Cuentos de buenas noches

La magia de los relatos de mamá

María Sturla de Coulon decidió editar e imprimir un libro con las historias que creó para sus hijos cuando eran pequeños. El proyecto íntimo devino en público para poder inspirar a otros y recordar la importancia de la lectura de fábulas en la infancia
martes 09 de febrero de 2021 | 3:30hs.
La magia de los relatos de mamá
La magia de los relatos de mamá

Una liebre, el tajamar, el timbó, coatíes, un ‘paltero’, mojarras, chicharras, lapachos,  lechuzas, sapos, mariposas... un sinfín de personajes se abren paso en la selva del Tabay. La biodiversidad apabullante del ecosistema misionero da origen a cientos de posibles historias mágicas y si se suma la poderosa inventiva infantil, aparecen hadas, magos y mucho más a engalanar todo ese universo. Así surgieron los ‘Cuentos del hada Margarita’ entre paseos, almohadas y risas.

Compartir, ser agradecido, entender que la unión hace la fuerza y que los finales son también inicios son algunas de las enseñanzas que se cuelan al hojearlo.

“Creo que los padres tenemos una gran herramienta para formar a los niños a través de los cuentos. Siempre las historias son una manera más amigable de inculcar un aprendizaje”, entendió la psicopedagoga y doctora en psicología María Martha Sturla. Más allá de sus disertaciones como profesional especializada en neurociencias, lo que la llevó a emprender como autora literaria fueron esos simples pero efectivos relatos que ideó hace alrededor de 15 años junto a sus hijos Sofía (25) y Tomás (23). Aventuras y desventuras en distintos escenarios iban variando cada noche para adaptarse a ‘los pedidos’, ya que los en ese entonces pequeños, elegían los personajes que querían intervinieran en las historias.

Como en muchos otros hogares, la extensa cuarentena habilitó la apertura de arcones recónditos llenos de recuerdos. En este caso, María resucitó un archivo digital donde yacían esos cuentos de hadas, magos y animales silvestres. Es que hace algunos años, en plena redacción de su tesis doctoral, decidió transcribirlos, para después regalarlos a sus sobrinos más chicos.

En pandemia, el proyecto de actualizar, editar e imprimir esos cuentos en formato libro se presentó como una nueva posibilidad de eternizar el amor y transmitir a las futuras generaciones las historias adquiridas. Una especie de legado divertido y ameno. Al contactar al editor, la recomendación fue socializarlo más allá del núcleo familiar.

“El cuento es una herramienta de formación, terapéutica muy potente y está al alcance de todos, porque el hecho de poder mostrar los caminos de soluciones o los consejos a través de las narraciones lo que logra es, no solamente que llegue el mensaje, sino que permanezca más tiempo. Tiene más impacto”, consideró Sturla al reconocer las resignificaciones que se adquiere con el paso de los años.

“Son regalos que uno va haciendo al alma, regalos no visibles que perduran en el tiempo”, agregó.

En esa línea remarcó uno de los valores más notables que le adjudicó al hada Margarita: “Es importante para los niños saber que siempre que estén en problemas, hay alguien a quien pueden consultar. Que es bueno recurrir a alguien para que te ayude”.

Si bien Margarita es el nexo entre todos los personajes del Tabay, el desarrollo inicial se dio gracias a que cada día en el camino desde Jardín América a su casa en el campo, la familia se cruzaba siempre con una liebre. Los chicos la personalizaron y la bautizaron Yanita. A partir de allí nacen ‘los cuentitos’. “No hace falta tener grandes acontecimientos en la vida, sino que los acontecimientos ordinarios pueden ser extraordinarios”, postuló Sturla reflexionando que más allá de la fantasía infantil, “si uno aprende a verlo así, también va a tener bastante bienestar”.

A pesar de que se originaron como un obsequio íntimo, hoy la autora los considera inspiración para otros. “Que las personas se animen, el proceso es enriquecedor para uno mismo también. Está bueno que si a alguien se le ocurre escribir, sepa que no tiene que estar en una gran ciudad, sino que puede hacer su aporte a la sociedad desde un lugar pequeño. Lleva sus pasos editar, imprimir, registrarlo, pero no es imposible”, explicó. Y detalló que “el proceso de escribir no es inspiración solamente, sino mucho esfuerzo”. “He tenido muchos revisores y seguro tiene muchísimo por mejorar”, aseguró y afirmó no vio personalmente ni al editor ni al diseñador en el proceso. Todo, acorde a estos tiempos, se desarrolló de manera virtual, a la distancia.

En cuanto al diseño, la novel autora buscó que existiera una armonía entre palabra y dibujo para que los más chicos se apasionen también al observar las páginas del libro. Y volviendo a hacer hincapié en la increíble experiencia de compartir lecturas recordó que a través de un libro, al niño se le abren muchas puertas al mundo. “Fomentar la lectura y no tanta pantalla es un desafío de los adultos”, instó.

Para María, ‘Cuentos del hada...’ se concretó de forma cooperativa naturalmente. El prefacio lo escribió su compañero Eduardo de Coulon -subrayando esas noches de cuchetas y narraciones como un privilegio-, los prólogos fueron tarea de Sofía y Tomás, que destacaron cómo los marcaron esos relatos e incluso en el epílogo los reviven en sus propios escritos de niñez y adolescencia. El hada se convierte en detective, el superhéroe en trabajador de la tierra. La huella persiste. Todo está clavado en la memoria.

“Es como la frase que dice que si bien los hijos no siguen exactamente tus huellas, no pisan el mismo camino, en sus huellas se perciben las tuyas”, cerró María instando a papás, abuelos, tíos a ponerse creativos y abrir el mágico mundo de los cuentos. 

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