Marcos Chaparro, entre la música, la plástica y la salud
La cinta de cassette como eje de la máquina del tiempo
E
l cassette, objeto retro, lleno de polvo de nostalgia. Vestigios de hits, de tardes alrededor del equipo de música, de viajes en la ruta y paseos animados por el revolucionario walkman. Como soporte tuvo su auge y su caída rápidamente. Pero quedó eregido como el repositorio de recuerdos, en eterna analogía con el lugar de donde se reproducen las memorias. Así lo entendió la artista Erika Simmons cuando creó su serie Ghosts in the machine (fantasmas en la máquina) con retratos de músicos icónicos, que parecían revivir de las cajitas musicales.
‘‘La cinta de cassette representa nuestros pensamientos, los datos que contiene. Tomando esos datos, esos bits de memoria, y reorganizándolos, es mi forma de encontrar un ‘fantasma en la máquina’. También me gustó el hecho de que cuando mirás un retrato como el de Jimi Hendrix en una cinta de cassette, podés escuchar la música en tu cabeza, por lo que tus propios ‘datos’ son los que responden a lo que ves’’, explicó Erika sobre su técnica.
Oriundo de Puerto Rico, estudiante en Corrientes y hoy en Posadas, Marcos Chaparro (32) se adueñó de la técnica y de manera autodidacta comenzó a crear sus propias máquinas del tiempo, con los músicos y figuras del cine que más admiraba. Poco a poco fue expandiendo su arte, imprimiéndole más realismo y hoy hasta niños, mascotas, abuelos, parejas forman parte de sus retratos hechos netamente con cinta de cassette (Instagram @retrocassette_reciclandomusica).
Habiendo arrancado hace diez años, la materia prima ocupa hoy toda una habitación de su casa y obviamente fue provista por amigos, parientes y cercanos que incluso han traído encargos desde Europa, porque allí se encuentran cajitas de colores, por ejemplo.
Cada rincón de su casa tiene algún detalle artístico, una botella customizada, camperas pintadas a mano (otro arte @hijadetigreok ).
Madrugada y noche son los tiempos que propician la labor artesanal, ya que Marcos trabaja formalmente en la salud pública y privada como técnico superior en diagnóstico de imágenes. Lleva hechos más de 350 cuadros, estima, y en su época de estudiante en la capital correntina funcionaron como importante ingreso extra. ‘‘Fue mi sustento para vestirme, para salir, para comprarme mis cosas. El traje que usé cuando me recibí me lo compré con esto’’, refirió Chaparro.
La técnica se fue perfeccionando con el tiempo y, según explica, ganando más en detalles. Asimismo, el soporte también cambió y hoy los cuadros tienen un marco especial y un vidrio por delante que los recubre para garantizar la durabilidad. A su vez, Marcos aportó arte a bares en Iguazú, Posadas y Puerto Rico.
Siendo quizás el único en el país dedicado a esta técnica, llegó, a través de las redes, a protagonistas de sus series, como Hernán Cattaneo. Y en el eje de las emociones, su obra es, muchas veces, un presente de cumpleaños o momentos especiales. Así, el gran Marito Bofill recibió un retrato suyo que lo llenó de alegría y los Matuá Mercedeños la eligieron para eternizar un compañero.Expresiones animales, paisajes fueron desafíos que el joven conquistó.
‘‘Hoy hago cualquier imagen que me pidan’’, resaltó el artista, que contempla lograr la licenciatura en Bioimágenes mientras sueña con aumentar la expertise en el dibujo e incluso llegar a tener un taller propio, netamente artístico.
‘‘Mis dos pasiones son el arte y la salud’’, expresó -dejando a la música en tercer lugar- y relató amaría hacer murales y tatuajes.
Optimizando los recursos, explica que no hay descarte, cada retazo de cinta suma a la obra.
Dándose maña para abarcar nuevos horizontes, retos, el arte está en la cima de sus prioridades. Sueña con que vuelvan los recitales y la posibilidad de viajar largas distancias. Camperas, pinturas y un par de cassettes son el equipaje garantía de supervivencia donde fuera que la vida lo lleve.
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