necesita una palabra de fe. Veo mucha gente quebrantada, pero pienso que siempre hay esperanza”, remarcó.

El Tribunal Penal fue presidido por Francisco Aguirre, secundado por José Pablo Rivero y Jorge Villalba, quienes llevaron adelante el primer debate oral de Oberá en el marco de la pandemia de Covid-19, para lo cual se tuvo en cuenta el protocolo dispuesto para prevenir contagios.

 

Defensa deficiente

Así como Juan Osmar Dos Santos padeció una instrucción deficiente, como quedó plasmado en el veredicto absolutorio, también habría sido víctima de una primera defensa al menos limitada.

Si bien llegó a juicio con la asistencia de una defensora oficial, en el tramo inicial del caso contrató a un abogado particular que le recomendó abstenerse en la indagatoria, por lo que no pudo explayarse en su versión de los hechos, como sí lo hizo -y en forma muy clara- durante el debate oral.

Al respecto, en diálogo con El Territorio, el juez Francisco Aguirre precisó que “la intención del Tribunal era juzgar este caso hace un año, pero chocamos con el impedimento de las restricciones por la pandemia. Y después también hubo complicaciones con el traslado, lo que fue dilatando el juicio. Por ello, conociendo el expediente fijamos este debate como el primero y estamos muy satisfechos. Creemos que hicimos justicia”.

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