Muestras gratis

domingo 29 de noviembre de 2020 | 5:00hs.
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Raúl, atiende su propia tienda, y está en contra de las medidas tomadas por el gobierno. La cuarentena lo está arruinando económicamente, pero sobre todo está frenando el efecto de la selección natural. Raúl sostiene que la pandemia, se trata de una forma de defensa del planeta contra la plaga más grande y destructiva que tiene que enfrentar, los humanos. Odia ver como la curva de contagios se frena, y odia que los pocos clientes que tiene no hacen nada para cuidar el planeta.

Hace ya dos meses que se deleita escuchando en los medios de comunicación que se refieren a él, como el “asesino” que transmite el coronavirus a personas en edad vulnerable. Pero nadie sabe exactamente como lo hace y mucho menos quién es, para placer y tranquilidad de Raúl. Cuando algunos lo menosprecian y dicen que es mera consecuencia de la circulación comunitaria del virus, Raúl filtra anónimamente sus planes entre gente conspiranoica, y enseguida empiezan las demandas y acusaciones a ciegas. Le encanta que la gente sepa que alguien está haciendo algo, que desconfíen de todos y de nadie, la paranoia y los escraches entre inocentes es lo que más divierte a Raúl.

Tarde de domingo y ve entrar a su próxima víctima, Celia, una abuela de unos 75 años, con 3 nietos, cumple con los requisitos. Entra a la tienda con su barbijo para comprarle golosinas a los chicos. En el mostrador de la tienda está, como siempre, el recipiente con muestras gratis. Este recipiente es lo que más atrae clientes a la tienda de Raúl. En esta oportunidad hay garrapiñadas. Mientras Celia está pagando le reclama a Raúl que solo haya garrapiñadas, que ella no las podía morder. Con una sonrisa de satisfacción, Raúl, le dice muy amablemente que tiene un bizcochuelo de chocolate, si quiere probar. Celia no lo duda y prueba la oferta del tendero. Raúl observa con inmenso placer cómo de un bocado Celia se devora el bizcochuelo y se marcha de la tienda. La sigue con la vista a través de la ventana, pensando en cuánto tiempo tardarían en aparecer los primeros síntomas en esa mujer. Anota en su cuaderno otro palito, sumando veinte esa semana, las garrapiñadas eran el señuelo perfecto, imposible de consumir para los ancianos. Lo que le permite ofrecerles el otro bocadillo rociado con el virus.

Veinte es una buena contribución a la naturaleza, piensa Raúl, mientras guarda de nuevo las muestras del bizcochuelo infectado.

Primer premio del Concurso de cuentos cortos 2020 de la Biblioteca Pública De Las Misiones.

Fabiana Eckers

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