Se afianza la hipótesis de un ajuste de cuentas por sospecha de robos previos

Testigos complicaron la situación del acusado de matar a Antúnez Sequeira

El día que desapareció la víctima el acusado fue visto yendo a la chacra donde hallaron el cuerpo. El padre del fallecido contó que Juan G. tuvo robos y que sospechaba de su hijo
martes 16 de marzo de 2021 | 5:30hs.
Testigos complicaron la situación del acusado de matar a Antúnez Sequeira
Testigos complicaron la situación del acusado de matar a Antúnez Sequeira

Casi una decena de testigos complicaron la coartada de Juan G. (71), el agricultor acusado y detenido por el homicidio del peón rural Marcelo Antúnez Sequeira (34), cuyo cadáver fue hallado dentro de un pozo ubicado en una propiedad del yerno del implicado, en colonia El Progreso, localidad de San Vicente.

Fuentes con acceso al expediente reconocieron que la principal hipótesis del crimen sería el ajuste de cuentas, ya que el sospechoso acusaba a la víctima por una serie de robos perpetrados en su chacra de Picada Zulma, en el mismo municipio.

De todas formas, por el momento el agricultor se abstuvo de declarar ante el Juzgado de Instrucción Tres de San Vicente, a cargo del expediente.

En tanto, a fines del mes pasado su defensa presentó un escrito solicitando el beneficio de la prisión domiciliaria en función a la edad y enfermedades preexistentes del imputado.

En ese marco, el pasado 10 de marzo Juan G. fue evaluado por profesionales del cuerpo médico forense, órgano que elevará un informe al juzgado interviniente, tras lo cual la fiscalía hará la observación que considere oportuna y luego resolverá el juez Gerardo Casco. La causa está caratulada como homicidio simple.

Con relación al hecho, por el momento en el expediente sólo consta el resultado preliminar de autopsia y la certeza de que la víctima falleció de un golpe en el tórax. También sufrió traumatismo de cráneo.

Mientras tanto se suceden los testimonios que apuntan toda la responsabilidad hacia el único sospechoso, a quien el 4 de enero varios testigos vieron dirigirse hacia la propiedad de colonia El Progreso, donde 40 días después hallaron el cadáver de Antúnez Sequeira.

Asimismo, el 4 de enero la víctima fue vista por última vez, cuando salió de su casa para ir a trabajar a la chacra de Juan G.

Plata enterrada
En su declaración del 7 de enero, cuando aún se desconocía el paradero de la víctima, Antonio Antúnez Sequeira (53), padre del joven asesinado, precisó que diez días antes el acusado llegó a su domicilio, en el barrio Trinidad de San Vicente, para hablar de trabajo con su hijo.

“El 23 de diciembre Juan G. fue a mi casa con su camioneta para buscarle a mi hijo para trabajar. Ese día habló con Marcelo y le dio trabajo. El 4 de enero, a las 6, mi hijo salió de casa para ir a trabajar en la chacra de Juan G. y desde entonces no supimos más nada de él”, precisó al tercer día de la desaparición.

En la misma declaración, el progenitor cuestionó que el acusado haya afirmado que hacía tres meses que no veía a su hijo.

“Eso es mentira, porque el 23 de diciembre estuvo en casa”, remarcó, tras lo cual agregó: “Me suena raro lo que dice porque estoy seguro que el 4 de enero mi hijo salió para trabajar en su chacra”.

Con el correr de los días y sin novedades sobre el paradero del muchacho, el padre realizó una ampliación de denuncia donde reconoció que en dos ocasiones Juan G. acusó a su hijo de robarle herramientas, pero que después le ofreció trabajo nuevamente.

También aportó un dato que presagiaba sus peores temores: “Juan G. tiene pozos en la chacra y cerca hay un tajamar”, indicó oportunamente Antonio Antúnez Sequeira.

En la instrucción también se probó que el agricultor ahora detenido fue víctima de varios robos en su propiedad, tanto de herramientas, objetos de valor y hasta dinero en efectivo.

Ocurre que como mucha gente de la chacra, Juan G. guardaba la plata en su casa. Incluso, en una ocasión le habrían robado una buena suma que había enterrado en una plantación.

Marcas en el pozo
El 7 de enero, en una escueta declaración en sede policial, Juan G. aseguró que hacía tres meses que había visto por última vez a Marcelo Antúnez Sequeira, al tiempo que negó haber ido a verlo a su casa el 4 de enero, como afirmaron familiares de la víctima.

Posteriores allanamientos en su domicilio de Picada Zulma arrojaron resultado negativo. Pero la situación del agricultor se complicó el 13 de febrero, cuando la Policía y Bomberos Voluntarios encontraron el cadáver en un pozo ubicado en la chacra de colonia El Progreso, propiedad del yerno de Juan G.

Si bien el cadáver presentaba un avanzado estado de descomposición, fue fácil identificarlo porque entre las prendas se hallaba el DNI.

“Tampoco se descarta que la víctima haya sido lanzada al pozo aún con vida, ya que tenía las manos hacia arriba y en los laterales del pozo había marcas compatibles con arañazos”, confió una fuente con acceso al expediente.

De todas formas, las dudas se develarán con el dictamen final del perito médico que debe analizar todos los estudios y muestras tomadas por el cuerpo médico forense durante la autopsia.

Con relación a la hipótesis del crimen por ajuste de cuentas, en su declaración en sede policial, Enrique Juscuv (52) relató que un remisero amigo le comentó que tiempo atrás robaron una motoguadaña y dos garrafas de la chacra del sospechoso.

“El dueño de la chacra desconfiaba de Antúnez y dijo que él mismo se encargaría de hacerlo desaparecer. Y que justo desaparece cuando fue a trabajar a la chacra de la misma persona. Eso me parece raro”, declaró.

Dejó rastros
Entre los testimonios que complican al acusado se halla el relato de Leandro Antúnez Sequeira (27), hermano de la víctima, quien mencionó que el 4 de enero éste le dijo que iba a trabajar a la chacra de Juan G., en Picada Zulma.

Se presume que el peón llegó por su cuenta a Picada Zulma y luego fue trasladado por Juan G. hasta la chacra de colonia El Progreso, como señalaron otras voces.

Tal el caso de Miguel Ángel Tarnowski (23), quien testificó que el 4 de enero estaba tumbando pinos en colonia El Progreso, sobre el kilómetro 997 de la ruta Nacional 14, cuando a eso a las 7.30 vio pasar una Toyota Hilux color gris oscuro, con franjas a los costados.

“No vi quién iba adentro, pero el patrón dijo que era Juan G. Después no vimos salir la camioneta”, mencionó. Su hermano José Tarnowski (19) declaró en el mismo sentido.

Los hermanos estaban trabajando para Rogelio Foleto (50), quien indicó que le consta que era la camioneta que vieron era de Juan G. porque se la compró a un vecino suyo.

Días más tarde vio en la televisión que el desaparecido el 4 de enero era empleado de Juan G., lo que le pareció al menos sugestivo y por ello se acercó para comentar a la Policía que ese mismo día observó el rodado del imputado dirigiéndose a la chacra adonde hallaron el cadáver. Indicó que lo recordaba claramente porque no era habitual verlo por la zona.

En tanto, Diego Duarte (25) era vecino de Antúnez Sequeira y mencionó que el 4 de enero, a las 6, se cruzaron y le dijo que se iba para trabajar a Picada Zulma.

El cadáver fue hallado el 13 de febrero en la propiedad del ciudadano español Miguel Planell Lapuente, yerno del acusado. Horas más tarde Juan G. fue detenido en pleno centro de San Vicente.

 

Las sospechas de la familia

El 13 de febrero, tras el hallazgo del cadáver de su hermano, Cristian Antúnez reconoció que desde un primer momento brindaron indicios que apuntaban hacia el ex patrón de Marcelo y hasta mencionaron la chacra de colonia El Progreso.

“Nosotros desde el primer día nombramos la chacra, decíamos ‘busquen ahí, busquen ahí’, mi hermano trabajaba en las dos chacras que se allanaron, tanto en la que vivía esa persona como en la otra. Se le pidió por favor a la Policía que busque ahí. Cuarenta días esperaron para buscar allá”, remarcó.

Asimismo, comentó que en los días previos recorrieron las propiedades del imputado y familiares, circunstancia en la que “los primeros días que salimos a buscar hablamos con un yerno. Llegamos a su casa en picada Zulma y nos dijo que tengamos cuidado, que ese hombre (por Juan G.) es mal hablado, un bandido”. Y agregó: “Ese mismo viejo con el que Marcelo trabajó más de cinco años es el mismo que vino a casa, el que le invitó a laburar, que le citó ese lunes a la mañana a su chacra. Por eso es que estábamos seguros de que mi hermano fue ahí y que algo había pasado, como dije la primera vez. Hay testigos que él vino a buscar a mi hermano. Encima negaba, por eso nosotros sospechábamos. Y teníamos toda la razón”.

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