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Libros de acá / Reseña

El espíritu de la música

domingo 17 de enero de 2021 | 6:00hs.
El espíritu de la música

Sobre “La clave Zipoli” – Cuentos en Ruinas. De Roberto Maack. (Segunda Impresión. Ediciones de la Paz, Resistencia, 2020)

Roberto Maack, periodista experimentado, sabe muy bien de las peripecias de su trabajo, por eso que afirmaba el poeta T.S. Eliot ya hace casi un siglo: “hacer periodismo es escribir al dorso de los avisos comerciales”.  Con eso aludía Eliot por supuesto a las restricciones que surgen de escribir dentro de los márgenes determinados por las líneas editoriales de empresas periodísticas, a su vez condicionadas por poderes y anunciantes diversos.

Aunque en el libro “La clave Zipoli” el desafío para Maack no es precisamente periodístico: su intención es recuperar ciertos aspectos de la experiencia jesuita en estos pagos, ya ni siquiera apelando a una crónica histórica sino haciendo ficción. Maack eligió internarse en un camino más sinuoso que el de la crónica (aunque por momentos apele a ese género en este texto): inventar, imaginar, construir personajes y situaciones, en este caso alrededor de hechos históricos. El primero de los relatos, “La clave Zipoli”, está tejido a partir de dos incógnitas que preocupan y ocupan al jesuita Santiago Sepúlveda, narrador y protagonista de esa historia: “la razón verdadera por la que la Compañía de Jesús fue expulsada de estas tierras”, y quiénes fueron “los impulsores de aquella conspiración”, un poder que aún hoy subsistiría en las sombras. El trabajo de Sepúlveda con los archivos del vaticano le permite acceder durante años a información valiosa sobre la historia de los jesuitas, y la elección de un papa jesuita lo impulsa a organizar un texto con los resultados de esas investigaciones. Como un detalle, se consigna la aparición en una reducción jesuítica de 5.500 partituras musicales, entre ellas obras de Domenico Zipoli.

Luego de esa inicial narración, “La clave Zipoli”, las sucesivas historias parecen desprendimientos, expansiones de lo recorrido en este primer relato que da nombre al libro entero. O quizá sería más preciso describir a esos relatos subsiguientes como hilachas de diversas tonalidades que se van destejiendo de un tronco central, que es la historia de los jesuitas en nuestra tierra. Desde una carta de los caciques guaraníes de Yapeyú oponiéndose a la expulsión de los sacerdotes, hasta la música que surgiría hoy en día en la iglesia inconclusa de una reducción jesuítica, de la mano de un misterioso violinista homónimo de un músico guaraní del siglo XVIII, pasando por la búsqueda de un crucifijo de marfil del padre Roque González, un santo objeto proveniente de los inicios del cristianismo. No se priva Maack de hacer además una especie de acto de alta justicia poética al imaginar una maldición que castiga a los descendientes de los asesinos de Roque González: seguir recordando a través de las generaciones la escena de ese crimen. O de imaginar la melancólica historia de un vaso expuesto en el museo de la reducción de Loreto, asociándolo a una bella princesa polaca del siglo XX. O de trazar las peripecias de un músico guaraní, Roquito, que vuelve a su pago en San Ignacio Miní tras larga y dolorosa ausencia.  O de exponer el enamoramiento enfermizo que sufre el agente aduanero Cardoso hacia un cuadro de una virgen pintado en una reducción jesuítica en el siglo XVII.

Como una continuidad deshilachada en girones entonces y personificada en guaraníes y jesuitas de diversas épocas, y en investigadores o archivistas actuales (el jesuita Santiago Sepúlveda, el agente aduanero Cardoso), se van encontrando libros históricos, viejas partituras (obras de Zipoli y otras), antiguos cuadros (la virgen Mater Dolorosa), que brotan como eflorescencias ingobernables de la memoria, pero capaces de expresar con sensibilidad en tramas de diverso pelaje doscientos años de ese proyecto jesuítico tan relevante para la historia de nuestra región.

Y esas eflorescencias que centran en el arte y la cultura -libros, cuadros, partituras que parecieran renacer y encarnarse generación tras generación- una perspectiva de esa desaparecida relación entre guaraníes y jesuitas, se emblematizan en la música: la clave de lectura de este texto variopinto sería precisamente esa… la clave Zipoli, el músico más grande de esos tiempos. La música, elemento central en la comunicación entre jesuitas y guaraníes, atraviesa aquí a la manera de un trabajado pespunte que abarca varios siglos, las diversas historias y personajes. Como ese músico homónimo de otro antiguo músico guaraní, o ese entrañable violinista también guaraní que regresa ya viejo a su pago natal, la reducción de San Ignacio Miní. Y que afirma, a modo de síntesis del siempre inefable espíritu de la música que terminó empapando todo el libro: “mi gente es la música. Ellos todo lo hacen con cantos desde la mañana hasta el final del día”.

Mazal es profesor de Teoría Literaria de la Unam.

Por Osvaldo Mazal

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