Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

El barón Von Schwachhelm

viernes 05 de marzo de 2021 | 6:00hs.

E
l 11 de noviembre de 1957, el núcleo poblacional surgido en la picada maestra de Eldorado, allá por la década de 1920, fue reconocido como municipio después de un largo reclamo durante dos décadas y varias Comisiones de Fomento, oficializando el nombre 9 de Julio.

Pese a su pequeña superficie de 138 kilómetros cuadrados, la pujanza y ansias de progreso marcaron el derrotero en tiempos convulsionados; la Revolución Libertadora -autodenominación del gobierno de facto del año 1955- todavía no decidía si Misiones mantenía la condición de provincia argentina o se retrotraía su status nuevamente a Territorio Nacional, de acuerdo con lo estipulado en el Decreto de Ley N° 4161/56, popularmente conocido como Ley Antiperonista.

Ese debate no impidió que la vida siguiera su curso en la tierra colorada, pero complicó cualquier trámite, por eso el proceso de municipalización emprendido a nivel nacional, a nosotros…nos vino bien.                      Durante cinco años la “intervención federal”, en manos de -por orden de aparición- Juan Carlos Rocca y Adolfo Pomar, por el gobierno impuesto; Pedro Rebollo, Julio Brower de Koning, Cesar Napoleón Ayrault y Francisco Luis Martos durante el período de Frondizi, hizo lo posible y a veces no tan permitido por contribuir a la figura provinciana.

Un cuarto de siglo más tarde, un vecino de 9 de Julio fue noticia nacional cuando el periódico Semanario de Buenos Aires replicó la nota realizada por la periodista Olga Kolesnicoff, publicada en el diario Econorte -de nuestra provincia- el sábado 6 de junio de 1981, titulada “Había una vez un noble ruso”; la reportera, también rusa de origen, realizó la entrevista en su idioma natal y facilitó la charla con el barón Sergej Egorovich von Schwachhelm y su esposa Romana.

Sergej había nacido en Odesa, el 5 de noviembre de 1889, en el seno de una familia miembro de la corte zarina desde el siglo XVIII, creció en Voevodsky, una importante propiedad de su linaje, luego se mudó a Danzing -en Alemania- para estudiar ingeniería; cuando se produjo la Revolución Bolchevique fue detenido y condenado a muerte, sin embargo, por un “error” administrativo, fue liberado. Cuando se aclaró el equívoco fue perseguido nuevamente. No tuvo otra opción que huir a Turquía disfrazado de campesino, después se trasladó a Francia y más tarde a Alemania, donde se nacionalizó.

Durante el trascurso de la Segunda Guerra Mundial regresó a Rusia con el ejército nazi, recuperó sus propiedades a pesar de las dos décadas de ausencia; se dedicó a la producción láctea en la región ucraniana y organizó un establecimiento para industrialización de leche vacuna en Kiev; cuando la guerra finalizó, se refugió en Austria; tenía más de 50 años, soñaba con su propia familia y vivir en paz.

Al poco tiempo conoció a Romana, una veinteañera de mirada clara y sonrisa contagiosa, se casaron a los pocos meses y junto con otros ciudadanos alemanes, ante la dramática situación de la Europa de posguerra, se embarcaron hacia Sudamérica. Sergej y Romana llegaron a Río de Janeiro a finales de 1949, una década más tarde emigraron a nuestro país y se instalaron en 9 de Julio.

Vivían muy modestamente en una pequeña casa que parecía abandonada desde el exterior. Cuando se accedía a ella, unos pocos muebles de fina madera e importantes cuadros delataban el origen de la pareja; incontables fotografías se amontonaban en álbumes que nadie ojeaba, con 92 años -cuando fue entrevistado el Barón von Schwachhelm- estaba ciego y dependía de los amorosos cuidados de Romana. Una pequeña “ayuda social” remitida por el gobierno alemán mensualmente cubría los gastos de medicación. Para comprar alimentos, ella tejía a mano incansablemente y llevaba su producción a Eldorado, donde la vendía.

Años antes había conducido un auto de alquiler -un taxi- y los ingresos eran mejores, pero la enfermedad de Sergej y el alto costo de la atención médica la obligó a vender el vehículo.

De aquel alpinista, nadador eximio, experto tirador, pianista y acordeonista sólo quedaba la mirada curiosa y la mente lúcida ordenando recuerdos, las dos guerras mundiales a las que había sobrevivido dejaron la marca imborrable del dolor del hambre en el cuerpo; ninguno de los dos añoraba Europa, tampoco parecían cargar el peso de las necesidades materiales que tenían…y eran muchas, y urgentes algunas.

A consecuencia de la nota periodística, numerosas cartas llegaron a la redacción de Econorte, no todas escritas en castellano, ofreciendo ayuda para el matrimonio, medicamentos, alimentos, ropas… La pareja se emocionó ante tamaña empatía.

Sergej, Romana y Olga son una muestra de incontables personas que vivieron y viven en nuestra provincia -independiente de sus nacionalidades, creencias e ideologías-, no construyeron edificios imponentes, no amasaron fortunas, no fueron parte de los sectores de poder; sin embargo, nos representan.

Ninguno de ellos está con nosotros. De la pareja, desconozco la fecha de sus defunciones; Olga falleció el 4 de noviembre de 1992, en un accidente automovilístico mientras se desempeñaba como periodista -el fotógrafo Sergio Matos, que la acompañaba, también murió en el siniestro-.

El diario Econorte fue fundado por Alberto Tito Mónaca, Luis Alberto Pérez y Ernesto Eriksen el 29 de septiembre de 1979; salía con El Territorio, no sobrevivió a la feroz década de 1980. Odesa es actualmente, la tercera ciudad en importancia de la República de Ucrania. El municipio de 9 de Julio continúa su crecimiento, así lo pueden atestiguar los más de 4.000 habitantes, según el último censo.

Mujeres como Romana y Olga dejaron más que sus vidas en Misiones, marcaron entornos con legados indiscutibles de convicción, en épocas en las cuales el género era sinónimo de fragilidad, sometimiento y en ocasiones … “lo dejo a tu criterio”.

¡Hasta el próximo viernes!

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