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Hoy se recuerda la muerte de Antonio Gil

Bandera roja que pide por la salud

El santo popular Gauchito Gil tiene ahora sus celebraciones en casa y aisladas, pero con la fe y la esperanza puestas más que nunca en combatir la enfermedad

viernes 08 de enero de 2021 | 1:50hs.
Bandera roja que pide por la salud

Héroe popular, de capa colorada y acento guaraní. Antonio Gil murió un 8 de enero de 1878 según la leyenda y las historias que se transmitieron de generación en generación afirman que murió a 8 kilómetros de Mercedes, Corrientes, dando inicio a un mito que se extiende en todo el país hasta nuestros días.

La salud es la clave en el comienzo de su historia y el motivo por el que miles y miles de personas acuden a su fe. Hoy, más que nunca, con una enfermedad tan contagiosa como misteriosa, misioneros, correntinos y muchos argentinos de otras latitudes piden la asistencia del Gauchito Gil.

Con las habituales celebraciones masivas suspendidas, puntos como Garupá, Candelaria y el mismísimo santuario principal de Mercedes se han quedado vacíos de fieles pero llenos de esperanza para cuando la situación sanitaria permita volver a reunirse en nombre del santo popular. Mientras ayer en Mercedes debieron vallar todo y recordar que estaban anulados los rituales presenciales, hoy la ceremonia sería virtual y en Garupá esperan poder reponerse para fin de mes abrir las puertas como acostumbran.

Tal como delineó la escritora e investigadora Julia Norma Catalano, que sigue de cerca todos los mitos populares de la región, la salud es lo que simboliza al Gauchito y “por lo que más le piden”. Describiendo la cantidad de ermitas, homenajes y ‘puestos’ que se visten de banderas y cintas rojas para dedicar su fe al gaucho correntino, alegó que “en esa bandera se pone los nombres de quienes piden por la salud”. “Más que nada le piden por la salud, por eso en este momento, con tanto Covid-19, todos quienes le tienen esa santa devoción al Gaucho Gil, que se encomienden a él”, postuló la investigadora en un extenso diálogo por Radioactiva 100.7, donde detalló la historia del justiciero social.

En ese marco, reflexionando sobre su extensiva devoción en toda la Argentina, entendió que “la Iglesia tiene que ocuparse de investigar y analizar más” el caso de este santo popular.  “Él renunció a pelear para no derramar la sangre de los hermanos y por eso fue perseguido. Deberían reconocerle más. Es una devoción del pueblo argentino que hay que aprender a valorar”, sumó en la charla radial.

En la misma línea es que destacó que personajes del clero como el obispo de Goya Ricardo Faifer -que visitó el santuario de Mercedes en varias ocasiones e incluso pidió a los párrocos de la zona que celebraran misas en su nombre- el recientemente fallecido Julián Zini, que le ha dedicado oraciones y poemas chamameseros al peón rural bendecido.

“La salud es lo más convocante”, insistió Catalano al recordar al monje convertido en San la Muerte, protector del Gauchito, y otro de los santos populares que otorgan salud.

Al revestir de más significado en plena pandemia que definitivamente arribó a la Tierra Colorada, y con el impedimentos de los típicos bailes, asados multitudinarios y más demostraciones de fe que solían ocurrir en cada enero, los rituales hoy se dan en las casas o entre allegados miembros de la familia que se dedican a llevarle ofrendas en alguno de los tantos puestos que se observan en la ruta.

Vida fuera de la ley

Retratando la figura del personaje que emula una especie de Robin Hood del Litoral, Catalano contó brevemente la historia de cómo Antonio se volvió El Gauchito.

Peón rural, era conocido por su rebeldía y al enamorarse de una mujer a la que pretendía también un comisario, comenzó su vida ‘fuera de la ley’, acusado de “atentar contra la autoridad”, según relató Catalano. Luego fue reclutado por el Partido Autonomista para pelear en la guerra civil correntina contra el opositor Partido Liberal, pero él desertó, entendiendo, tal como describe la leyenda, que “no podía derramar la sangre de sus semejantes. “Anduvo por los montes y formó una banda de cuatreros. Corrió la voz que despojaba a los ricos para repartir entre los pobres”,  manifestó la escritora.

“Una tarde con sus compañeros fueron sorprendidos por el ejército y todos fueron abatidos pero a él no le entraron las balas gracias al amuleto de San la Muerte que llevaba al cuello” siguió Catalano, refiriendo a que esta particularidad fue la que se popularizó en épocas de la Guerra del Paraguay donde los soldados locales le pedían al Gauchito que no los traspasaran las balas.

La historia trágica del gaucho concluye en el comienzo del mito. “El coronel Velázquez lo degolló  y en ese instante nació el mito ya que él era su primer devoto. Luego de entregar la cabeza de Antonio Gil, el coronel volvió a su casa y encontró moribundo a su hijo, allí recordó las palabras del gaucho: ‘con la sangre de un inocente se curará a otro inocente’.Cabalgó a toda velocidad hasta donde enterraban los restos de Gil con una cruz de ñandubay, juntó  esa tierra, humedecida con sangre y la llevó a su hijo, que se curó para la tarde”, narró Catalano.

Chamamé y justicia

Honda expresión correntina de nuestra fe popular/en la cruz de Antonio Gil el pueblo viene a rezar/y a su modo, clama al cielo por la justicia social/y por ese catecismo que no le supimos dar.

Correntino ité, gente fiel de más, si te alzaste fue por tu libertad. Bravo cuimbaé, limpia sangre avá, moriste en tu ley, por la libertad, rezan los versos del poema que le dedicó Julián Zini al Gauchito Gil, reflejando la fe que una multitud devota le asigna a ese peón rural, rebelde y fiel a sus convicciones. 

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