Cuidar la selva, un legado de los antepasados
“Seguimos en peligro mientras no llueva suficiente para el monte"
Fernando Villalba (33) es profesor mbya y siempre vivió en la comunidad de Perutí de Caraguatay.
Trabaja en Corpus con alumnos de la carrera de Guía de Turismo con orientación Patrimonial, donde da a conocer los aspectos generales de las parcialidades indígenas de la región.
Este joven mbya, sin dudar y junto a otros jóvenes de la comunidad, decidieron acompañar en la lucha contra el incendio que se produjo en el área protegida de la comunidad. Y trabajar codo a codo con los bomberos de El Alcázar, institución recientemente creada y con personal en formación.
Respecto de su participación, contó: “El sumarme surge desde el corazón, porque el cuidado del medioambiente me lo enseñaron mis abuelos, en las prácticas culturales. Son lugares por donde recorría con mi papá y con mis hermanos cuando de niño aprendíamos a pescar y a nadar. Y no quería que el fuego terminara con el monte intacto para enseñarle a mis hijos qué aves y animales tenemos en nuestra reserva y la importancia de preservar en el tiempo”.
Fernando tiene dos hijos: Ara-í (Fernanda) y Bera-í (Yago) y siempre pensó en preservar la cultura y costumbres de sus ancestros para seguir transmitiéndosela a sus hijos.
“Vi algunas chacras quemarse, los pastizales y algunos yerbales que fueron controlados, pero nunca vi esta magnitud de incendio a una reserva de monte. Sabíamos del riesgo que corríamos el grupo de seis hermanos de la misma familia, estábamos juntos y cada quince minutos caían grandes árboles incendiados a metros de nosotros, nos avisamos con tiempo, pero también sabíamos en qué momento teníamos que retirarnos porque ya no se podía hacer más nada”, señaló.
El luchar contra el fuego a la par con los bomberos sirvió para ganar experiencia sobre la marcha.
“Primero iba con un machete y balde de 20 litros, no importaba si para cargar el agua tenía que ir al arroyo Paranay Guazú, de hecho lo hice una vez y me cansó mucho porque era difícil subir con agua por el cerro. Cuando el fuego seguía avanzando y estaba más cerca de un arroyito era más fácil acarrear el agua, pero también cansaba mucho”, comentó sobre la experiencia vivida esta semana.
Además, recordó: “Semanas atrás quemaban para el rozado y pensaban que estaban controlados, pero como no llovió por meses, seguía quemándose muy lentamente, hasta que hubo vientos y se descontroló. Y todavía seguimos en peligro de incendios mientras no llueva lo suficiente para el monte”.
Respecto del compromiso de los demás integrantes de la comunidad Perutí en ayudar a apagar el fuego, a sabiendas del poco personal de bomberos, manifestó: “Veo que unos pocos se interesan o no ven las consecuencias que puede dejar el incendio, en un par de días la inmensa riqueza que fue cuidada por muchos años, gracias a los cheramo kuery (abuelos), se perdió”.
“En Perutí hay aproximadamente hay 170 familias, entre yuruá (no indígena) y mbya. Y con esta pérdida de plantas medicinales, flora y fauna, espero que las personas que se consideran gente piensen y actúen como tal”, concluyó.
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