Salió cara la comida

domingo 17 de enero de 2021 | 6:00hs.
Salió cara la comida
Salió cara la comida

a abuela Diana puso la comida para gatos en la latita y la dejó frente a la puerta de la cocina, como hacía todas las tardes.

- Espero que esta vez comas vos toda la comida- le decía a la gata Barcina que la miraba relamiéndose.

Entonces la abuela le ponía agua en otro tarrito y la dejaba, pero antes le hacía una recomendación.

- Comé todo enseguida porque si no viene la gata Corbata y te va a quitar la comida. ¡Es terrible esa gata!

Lo que la abuela no sabía era que no solo la gata de la vecina quería la comida, desde el patio del otro lado estaban mirando los lagartos del barrio. El mas grande, Manchado, estaba más cerca del tejido y comenzó a acercarse a Barcina despacito, cuando ella lo vio se alejó asustada, porque el lagarto era mas grande y mas fuerte que ella.

Desde el fondo, escondidos miraban también Juancho y Colón, los más chicos. Se relamían pensando en esa comida, que de tan rica parecía que estaba hecha para lagartos. Vieron al grandote empezar a tragar los trocitos y sus bocas se les hicieron agua, entonces decidieron ver como podían hacer para quitarle un poco para cada uno. Secretearon un poco y comenzaron a acercarse, Colón llegó por delante de la casita donde se ponen las garrafas y Juancho se escondió detrás. Colón amagó acercarse a comer y Manchado lo sacó corriendo, volvió a insistir y entonces el grandote se enojó y lo empezó a perseguir. Corrieron por todo el patio, mientras Colón salía tranquilamente y se ponía a comer los trocitos que ese día parecían más ricos todavía. Estaba con la boca llena cuando el grandote lo vio y se olvidó de Juancho para largarse a toda carrera hasta donde estaba el ladrón de comida y comenzó a perseguirlo.

Entonces Juancho despacito se acercó al plato, primero tomó un poco de agua y después se puso a comer, estaba tan rico que se distrajo y reaccionó recién cuando sintió los dientes de Manchado apretándole la cola. Colón miraba desde lejos tratando de hacer algo para distraerlo, pero no se le ocurría nada. Pedrito Gorrión estaba en una rama del árbol mirando las carreras y cuando empezaron a pelear se puso a gritar.

- Pablito, Pablito, vení rápido, acá hay una pelea de dinosaurios.

El hermano llegó volando a toda prisa para no perderse el espectáculo.

- Te apuesto a que el grandote los faja a los dos- dijo cuando llegó.

- No sé, los mas chicos son más rápidos - Dijo Pedrito que había visto todas las corridas anteriores.

 El grandote lo arrastraba por todo el patio y no lo largaba, estaba decidido a darle su merecido. Juancho hacía fuerza para zafar y Colón los seguía de atrás sin animarse a intervenir. Cuando vio que Alexia se asomó a la puerta encontró la excusa para salir huyendo y Juancho se asustó tanto que salió corriendo atrás. Recién cuando pararon a esconderse atrás de un árbol en el patio del vecino, Colón se dio cuenta que a Juancho estaba distinto.

- Te falta la cola- le dijo.

- Si, pero no importa después me crece otra- contestó haciéndose el despreocupado, pero sabía que eso demoraba y tener una cola tan grande como la de su amigo llevaría mucho tiempo.

Siesta en la cocina

A la hora de la siesta el cielo estaba medio nublado y Alexia no quería dormir. Agarró a Chiquita y Manuelo, dos de sus tortugas, y salió con ellos al patio del frente. Juntó algunas hojas y unas flores coloradas para que ellas comieran y se sentó para dárselas. A Manuelo se le pusieron amarillos los labios por el polen que tienen las flores, Chiquita lo miraba tratando de aguantarse la risa. Alexia fue hasta atrás a buscar una escoba y ellos quedaron solos en el pastito.

- Limpiate la boca que parecés un payaso- dijo Chiquita.

- ¿Otra vez? Siempre me pasa lo mismo, esas flores son muy ricas- dijo él frotándose los labios con la pata.

- Si, a mí también me gustan mucho.

Tuvieron que callarse porque Ale se puso a barrer la veredita, para sacar las hojas secas y las flores amarillas, que ya empezaban a caer al acompañando al otoño. En silencio se hacían señas, porque los animales pueden comunicarse sin hacer ruido y seguían comiendo tranquilas mientras ella limpiaba.

Entonces la mamá salió a la puerta y dijo:

-Ale vení a cambiarte que tenemos que salir.

-Ya voy, má- contestó y se puso a cargar las hojas en la palita para llevarlas a tirar.

Guardó las cosas y se llevó a las tortugas al dormitorio para cambiarse.

-Pórtense bien ustedes ahora que no vamos a estar, no anden recorriendo toda la casa. Apenas escucharon el ruido de la puerta al cerrarse salieron apuradas pero la puerta del patio estaba cerrada, entonces fueron hasta la cocina. En la ventana estaban Pedrito y Pablito Gorrión preparados para entrar a comerse las miguitas de la mesa y al ver entrar a las tortugas volaron a saludarlas.

- Hola chicos ¿Salieron todos?

- Parece que sí, pero no van a tardar en volver- dijo Manuelo.

-Voy a buscar a Juancho para que venga acá, porque ustedes no pueden salir con las puertas cerradas- dijo Pablito y salió volando para el patio.

Cuando llegaron Juancho y Pablito, Pedrito estaba parado en el borde de la azucarera destapada tratando de atrapar a una hormiguita, con tanta mala suerte que se cayó y volcó todo el azúcar.

Juancho subió a la mesa y con la cola cargó casi todo lo que se había caído. Volvió a colocar el azucarero en el lugar, pero había todavía un poco desparramado alrededor.

-¿Qué hacemos para arreglar este desastre?- preguntó Juancho a los hermanos gorrión que lo miraban.

-Ya sé que podemos hacer – dijo Pedrito y con su pico hizo una línea de azúcar hasta las hormigas que estaban allí.

Las hormigas empezaron a llevar el azúcar al nido y avisaron a las demás del festín que iban a hacer. Entonces vinieron más y más hormigas y se llevaron todo el azúcar que había quedado.

Cuando Alexia y la mamá llegaron se sentaron a la mesa a tomar el té y ninguna de las dos se dio cuenta de lo que había pasado.

Lavalle tiene publicado los libros Releyendo Mitos (cuentos) Sarita (novela) Andrés y la Melchora (novela) Argentina 78, el otro mundial (cuentos) entre otros

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