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Ella quiere ser tu James Bond

Dedicado a Luis Sicilia

domingo 14 de marzo de 2021 | 6:00hs.
Ella quiere ser tu James Bond

En 1969 uno aún no se cruzaba con Iggy Pop y David Bowie por las calles del barrio. Kreuzberg en agosto olía a kebab y coles hervidas, un tufo que se colaba por la ventana abierta de la habitación. Tres días llevaba encerrada en ese piso, luego de ocultarse un par de noches, quizás por la foto en el Bild que publicitaba “la policía está buscando a esta mujer”, o por temor a las miradas y caricias entre ella y su mejor pupila, el patrón turco del burdel le dio una hora para que se largara.

Buscó refugio en la casa de Alfonso Gomberoff, un chileno a cargo del aguantadero para espías que debían guardarse por un tiempo. No hacía preguntas y sólo dijo lo que ella necesitaba escuchar: podía quedarse tanto como fuera preciso.

Durante dos días se clavó varios litros de schnapps, al tercero llegó un hombre. Nunca lo había visto antes, no dio su nombre y tampoco preguntó por el de ella. Dijo que necesitaría unas fotos para un pasaporte, que se pusiera anteojos y cambiara el peinado. Que confiara, “ellos” podrían ayudarla a salir de Berlín. Regresó con un personalausweis a nombre de Kristín Voormann, esa misma noche subió al tren nocturno que partía hacia Hannover. Con su nueva cobertura siguió trabajando como agente doble varios años más durante la Guerra Fría.

El 18 de octubre de 1977, ya hacía un tiempo que David Bowie se paseaba por las calles de Kreuzberg con Iggy Pop. El Bild publicó la fotografía del cadáver de Andreas Baader muerto en una prisión de Stuttgart, el hombre que le entregó en 1969 un documento de identidad falsificado. Había llegado el final de la banda del Ejército Rojo, el grupo Baader-Meinhof.

Nunca más dejó de ser Kristín Voormann. Hacia 1989, después de la caída del muro, corría peligro de muerte por enésima vez en la vida. Los rusos y los yanquis tenían una bala con su nombre grabado.

Huyó a España. Entró por Francia y se bajó del tren en un pueblo, Caldetas, frente al Mediterráneo. Turismo, sol, compró un chiringuito frente al mar y fueron pasando las décadas. Sobrevivió y cumpliendo una promesa vistió siempre de blanco.

Las historias sobre resplandores y formas blancas que flotaban por las noches en Caldetas formaban parte del folclore del pueblo. En la zona hay tres torres medievales, cerca del bareto de Kristín se alzaba una de ellas. Cuentan que una muchacha del lugar fue raptada por los sarracenos que solían desembarcar en esas playas. Era muy bella y se la entregaron a un califa, su destino la llevó a servir a una princesa que tenía lepra. La esclava, Eleonor, le habló de las cualidades curativas de las aguas de su aldea natal: Caldetas, la palabra Caldas o Caldes, significa termas. La princesa ulcerada, junto con una comitiva, navegó hasta allí y se quedaron a vivir dentro de una de esas tres torres. Entonces los lugareños empezaron a ver espectros que se paseaban por los alrededores. Estas apariciones no eran fantasmas, cada noche, la princesa bajaba con su séquito a bañarse en las aguas sanadoras, vistiendo todos ellos ropas blancas que brillaban en la oscuridad. El tratamiento fue milagroso y la princesa se ​​curó. Como nuestra de gratitud, Eleonor recobró su libertad.

Kristín era insomne y caminaba por la playa a medianoche con sus ropas de lino níveo. Al día siguiente el regreso nocturno de los fantasmas blancos de las torres eran el tema de chismorreo social. Kristín revivió la leyenda.

La conocí cuando me mudé a Caldetas por 2010. Necesitaba un lugar donde vivir y escribir en calma, lejos de las borracheras de los hinchas ingleses del Manchester cuando jugaba con el Barça, aquella alemana del chiringuito frente a la playa tendría ya unos setenta años. Cuando caía el sol me dejaba caer a tomar mi carajillo de ron, un café expresso bautizado con medicina caribeña. Nos hicimos amigos y charlábamos. Siempre vestida de blanco con una cabellera larga canosa, dejaba entrever una belleza lejana. Mezclaba a David Bowie en una orgía berlinesa gritando ¡Heil Hitler!, a un amante de la Stasi con el que chantajeó a ministros, una fulana de Chechenia que mató a su fiolo turco, un romance con un comisario político de la KGB al que tuvo que asesinar y los Baader-Meinhof ayudándola a escapar. Era cuestión de dejarla hablar y tomar apuntes en mi libreta. Contaba que Bowie y el Iggy Pop paseaban colocados y a los tumbos por Berlín. Su último trabajo fue investigarlos. Terminó ligando con el Iggy y por unas semanas compartieron cama los tres.

Un atardecer llego a lo de Kristín y veo que están instalando una rockola con pantalla táctil en vez de discos apilados que caían cuando uno insertaba una moneda. La alemana me invitó a escuchar música. Nos sentamos en una mesa frente al mar y ella eligió una canción. Una voz grave y cavernosa cantaba “She wants to be your James Bond, ella quiere ser tu James Bond”. Kristín sin dejar de mirar el mar dijo:

El viejo Iggy cumplió su promesa, tardó casi cuarenta años pero me dedicó

una canción…

Notas del autor

Completo esta historia con algunas cosas que debí comprobar luego de las charlas con Kristín.

# David Bowie, estrella de rock mundial. No tanto Iggy Pop más pegado al punk. Fue uno de los primeros en tirarse sobre el público y armar unos pogos de órdago.

# David e Iggy en 1976 se fueron a Berlín a desintoxicarse. El intento de cura fracasó pero grabaron producciones musicales muy buenas.

# A Bowie lo deslumbró el expresionismo alemán y también cierto fetichismo nazi. Estuvo en la mira de la Stasi, la agencia de inteligencia de la República Democrática Alemana (RDA).

# Klaus Voormann es un músico, diseñador y fotógrafo alemán, fue amigo de los Beatles desde los años de Hamburgo y diseñador de la famosa tapa del LP Revolver.

# Iggy Pop (apodado La Iguana) hoy con 74 años grabó en 2019 el álbum Free que incluye el tema James Bond. Durante sus años de furia en Alemania tuvo un affaire con la fotógrafa Esther Friedman quien, curiosamente, logró entrar en Berlín occidental cruzando el muro sin mayores contratiempos ¿Kristín Voormann?

Piegari estudió filosofía y comunicación. En Posadas se desempeñó como periodista y gestor cultural. En 2008 publicó en España su novela Kitschfilm.

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