De Capioví a todas partes

El oficio de propiciar la mateada

Alfredo Ehinger es artesano de mate, sus productos forrados en cuero vacuno se expanden por su calidad y convidan el sabor misionero más allá de las fronteras
viernes 12 de marzo de 2021 | 2:30hs.
El oficio de propiciar la mateada
El oficio de propiciar la mateada

Para la mayoría de los misioneros el día comienza con un buen mate. Esa pasión de preparar yerba y agua a punto, de cebar y convidar, como se da la palabra y la escucha, forma parte de nuestra cultura regional y de todo el país.

Tan arraigada está la práctica matera que en tiempos de pandemia nos vimos obligados a modificar la costumbre de compartir mate y bombilla, y hoy es regla de oro que cada uno ande con su propio equipo.

El recipiente contenedor, el mate, es ese puente que permite el hecho de matear y conversar, y lleva en su esencia materia prima de la zona y trabajo artesanal minucioso y detallista.

En la localidad de Capioví, Alfredo Ehinger (37) se dedica a la artesanía de mate. Su trabajo consiste en armar mates y termos forrados en cuero y de esta manera propiciar la magia de la mateada. 

Su emprendimiento tiene productos de calidad reconocidos en la provincia y en otros puntos del país, a donde envía sus piezas únicas. Su producción artesanal es completa ya que también forra yerbera, azucarera y el portatermo.

El emprendedor madruga para cumplir con su oficio. Cada jornada se instala largas horas en su taller, que está junto a su casa. Mientras hace coincidir la forma de la calabaza con el cuero vacuno habla con El Territorio, acerca de su emprendimiento, de cómo aprendió el oficio, de su familia y de sus proyectos. 

Relató que está casado con Karen Melgarejo y que juntos tienen a Erick, su hijo de 6 años.

“Siempre priorizo la salud y bienestar de mi familia. Ellos son los que me acompañan y me dan fuerzas para seguir. Mi hijo a veces viene a mi lugar de trabajo y me acompaña, yo en mis tiempos libres le llevo a la plaza, él anda en bici, tomo mate con mi esposa, dejo de lado mi trabajo porque la familia también requiere atención”, contó.

En su lugar de trabajo se hallan cientos de mates de calabaza, hechos y por hacer. En las épocas en que los pedidos abundan y se acumula la tarea hay que relegar el tiempo  de descanso para poder cumplir.

 “Llegué a mandar hasta 500 mates en un solo envío, despachando por cantidad se nota la diferencia económica, pero siempre es un gran trabajo y un desafío hacer, empaquetar y enviar muchos mates”, dijo el vecino.

 Ehinger se dedica a la artesanía hace diez años, desde que hizo un curso de artesanía en cuero y compostura de zapatos en el Instituto Padre Adolfo Kolping de Capioví. “Así fue como arrancó todo, primero fabricaba billeteras, carteras, bolsos, cintos. Siempre utilizando el cuero como materia prima”.

“El profesor nos enseñó a forrar el mate con cuero y cuerina y como a la gente le gusta tomar mate todos los días, me dediqué exclusivamente a ello hace tres años”, expresó.

Su día laboral comienza temprano, se levanta a las 5.30, hace un alto para almorzar y continúa hasta la noche. Toda labor artesanal lleva mucho tiempo, enfatizó sobre su dedicación y compromiso. “Lo que más me gusta de mi oficio es cuando tengo terminado un pedido, lo puedo entregar y sé que el cliente lo va a recibir bien y va a apreciar mi trabajo”, y agregó: “Te da una tremenda satisfacción cuando te mandan mensajes diciendo que llegó bien el producto y que ya están por hacer un nuevo pedido”.

Herramienta de expansión 

La tecnología favoreció el emprendimiento, porque permitió  contactarse con nuevos clientes, utilizando las redes sociales y páginas de compra-venta. “Esto no hubiera sido posible en otra época”, ponderó entusiasmado y con ganas de seguir creciendo.

Hace envíos a Bahía Blanca, Mar del Plata, Neuquén y a otras ciudades argentinas. “Se contactaron también desde Chile, lo que demuestra cómo se me abrieron las puertas gracias a la tecnología”, manifestó agradecido. Explicó que apenas el 5 por ciento de su producción mensual queda en la provincia.

Cuando se decretó la cuarentena estricta el año pasado, “estuve prácticamente un mes parado, pero después se empezó a recuperar, con pedidos de 20 a 50 mates y después más, fui descubriendo nuevos clientes y ampliando la producción”.

“La pandemia no me afectó mucho, más que nada porque tenía materia prima comprada de antemano. Lo que sí, durante un tiempo no pude hacer envíos, hasta que se reactivaron los servicios de transporte”, acotó.

El artesano cultiva la costumbre de tomar mate como pausa de reflexión y sostuvo: “en la simpleza de un trabajo logrado, de un producto bien hecho se ofrece la posibilidad de gratos momentos”.

Corresponsalía Capioví

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