Histórica personalidad de Puerto Rico

Eugenio Seewald. Las múltiples facetas de una mente inquieta

Con 91 años, y luego de abandonar la mecánica, siguió desarrollando, con humildad, parrillas, cerramientos y múltiples objetos de gran utilidad e ingenio
domingo 28 de febrero de 2021 | 6:00hs.
Eugenio Seewald. Las múltiples facetas  de una mente inquieta
Eugenio Seewald. Las múltiples facetas de una mente inquieta

“Me ha impresionado la urgencia de hacer. El conocimiento no es suficiente, debemos aplicar lo que sabemos. No es suficiente estar dispuestos, debemos hacer las cosas”, es la frase que se atribuye a Leonardo Da Vinci y calza como anillo al dedo a Eugenio Seewald.

A sus jóvenes 91 años y con una mente inquieta, luego de dejar su huella en la industria automotriz provincial y nacional, siguió fabricando cerraduras y parrillas, entre otros, y asesorando a instituciones y empresas en técnicas para el mejor rendimiento, cuidado y vida útil de los automotores.

Fue además piloto, pescador, esquiador acuático y cazador. La cuarentena, y luego el aislamiento, tampoco lo detuvo. Incluso al momento de esta nota asesoraba a un mecánico desde la ventana del taller. “Hasta ahora nunca paré. Siempre necesitan alguna cosa, todos fueron alumnos míos”, recalcó.

Oriundo de Puerto Rico, nació  el 12 de noviembre de 1930, sólo once años después de la fundación de la ciudad. Es heredero del espíritu emprendedor y progresista de don Alberto Seewald, quien, apasionado de los ‘fierros’, fue el primero en traer un automóvil, por impenetrables caminos de tierra, desde Posadas hasta la capital de la industria en 1933. Su padre también se destacó por haber sido el primer mecánico de la zona e inventor del primer vehículo ecológico a vapor utilizando desperdicios forestales. Su obra se preservó en Eugenio quien igual de creativo y pujante continuó en la industria automotriz secundado por sus hijos.

“Yo tenía unos 8 o 9 años y me gustaban los aviones. Entonces, le dije a papá ‘quiero ir a Córdoba para aprender la mecánica de avión’, me respondió:  ‘acá hay suficiente trabajo’. Y me quedé nomás. Empecé a atender camiones y viajaba a otras localidades. Luego el Club de Aviones de Puerto Rico compró uno, entré a estudiar para ser piloto y viajaba a los services en la aeronave. Toda esa práctica me ayudó mucho porque después seguí atendiendo los aviones acá, los frenos, aire-acondicionado, entre otros dispositivos”, comenzó recordando Eugenio.  

Esos conocimientos lo afianzaron en la mecánica automotriz ya que, recuerdan sus hijos, en más de una oportunidad pudo resolver fallas de fábrica e incluso ingenieros de las automotrices se acercaron a aprender sus técnicas.

“Allí ya comencé con los inventos. Las cajas tenían hasta tercera nomás, yo les ponía cuarta y lograba un mejor resultado en consumo, en camino de tierra un 20% menos.Después hice otra caja con una quinta. Las fabricaba con la manija del colectivo”, detalló.

El recuerdo de Gertrudis

María Gertrudis Reichert y Eugenio decidieron unirse en matrimonio un 6 de octubre de 1951, y a partir de allí escribir una rica historia en común en la que el apellido Seewald se ligó íntimamente a la industria automotriz. Tito fue el primero de sus hijos, luego Carlos, Gladys, Néstor y Cristina, quienes les dieron nietos y bisnietos.

Ella falleció en 2015, supo trabajar y estudiar codo a codo con su compañero. “Siempre fue de fierro. Fue la mujer que más supo de mecánica en la provincia. Nunca pude haber hecho lo poco o mucho que hice sin ella”, insistió Eugenio.

Solución a las necesidades

Cuando llegó la hora del retiro laboral, su pasión por inventar y fabricar pudo más. “Me acostaba por las noches, se me ocurrían soluciones a distintas necesidades, y al otro día me ponía a dibujar y luego a desarrollar”, contó. Así surgieron las parrillas para la familia y amigos. Para ello se valió de: cadenas de motos, motores de lavaropas y otros elementos en desuso.

“Habré hecho más de 100 parrillas que llegaron hasta Brasil y Paraguay. Cada hijo tiene una fija, y los nietos y bisnietos las móviles. Las realizo con objetos reciclados, partes que no se usan de los autos. Encuentro piezas que se tiran y junto todo, desde un engranaje hasta un rulemán, todo me sirve”, dijo.

A las parrillas le siguieron, porta carteras, dispositivo para llevar las bolsas del súper hasta los portones. Lleva hechos aproximadamente unos 100, son antirrobo, no utilizan llaves, ni cerraduras. También ideó una traba portátil y segura ideal para utilizar en viajes o para estudiantes que se mudaban. “Yo siempre digo, terminó el robo con esto”, alegó sobre su efectividad.

Lleno de vida y rebosante de ideas, rodeado de sus hijos, nietos y bisnietos, tiene a disposición de los estudiantes de escuelas técnicas los planos de sus parrillas para que puedan fabricarlas, venderlas y recaudar fondos. Por eso destacó su mensaje para la juventud: “no pierdan tiempo, tienen que ir estudiando los avances. Sino, no van a triunfar”. Incluso pareció emular otra de las frases de Da Vinci: “El tiempo es suficientemente largo para cualquiera que quiera usarlo realmente”;  y con sus actos, Eugenio da fe de estas palabras.


Tips para el cuidado del auto

Evitar resguardar el vehículo en lugares húmedos ya que afecta la computadora de abordo.

Realizar la limpieza de paneles del radiador, para evitar el daño en la junta y en la tapa de cilindros por los bichos que acechan en verano.

En las bajadas en ruta, dejar que el auto se deslice con el cambio puesto y sin pisar el acelerador. De esta manera se ayuda a la limpieza del catalizador.

Eugenio Seewald. Las múltiples facetas  de una mente inquieta
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