El amigo de internet

domingo 17 de enero de 2021 | 6:00hs.
El amigo de internet
El amigo de internet

Hosco de toda hosquedad, con nadie se trataba, nadie lo quería condición agravada por la opinión de la gente, que de poca tela cortaba mucho y extendido; como había ocurrido con su entrada en Internet, de cuya asidua navegación obtuvo el trato frecuente y la amistad con un colombiano que le hizo conocer la historia de esa región de América, y lo convirtió al bolivarismo. De la cultura y las letras de Colombia aprendió bastante, sobre todo la historia de María de Jorge Isaacs y su dramático amor con Efraín. También supo de poetas colombianos y venezolanos contemporáneos, tales como Juan Manuel de Roca, Andrés Eloy Blanco, Lubio Cardozo y otros. En lo que atañe a cuentistas y novelistas, su preferencia se deslizó en un todo hacia el famoso Gabriel García Márquez, de quien leía cuantas obras llegaban hasta aquí, siendo que de las letras argentina apenas tenía presentes a Borges, Sábato, Julio Cortázar, Jorgelina Loubet, Marco Denevi…, y no por prejuicio antinacional, porque consideraba que lo nuestro era insuperable, y sobre todo lo atrapaba su lectura por el lenguaje, el estilo, la ambientación. No, nada de prejuicios sino un gusto por puro gusto, por encontrarlo de mucha garra, de gran empeño, de garboso estilo, afirmado desde la consagratoria novela “Cien años de soledad”, que leyera en 1967, confirmado ello con las que siguieron.

El caso es que por esta vía intelectual computada se hizo amigo del colombiano, quien no tardó en prometerle visita, pues poseía recursos suficientes para viajar hasta aquí y permanecer unos cuantos días.

Lo que al parecer sucedió en el año 97, según se dijo y lo confirmó la gente. Unos los habían visto juntos por la calle de la ciudad, otros lo sabían por terceros. El caso es que, en las reuniones sociales, y más aún en las intelectuales, los querían tener por invitados de honor.

Pero fue pasando el tiempo y la presencia del colombiano y su amigo no se daba. Sin embargo, se los seguía viendo juntos, sobre todo en las plazoletas, paseos públicos y espectáculos multitudinarios. Pero siempre aislados; es decir, sin contacto físico con los demás.

Más de uno se puso a hacer averiguaciones. Hasta el Inspector Le Carré intervino en lo que para él era un caso como otro cualquiera, si bien no había crimen ni delito de por medio (¿No lo había?). Una angelical criatura encontró la clave: el colombiano sólo existía en el universo de la informática. Era lo que en el lenguaje de la computación se denomina realidadvirtual. Algo que es y no es. ¿Cómo explicarlo? El Inspector Le Carré permaneció atento por largo tiempo, mientras la adolescente trataba de hacerle entender cómo había aparecido el amigo de nuestro personaje.

-La Cibernética, Inspector, la Cibernética.

Le Carré puso cara de inteligente, y todos imaginaron que había entendido perfectamente.

-Entonces este amigo es producto de Internet. Le podríamos llamar Amigonet.

Los que conocían el humor de Le Carré, asumieron la sugerencia.

-No hay delito ni nada parecido. Amigonet es una realidad virtual. Sin embargo …. -agregó- Creo conveniente interrogar a este hombre, nuestro conciudadano, digamos. ¿Pero es que nadie sabe su nombre?

Los allí presentes cabecearon negativamente. Le Carré hizo una seña a su ayudante, y ambos partieron hacia su domicilio. Llegados que fueron, se llevaron la gran sorpresa: el hombre se había ausentado de la localidad, hacia un par de semanas.

-Algunos dicen que para Colombia …

Del libro: “La inseguridad de vivir y 20 cuentos sutiles”. Posadas, La Impresión, 1999

Hugo Wenceslao Amable

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