Noticias del diario

domingo 06 de diciembre de 2020 | 6:00hs.
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Noviembre de 1946. Como todos los domingos, Andrés Avelino Vera se preparaba para ir a ver al equipo de sus amores, al club Guaraní Antonio Franco.

Era la semifinal del campeonato de la Liga Posadeña de Fútbol, por lo tanto, muy importante y la consigna: ¡Ganar! Si bien era cierto que después vendría la final, pero ese era otro partido.

Luego de almorzar decidió ir a la cancha más temprano, calculó que iría mucha gente y el lugar donde él se sentaba podría estar ocupado. Siempre en la popular, detrás del arco que da sobre la calle Pedernera, esa era su cábala, pues le daba buenos resultados. En un partido anterior se sentó en otro sitio y Guaraní perdió 2 a 1 desde ese día decidió sentarse siempre en “ese” lugar.

Llegó bien a tiempo, ya había bastante público, como siempre inquietos y alegres. Su lugar estaba vacío por lo que pensó “menos mal que nadie ocupó mi lugar”.

Al lado izquierdo de él, un señor gordo fumaba ansiosamente, estaba con un niño bastante inquieto que no dejaba de agitar la bandera de Guaraní, era muy simpático y eso le distraía un poco. A su derecha un joven muy bien vestido y con aire de intelectual, observaba el verde césped, pensó: ¿Quién será este “señorito”?

-Hola, buenas tardes, le dijo el “señorito”, esperemos ganar hoy, como queriendo tratar de entablar una conversación, a Andrés Avelino le pareció un gesto amable.

-Si, le contestó. Ojalá que nuestros muchachos estén iluminados. Así comenzaron una linda charla esperando el partido, las tribunas comenzaban a llenarse de espectadores, el clima festivo iba en ascenso, ya faltaban pocos minutos para dar comienzo al encuentro.

-Me llamo Manuel Antonio Ramírez, le dijo, a la vez que extendía la mano para presentarse, él le correspondió de la misma manera.

-Es la primera vez que vengo a esta cancha, me hablaron muy bien de Guaraní, así que vengo a corroborar en persona.

-Creo que no se va arrepentir, le contestó Andrés, Guaraní es pasión, este equipo trasmite eso, ¡pasión!

-Ya veo, por el fervor que está poniendo esta hinchada bulliciosa.

-Soy periodista y poeta y estas fiestas populares me interesan mucho, continuó Manuel, dan muchos argumentos para escribir cuentos, historias, crónicas.

-Si, este equipo del barrio de Villa Sarita tiene muchas historias interesantes, creo que le sobrarán argumentos.

Justo en ese momento salían los equipos a la cancha y el estadio vibró de algarabía, papeles multicolores de rojo y blanco inundaron el verde césped, los fuegos artificiales dieron el clima festivo de una tarde a pleno sol y fútbol.

Trascurrido veinte minutos de juego del segundo tiempo, el partido estaba muy disputado con peligro de gol de arco a arco de ambos equipos, cuando de pronto un zurdazo de “Pirulo” Sánchez, delantero de Guaraní le clava en el ángulo, el arquero voló sin éxito, la hinchada explotó y de pronto estaban abrazados y gritando el golazo, Andrés Avelino con el hombre gordo y el poeta señorito, perdiendo toda su elegancia. Lo que pasó no fue magia, aunque se pareció bastante. “Pirulo” con la misma prestancia y efectividad de los craks, el mismo amague para que pasaran de largo dos defensores, hasta que de repente sacó un zurdazo con la comba y la potencia justas para mandar la pelota en el vértice izquierdo del arco, inatajable... Lo mejor de todo fue que “Pirulo” en el festejo, salió corriendo hacía el lugar donde estaban Manuel y Andrés Avelino que no dejaban de gritar.

Así terminó el partido. Guaraní ganó uno a cero. ¡Pasamos a la final!, dijo Andrés eufórico.

Comenzó la desconcentración y la gente se abalanzó a la puerta de salida, no le dio tiempo a Andrés de despedirse de su nuevo amigo Manuel. Esperó pacientemente que salga la gente para poder salir tranquilo, él no tenía apuro pues vivía a tres cuadras de la cancha.

Cuando se propuso enfilar hacia la salida, se dio cuenta que donde estaba Manuel Antonio había un cuaderno con letras grandes, “Cuentos y poemas”, decía la tapa. Indudablemente que era del poeta. Se había olvidado con el fragor del festejo.

“Le devolveré el domingo que viene”, pensó. Seguro que vendrá a ver la final.

El día siguiente, lunes, antes de ir a su trabajo Andrés Avelino acostumbraba siempre de tomar unos mates y leer el diario El Territorio que el canillita le dejaba debajo de la puerta.

En la página 8, sección policiales, lee ésta noticia con letras grandes: “De varios balazos fue ultimado anoche el periodista Manuel Antonio Ramírez”. El hecho ocurrió en esquina de las calles 3 de Febrero, casi La Rioja.

Una lágrima corrió por las mejillas de Andrés Avelino Vera…

No pudo continuar leyendo.

Inédito. El autor publicó los libros: Villa Sarita, La batalla de Mbororé, El tesoro de Sarandí, y Cancionero de la música misionera, entre otros.

Ramón Delgado Cano

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