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Viven en Jardín América y hacen adornos y figuras con cemento

Perdieron a su hijo y el camino de la artesanía los salvó de la depresión

Fernando tenía 31 años cuando falleció repentinamente en el año 2019. Buscando cómo canalizar el dolor por la muerte de su hijo, Raúl y María se abocaron al arte

viernes 22 de enero de 2021 | 0:38hs.
Perdieron a su hijo y el camino de la artesanía los salvó de la depresión
El matrimonio vivía en Posadas con sus hijos pero tras la pérdida se mudaron a Jardín América. Fotos: Esteban González
El matrimonio vivía en Posadas con sus hijos pero tras la pérdida se mudaron a Jardín América. Fotos: Esteban González

El dolor y la angustia de perder a un hijo es algo que no se puede describir con palabras. Así lo reflejan Raúl Dejarano (53) y María Benítez (53), que en 2019 tuvieron que despedirse de Fernando y para evitar que la depresión se siga apoderando de sus vidas arrancaron con un emprendimiento utilizando cemento como base de sus producciones, que se pueden encontrar en Jardín América.

Raúl es policía retirado y María enfermera, pero dejó de ejercer la profesión hace seis años tras el nacimiento de Milagros, su hija menor, cuando aún vivían en Posadas.

Hace 36 años que están casados y tuvieron seis hijos: Natalia, Carlos, Fernando, Matías, Adrián y Milagros. Fernando (31) era el tercero del clan y falleció por muerte súbita el 26 mayo de 2019 por lo que el dolor sigue siendo indescriptible. Fernando era amado por todos los suyos, la tristeza les tocó en lo más profundo y para mermar el desconsuelo, la pareja se aferró al arte y encontró fortaleza por su fe en Dios.

Según comentaron a El Territorio, el joven tenía problemas de tiroides y en 2018 viajó a Buenos Aires para una operación. Para los médicos la intervención quirúrgica fue un éxito por eso no entienden que año después el joven se acostara a dormir para ya no despertar.

“Para nosotros es algo traumático recordar el momento en que encontramos sin vida a Fernando. Llevamos a Milagros a la escuela porque iba a la mañana, al volver nos pareció raro que él no se hubiese levantado porque solía hacerlo temprano y preparaba el mate. María fue a la habitación y estaba sin vida”, contó Raúl con voz quebradiza.

“Es algo que no le deseo a ningún papá del mundo, yo tuve que enterrar a mis padres, dos hermanos míos, pero sepultar a un hijo supera todo”, expresó el hombre y agregó: “Llegar a casa un día lindo y encontrar a tu hijo muerto lo vas a llevar siempre en la mente y en el corazón”.

María, por su parte, reflejó: “Hay que pasar por algo así para saber lo que es realmente ese dolor, es como que te arrancaran un pedazo tuyo”.

Al sufrir esa pérdida comenzaron con tratamientos con un psiquiatra y psicólogo. Fueron medicados para no caer en la depresión y que suceda algo peor, por ello decidieron mudarse a Jardín América en diciembre de ese fatídico 2019 y dejar la casa donde vivían porque ahí continuaban los recuerdos que les dejó Fernando y les hacía mal.

La sugerencia del psiquiatra fue encontrar algo que les motive a continuar. “Él nos recomendó buscar algo para no caer en la depresión, nos dijo que el medicamento que nos recetó no nos va a curar, por eso nos sugirió hacer alguna tarea y así lo hicimos”, comentó Raúl.

“La idea era buscar la tranquilidad que te permite encontrarte con vos mismo, la pandemia también ayudó a eso”, explicó María. Aunque también dijeron que el encierro y pensar en el hijo fallecido les hacía mal y más aún tras ser tan reciente la pérdida.

Poner manos a la obra en las artesanías con cemento fue como un volver a ponerse de a poco de pie y volver a caminar algo más aliviados. Sienten que así se desconectan del mundo exterior y pueden dar vida a lo que ellos mismos fabrican.

“Un día teníamos cemento en nuestra casa y vimos que podíamos hacer algo, nos motivó un adorno que habíamos visto y nos lanzamos a eso. Fue producto de la tristeza que no sabíamos cómo superar”, comentó Raúl. El trabajo que realizan son adornos para el jardín,. “Las fabricaciones pequeñas pueden demandar un día, algo más grande dos jornadas porque hay que esperar que el cemento se seque”, explicaron.

La tarea que hacen tanto Raúl como María no solo depende del clima, si hace calor o frío, si llueve o hay sol, también incide el estado de ánimo. “Nosotros no hacemos a pedido, realizamos y luego vendemos. Hay veces que nos levantamos con pilas y trabajamos juntos y hay jornadas que no tenemos ganas porque todavía estamos en un proceso y eso también nos demanda tiempo”, ratificó Raúl.

“Tratamos de superar haciendo esta tarea, pasar el día con las artesanías pero cuesta apagar la angustia que llevamos”, dijo María.

Además la mujer comentó que creen en Dios, tienen fe de que van a poder salir adelante. “Le agradecemos a Dios que por lo menos nos prestó a Fernando 31 años y que lo pudimos disfrutar. La fe es una forma de salir, una ayuda, creer en Dios es lo que nos mantiene en pie y nos ayuda a salir de esto”.

El principal motivo hoy en día es estar al lado de sus demás hijos, quieren que la más pequeña pueda crecer junto a sus padres y en ella apuestan y ponen todo el esfuerzo de seguir adelante.

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