La historia de uno de los pioneros de Fracrán

Francisco, ejemplo de vitalidad a los 102 años

A sus 102 años sigue con las tareas cotidianas. La azada, la vida sana y el afecto incondicional de su esposa Natalia, sus diez hijos y 70 nietos, lo mantienen activo
jueves 25 de febrero de 2021 | 4:30hs.
Francisco, ejemplo de vitalidad a los 102 años
Francisco, ejemplo de vitalidad a los 102 años

La vitalidad de Francisco Sosa, quien hace poco cumplió 102 años, es motivo de admiración, orgullo y un agradecimiento a Dios, por parte de sus diez hijos y 70 nietos. El hombre, quien llegó hace más de 50 años a Fracrán, es uno de los pioneros del lugar y hoy su centenaria historia pone en relevancia la importancia de llevar una vida activa, una alimentación saludable y jamás dar el brazo a torcer, imponiendo una sonrisa ante las adversidades.

Y si de adversidades se trata, Francisco y Natalia Gonzálvez, mujer a la que eligió para su compañera hace ya 68 años, pueden contar unas cuantas. La vida de don Francisco fue muy dura desde niño. Oriundo de Aristóbulo del Valle, se radicó en Fracrán cuando el lugar era todo monte, apenas se observaban pequeños trillos, por donde circulaban a lomo de mulas y caballos. En ese entonces, la situación era muy difícil y vivían de la agricultura.

Rodeados no sólo de yaguaretés –“que se paseaban como Pancho por su casa”- las dificultades no le fueron ajenas. Su primera vivienda fue muy precaria, pero con enorme esfuerzo criaron a diez hijos. Actualmente, algunos viven en el mismo lugar y otros en otras localidades. Todos se ocupan de que ‘a los viejitos’ no le falte nada.

“Llegamos acá, agarramos la azada, los bueyes para arar, y a trabajar se ha dicho. Así llegamos a hoy, siempre fuimos gente guapa, de mucho trabajo, mucho sacrificio, el lugar era muy distinto a lo que es hoy, siempre me gustó porque hay una vertiente de agua muy buena”, indicó Francisco, en una entrevista con El Territorio, mientras su memoria de a ratos se borraba, pero no así la sonrisa en su rostro.

Actualmente, la pareja reside a metros de la ruta nacional 14, y Francisco es quien se encarga de limpiar las pequeñas malezas que puedan crecer en el patio, extrañando la vida de la chacra. Lindante a su terreno, vive la hija menor de la pareja, Elva Sosa (43), quien se encarga de cuidarlos todos los días, sintiendo enorme orgullo y privilegio de tener a sus padres con vida: “Mi mamá es no vidente hace nueve años, a mi papá lo veo muy lúcido. Algunas veces se olvida y otras, se acuerda de muchas cosas y nos cuenta historias. Ellos siempre fueron a la iglesia, van hasta ahora y me inculcaron esa fe. Por eso estoy muy contenta y agradecida a Dios porque él escuchó mi pedido, qué era poder cuidar y darles a ellos todo lo que necesitan para estar bien”, señaló.

La atención principalmente es para con Natalia quien hace unos nueve años perdió la visión a consecuencia de la diabetes. Pero guarda en su memoria los momentos más hermosos vividos en el lugar, como las navidades que para celebrarlas se movilizaban en carros de bueyes con el único fin de evangelizar sobre una de la fechas más importantes del calendario cristiano.

Gonzálvez, dueña de una fe capaz de mover montañas y una simpatía que enternece el corazón, luchó codo a codo con Francisco para hacerle frente a la vida y también con predisposición para servir a la comunidad. “Yo no sólo trabajé para sacar adelante a mi familia, también trabajé para Dios durante 25 años. Estuve en el coro, en la escuela dominical y siempre sentí la presencia de Dios en nuestras vidas. Ahora estoy ciega, pero tengo una alegría enorme y feliz de haber criado a mis hijos y que hoy sean ellos quienes me cuidan”, destacó, al tiempo que con fuerza se puso a entonar una alabanza.

Para quienes pueden pasarse horas y más horas contando sus vivencias, el momento más emotivo se dio al hablar de la pareja. Fue Natalia quien recordó los primeros encuentros y momentos compartidos junto a Francisco, no logrando contener la emoción y asegurando que el compañerismo es lo más importante.

“Agradezco por tenerlo a mi esposo todavía a mi lado, jamás olvido cuando él me vio mal, sufriendo y enferma. Él me rescató, me tomó de la mano y así seguimos hoy”, contó mientras a su lado, Francisco la escuchaba con un inmenso amor, el mismo que los mantiene unidos desde hace tanto tiempo.

Las manos juntas, entrelazadas y llenas de arrugas, denotan no sólo la edad sino lo forzoso del trabajo en la chacra, el sacrificio de ser productor, el apoyo y el amor incondicional de la familia.

‘Chico’ –como lo conocen en la zona- llegó a los 102 años y asegura que fue así porque ese es el plan de Dios. Pero su longevidad es también el resultado de llevar una vida sana, activa y bondadosa.

“Siempre haciendo ejercicios pero con la azada, comiendo alimentos producidos por nosotros mismos. Nada elaborado, todo siempre casero. Pero además, siendo buena persona, buen vecino, haciendo siempre el bien y sin soltarle la mano a quien camina a nuestro lado”, dijo, revelando su secreto. 

Temas de esta nota
¿Que opinión tenés sobre esta nota?