La desgracia de los mbya
Una tarde noche de la semana pasada, una niña mbya estaba en la esquina de Centenario y Corrientes. Con una caja en su mano y tirada en el piso, como jugando mientras su obligación era pedir plata a todos los que pasaran a su lado.
Así estuvo durante horas y recorrió varios comercios de comida que hay en la zona. Poca importancia le dieron. Ella, con su cabello rebelde y duro, siguió pidiendo. Estaba sola, sola en el mundo blanco. No había ningún mayor de su familia o comunidad cerca. Los peligros acechaban a la mbya que repetía sin cesar el pedido de plata, de dinero.
La presencia de los paisanos se fue haciendo cada vez más crítico en la capital misionera porque quienes salen a las calles son los chicos, los mayores no. En el predio ubicado al lado de la Terminal de Posadas es una constante. Tanto así que parece ser una aldea urbana de los paisanos.
La desgracia de los mbya no para. Entre diciembre de 2020 y febrero de este 2021, los caciques de varias comunidades llegaron hasta Posadas para, primero, suplicar al Gobierno de Misiones que los jueces paren con las ordenes de hacer autopsias a sus muertos, que "ellos saben" porqué murieron. Y que va en contra de sus creencias y ceremonias para con los difuntos. Luego, se reunieron en la capital para exigir la renuncia o el alejamiento del histórico Arnulfo Verón al frente de la Dirección de Asuntos Guaraníes, un reclamo también histórico. Y lo lograron.
Actualmente en Misiones hay alrededor de 15 mil paisanos. Una pequeña porción de ellos está en Posadas. A la buena de tupá. En la desgracia de un mundo demasiado distinto que el vivir en el monte, del que según denunciaron, cada vez hay menos.
