“Espero que sirva para ir saliendo de todo lo que está pasando”

jueves 25 de febrero de 2021 | 6:04hs.

Un pequeño pinchazo que se transforma en una enorme e incalculable dosis de confianza en grupos de ancianos. Al verlos se nota que quizás las heridas de la vida formaron la suficiente fuerza para llevar adelante las batallas que se les venga y así es la historia de Hugo Ríos, de 69 años, que ayer recibió su vacuna contra el Covid-19 en el hogar de ancianos Carmelina de Alem es un claro ejemplo de ello.

El hombre ayer ponía toda su fé en la inoculación diciendo “yo espero que nos pueda ayudar esta vacuna, que sirva para ir saliendo de todo lo que está pasando” le contaba sentado mirando al patio interno de este espacio que alberga a 25 personas que pasaron de estar en situación de calle, abandonados y sin familias a tener un lugar en el mundo donde los atienden y los contienen con mucho afecto: un hogar.

Hace seis años llegaba Hugo al hogar Carmelina, gracias a que vecinos del barrio 25 de Mayo que por solidaridad le llevaban algún alimento lo veían sumido en el alcoholismo y sin posibilidades por su por sus propias fuerzas de salir del flagelo. “Lo rescatamos con vecinos que no solo se preocuparon sino que se ocuparon y lo trajimos acá y estamos todos felices” cuenta Norma Varela, una psicóloga que trascendió ampliamente su profesión y lleva junto a su compañero de lucha, el enfermero  Orlando Rodríguez. Sin lugar a dudas ambos son la figura paternal que cada uno tiene en ese lugar.

El superar la adicción solo fue uno de los escollos de Hugo ya que también tuvo que recuperarse de un Accidente Cerebro Vascular (ACV) que sufrió y para ello “tuve que hacer mucha rehabilitación que gracias a esta gente tan macanuda del hogar siempre nos atienden y están atentos” dice el hombre.

La rutina de Hugo es casi estricta pero impuesta por él mismo: “aunque parezca mentira todos los días me levanto a las 4 de la mañana, me baño y me siento a tomar mate hasta la hora del desayuno” cuenta. El día continúa entre algunas horas frente al televisor o “reparar alguna cosa” y los propios cuidadores del hospicio señalan que es quien se encarga de “amañarse de alguna manera e ir reparando muchas cosas”.  “Todas las sillas del comedor las re tapicé yo, me animé y me largue”, comenta. Disminuidos movimientos que le hacen trasladarse dificultosamente pero que con suma  hidalguía responde “puedo solo” , cuando se le intenta ayudar a levantarse o caminar. El hombre aún recuerda haber estado “en Gendarmería Nacional asentado en Clorinda (Formosa). La muerte de  su madre en 1981 hizo que “me viniera y quedara a vivir en Alem”. 

 

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