De Itaembé al mundo

Mediapunta y cabeza en alto

Lorena Silvero siempre tuvo en claro el sueño de bailar, por más vaivenes que le dio la vida. Hoy, 36 de sus alumnas están homologadas por la Fundación Julio Bocca
jueves 18 de marzo de 2021 | 1:55hs.
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‘‘Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa’’, le contestó Emma Goldman, libertaria feminista, a un compañero que quiso interpelarla con que bailar, celebrar y estar alegre no iba de la mano con el quehacer político. Sacándola de contexto, también puede alegar la importancia que le damos a esa actividad tan lúdica, artística y profesional como es la danza. Bailar es una de las primeras expresiones que un niño/a puede elegir profundizar. Y en ese camino, es una actividad que nuclea, pre pandemia especialmente, antes de que las necesidades infantiles quedaran también en segundo plano, a los más chiquitos. Era muy común ver a pequeños de 2 o 3 años asistir a clases de danza. Hoy es una tarea que vuelve a cuentagotas, junto a la reapertura de guarderías.

En fin, lejos de un mundo de infecciones y virus, la escuela de danza es un espacio que alberga los sueños de cientos de pequeñines que ansían ser el Billy Elliot, la Paloma Herrera misioneros o simplemente divertirse.

Así es que desde Itaembé Miní e Itaembé Guazú, la profesora Lorena Silvero (36) lucha a la par para que a ninguno le falte la oportunidad de potenciar sus dones de baile.

Tanto la historia de Lorena como su estudio de danza, tienen sus idas y vueltas en Misiones, ya que si bien se formó desde muy pequeña en tierra posadeña, siguiendo el camino futbolístico de su compañero, Franco Cabrera, debió mudarse varias veces. ‘Dejé todas mis cosas por seguirlo a él en la carrera y después me volví a incorporar con mis cosas’, explicó la bailarina, al detallar que ni bien inauguró su estudio,  Cabrera fue trasladado de Crucero del Norte a Sol de América en Formosa. Por cuestiones económicas ella vuelve a dar clases en Posadas, junto a Mariana Lagable, una de sus maestras. Luego, apostando a la unión familiar, se traslada a Resistencia, Chaco, donde también encuentra un espacio para enseñar clásico y jazz, dos de sus fuertes. Finalmente en 2019 arranca con su estudio de Itaembé Miní. Ya daba clases en el living de su casa en Itaembé Guazú e iba expandiendo su expertise. Se consolidó un buen número de alumnas en ambas sedes y el 2020 trajo repentino parate. ‘‘Vino la pandemia y se complicó todo, pero tuve un grupo de madres, que siempre estuvieron, que me dieron mucho apoyo, me han ayudado con mercaderías, con el pago de cuotas cuando no era necesario’’, relató Silvero, que junto a Cabrera cría cuatro hijos: Valentina (13), que parece seguir el legado materno, Suhien (10) que se inclina más por el hip hop, Bastian (7) y Bacco (4).

‘‘El sostén de mi familia es mi marido, sin él, que en este momento por ejemplo, está con todos los chicos, creo que sería muy difícil para mí mantener dos estudios, destacó la profesora.

El camino a la meca

Durante el confinamiento, la virtualidad se hizo normalidad y  una oportunidad para contactar a quienes están lejos. ‘‘Me moví consiguiendo contactos de Eleonora Cassano, Julio Bocca, Maximiliano Guerra, Paloma Herrera, Marianela Nuñez para organizar master classes virtuales’’, contó Lorena. En coincidencia, y tras una charla incentivadora con Daniel Payero Zaragoza, santafesino referente del Movimiento Federal de la Danza, y siempre cercano a Misiones, Silvero decidió homologar su estudio con la Fundación Julio Bocca.

‘‘Daniel es hijo de la fundación, y cuando vino a dar un seminario, me conecta con Carlos Repetto, él me da toda la info y le digo que sí’’, arrancó detallando la profesora. Además del pago de dos dólares mensuales, los requisitos de la Fundación Julio Bocca incluyen obviamente darle prioridad al estilo clásico y contemporáneo. Finalmente 36 alumnas fueron homologadas y pueden acceder a clases (hoy virtuales) de la fundación y a fin de año tienen un final nivelatorio y con entrega de certificados.

‘‘Me gustaría que todas puedan cumplir su sueño de ser bailarinas. Hay familias de bajos recursos que a veces ni la cuota les quiero cobrar para que puedan pagar su homologación y puedan llegar, porque son todas nenas a las que les gusta bailar y tienen condiciones. Yo soy un puente para llegar a la fundación y que tengan todos los beneficios’’, entendió Lorena sobre esta nueva etapa y recordó que todos los bailarines y escuelas de la provincia pueden acceder a esta oportunidad. Además del Estudio de danza Lorena Silvero, en la provincia también se homologó recientemente Anabel dance, de Oberá.

 Exámenes con Maximiliano Guerra y Myriam Barroso, competencias  e intercambios internacionales, siempre que la voluntad y el todo a pulmón lo permitan, son algunos de los ejes del trabajo de Silvero. Incluso las más pequeñas adoptan la disciplina y los buenos hábitos alimentarios.

‘‘La danza, después de mis hijos, es todo’’, graficó la bailarina que día a día busca elevar la exigencia a sus 85 alumnas. Y más allá del empeño en lograr la posición perfecta, las risas y el disfrute persisten notablemente en el aire. 

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