Fue reconocido en el 2018

Carlos Tereszecuk, de la militancia a la clandestinidad

Se crió en Villa Urquiza, estudió en Córdoba y en la Universidad de Misiones. Valores inquebrantables, solidario e introvertido
domingo 13 de diciembre de 2020 | 6:04hs.
Carlos Tereszecuk, de la militancia a la clandestinidad
Carlos Tereszecuk, de la militancia a la clandestinidad

Carlos Tereszecuk era el segundo de seis hermanos. Quienes lo conocieron lo describieron como una persona introvertida, pero un militante acérrimo. Le decían Carlos, Carlitos, El Flaco, el Tere. Fue criado en Villa Urquiza, en Posadas, y después de terminar el colegio en Fátima, se fue a Córdoba a estudiar Filosofía y Teología, aunque luego abandonó los estudios y volvió a la capital provincial.

Entonces, empezó la carrera de Trabajo Social en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Unam, donde militaba para la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Fue el vicepresidente del Centro de Estudiantes y siempre tenía consigo el mimeógrafo, una herramienta que entonces servía para reproducir apuntes.

En 1975 se convirtió en secretario de Pablo Fernández Long, del Partido Auténtico (PA), en la Cámara de Diputados de la provincia. Ese perfil, en épocas donde toda actividad sindical era perseguida, lo puso en la mira de los militares y el 9 de septiembre lo intentaron secuestrar.

Por el interno los guardias de la Cámara se comunicaron con Tereszecuk y le dijeron que había cinco compañeros que no tenían documentos y no podían entrar. Pero era una trampa, ya que en realidad esos hombres eran policías vestidos de civil que querían detenerlo.

El primero que intervino fue Alberto Acuña, apoderado del PA y luego llegó Long. Ambos pudieron rescatar a Carlos, pero entonces empezó su derrotero en la clandestinidad, que lo llevó por varias casas en la ciudad, luego al interior de la provincia, Corrientes y Chaco, donde lo secuestraron y asesinaron.

Al principio, estuvo tres meses en la casa de los Franzen, donde sólo Graciela sabía quién era. Estaba escondido en una habitación, de donde casi no salía y comía lo que le pasaban por una reja. Después, se fue a la localidad de Los Helechos, donde trabajó en la chacra, también siempre escondido.

Se desempeñó en las cosechas de té y yerba otros tres meses, hasta que volvió a Posadas a despedirse de sus cercanos. Su nuevo destino fue Corrientes, donde vendía verduras en la calle para sobrevivir. Todo mientras sus familiares eran perseguidos y allanados constantemente por las fuerzas policiales para poder saber su ubicación.

Las cartas y su muerte
En julio de 1976, ya con el gobierno de facto, Carlos mandó algunas cartas donde contó que su situación era muy difícil y que el Ejército y la Policía lo estaban persiguiendo. Las cartas tenían que ser quemadas, debido al hostigamiento de las fuerzas policiales, que irrumpían con armas y los amontonaban contra la pared.

Sobre los días de detención, se supo que Carlos estaba muy desmejorado y que sus compañeros de celda tenían que bañarlo porque no se podía mantener en pie. Tenía 24 años.

Fue denominado uno de los “irrecuperables”, como llamaban a los militantes que no desistían de sus ideales pese a las constantes torturas sufridas en la clandestinidad.

Tereszecuk y otros fusilados fueron arrojados al río en un claro intento de impunidad de las fuerzas armadas, pero sus cuerpos emergieron días más tarde y enterrados como NN en una fosa común en el cementerio de la localidad correntina de Empedrado. En el año 2018, el Equipo Argentino de Antropología Forense lo reconoció y entregó a sus familiares.

 

Memoria activa a 44 años de Margarita Belén Arturo Franzen y el precio de enseñar derechos en la dictadura “Lo emocional no tiene arreglo y ataca en cualquier momento” Los Duarte y la dolorosa espera de los restos que nunca llegan El minucioso trabajo en busca del abrazo que quedó pendiente

¿Que opinión tenés sobre esta nota?