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“Me da alegría ver a los chicos con los juguetes”

En Capioví, Pablo Strieder, un fabricante de camiones, caballitos y otros productos en madera mantiene la sonrisa de los más chicos, de generación en generación

jueves 07 de enero de 2021 | 2:27hs.
“Me da alegría ver a los chicos con los juguetes”
Pablo Strieder en su taller de carpintería, que armó de pieza a pieza con esfuerzo.
Pablo Strieder en su taller de carpintería, que armó de pieza a pieza con esfuerzo.

A sus 64 años, Pablo Strieder continúa trabajando en su carpintería como desde que era joven, y el hecho de hacer sonreír a los más pequeños es lo que más le alegra. Se dedica no sólo a armar juguetes sino que también es apicultor, dos rubros que conoció desde chico. Con respecto a la artesanía en madera, destacó que se fue perfeccionando hasta tener todo lo necesario en su taller. Y en su vida cotidiana pone primero la familia y el trabajo como valores fundamentales.

Pablo contó que ya no se acuerda cuándo arrancó a realizar trabajos con madera, pero dijo que lo hace desde su juventud. “Hacía casas, colocaba machimbre cuando me lo pedían y luego empecé a armar juguetes”, contó el carpintero. A su vez relató cómo fue evolucionando en ese trabajar la madera: “Cuando arranqué usaba sólo serrucho, martillo, perforadora a mano y hoy tengo mi mini carpintería con máquinas eléctricas”.

Sobre la calidad de sus fabricaciones, Strieder estimó: “Hago juguetes resistentes, hay un camión que hice para uno de mis hijos y un caballito para una hija que aún hoy persisten y se convirtieron en juegos de mis nietos, así que imaginate los años que tienen”.

Pablo se casó hace 34 años con Jacinta Lucía Stofel, juntos tuvieron cuatro hijos (dos varones y dos mujeres) y seis nietos. Su hija más chica es quien necesita asistencia especial y aún vive con ellos. “Ella se defiende sola pero tiene que estar acompañada, por eso trato de trabajar y acompañar a mis hijos”, dijo Strieder. “Estoy de sol a sol en la carpintería, mientras no haya un inconveniente, cumplo con los pedidos que me hacen”, agregó al especificar que tiene la carpintería justo adelante de su casa “así que por cualquier necesidad en un ratito estoy”.

De esta manera, inquieto y atento, precisó que siempre hay espacio para dedicarle tanto a los trabajos como a los seres queridos. “Hay que llevarse el tiempo para todo, charlo con mis hijos y juego con mis nietos”, resaltó dando cuenta de cómo aprovecha al máximo sus días.

Como muchos artesanos de oficio, previo a la pandemia solía presentarse en ferias para vender sus productos y entre las que más quedaron en su memoria recordó su participación en ‘El Poncho’, en Catamarca en 2016. “Me dejó paralizado el día que me dijeron: ‘Usted tiene que venir por la mañana’ porque la feria se solía hacer por las tardes entre las 16 y las 22 y me indicaron que estuviera presente a las 9”, arrancó comentando. “Yo estaba con un compañero, fuimos al lugar a la hora indicada, pasaba el tiempo y nunca nos llamaban, mi amigo ya empezó a desconfiar y me dijo ‘parece que te hicieron venir de balde’. Ya estábamos medio ‘pichados’ de tanto esperar y resulta que nos tenían una sorpresa”, rememoró. Allí Pablo se enteró que una de sus creaciones típicas: un tractor con acoplado hecho con madera y que simulaba llevar yerba, sacó el primer premio en dicha feria. “Vine a Misiones re contento”, confesó.

Si bien no pudo estar presente en distintos puntos de venta, estos tiempos de pandemia lo beneficiaron de igual manera, tal como contó. “No me dejaron un juguete, impresionante cómo vinieron a comprar para regalar en las fiestas a los pequeños”.

Strieder dijo que tiene pedidos de distintas partes de la provincia como ser Oberá, Posadas, Iguazú, San Vicente, Andresito, entre otras localidades. “Me hacen los pedidos y yo fabrico de acuerdo a eso. La gente viene a retirar a mi casa y antes de la pandemia cuando iba a las ferias vendía y me hacía conocer en distintos lugares”, entendió sobre su labor.

Pero su amor por hacer juguetes de madera con una calidad única y sobre todo de aspecto muy resistente y duradero, no es lo único que le apasiona a Pablo, ya que en tiempos libres también es apicultor. Su papá se dedicaba a ese rubro, y aunque Pablo lo aprendió desde muy niño, recién se enfocó a esa tarea en 2005. “Actualmente estoy trabajando con tres apiarios y tengo cuarenta colmenas”, describió. “A las abejas de ocho a catorce días hay que revisarlas, entonces aprovecho también mi carpintería para hacer mis cajones y por ello tengo todo propio”, sumó. Manteniendo siempre una actitud positiva, reflexionó sobre la perseverancia necesaria para el éxito. “Hubo épocas, como en los comienzos, en las que yo tenía poco trabajo y tuve que salir a cortar yerba para hacer entrar unos pesos en casa”, recordó. Pero para él esos momentos complicados lo fortalecieron. El hombre afirma que  nunca va a dejar de aportar a la felicidad de los pequeños, que como la comunidad manifiesta disfrutan de sus fabricaciones que pasan de generación en generación. 

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