La casa de las palabras

jueves 26 de noviembre de 2020 | 3:58hs.
La casa de las palabras
La casa de las palabras

En frascos pequeños y grandes, esparcidas sobre la mesa o contenidas en fuentes -imaginó Eduardo Galeano a través del sueño de Helena Villagra- viven las palabras.

Esperan ellas, singulares o plurales, femeninas-masculinas-  inclusivas. Aguardan ellas que a veces son y otras adjetivan o como verbos se mueven a los saltos. Confían las palabras que el poeta las distinguirá entre todas las demás, dice el escritor  uruguayo en El libro de los abrazos.

El poeta contará una historia con las palabras suertudas. Se mudarán las elegidas a los libros. Y el lector las liberará una a una con el correr de las páginas.

En esa búsqueda de darle a las palabras movimiento. De jugar con la sana costumbre de la lengua de hacer posible nuevos horizontes, las docentes de la Escuela 346 del paraje San Isidro desarrollaron el proyecto Butacas Biblioteca.

En el marco de la iniciativa pedagógica, ayer por la mañana, en el patio escolar, se concretó la entrega de las diez primeras butacas biblioteca a familias de los barrios de oleros, Los Patitos, El Porvenir II. 

Al breve encuentro no pudieron asistir los niños por cuestión de protocolo, sí se hicieron presentes los padres que se mostraron muy contentos de llevar a sus casas un rincón de lectura.

Para compartir 

Las butacas biblioteca son baldes de pintura, decorados por las maestras, en las tapas va un almohadón cosido a mano y, en el interior están ordenados  los textos para toda la familia.

“Empezamos entregando diez butacas y la idea es que sean más y puedan llegar a todos. También, una vez que leen los libros en casa, los pueden prestar a los vecinos”, contó la maestra Silvana Farinola.

Farinola junto con sus compañeras Mónica Maidana, Ana Monges, Gladis Camargo, Alicia Aranda y Liliana Acuña compartieron con los papás la ‘función del lector’.

“Una de las finalidades de este proyecto es que en las casas haya libros, que tengan un rincón para la lectura. La lectura abre las puertas de nuevos mundos, nuevos paisajes, ejercita la imaginación. Una buena lectura, una lectura activa, entrena la comprensión de texto y la producción de textos propios, es esencial y está en la base de los aprendizajes”, destacaron las docentes.

Así, pidieron que una vez que las butacas lleguen a destino: las viviendas familiares. Se busque un rincón a resguardo de la humedad. Si es posible que sea un espacio con buena iluminación de luz natural para que los chicos se sienten a leer.

Primero hay que lavarse las manos -enseñan las educadoras-. Como tarea, solicitan a los tutores que confeccionen con sus hijos un señalador para recordar en qué página se dejó la lectura y también, que realicen un inventario, con título, autor, año de publicación, entre otros datos, que deben ser entregados el año que viene, cuando devuelvan las butacas a la escuela. Si se puede leer en voz alta, en ronda familiar y comentar lo que se lee, mucho mejor -aseguraron-.

“Nuestra idea es que los chicos incorporen el hábito de la lectura. En la escuela trabajamos mucho la lectura, tenemos los libros al alcance de los chicos constantemente, con una biblioteca móvil que recorre las aulas y el patio y con las cajas biblioteca. En este año que no hubo clases presenciales, la invitación es que se pueda leer en familia. La lectura une y además, fortalece la confianza”, expresó Mónica Maidana, impulsora de la propuesta.

La escuela ubicada sobre ruta 213, vecina al destacamento policial de San Isidro, tiene una matrícula de 250 niños. Muchos de estos chicos y chicas son hijos de oleros o de trabajadores temporales, contaron las docentes.

Stella Vera, docente a cargo, detalló que “estamos muy contentas con esta iniciativa que llevaron adelante las maestras que recorrieron las casas durante la cuarentena. Hay que reconocer la labor del equipo docente que buscó   siempre que los chicos estén vinculados con la escuela, que no se pierda esta conexión”.

Y añadió, “las docentes contaban que en sus visitas a las casas para llevar las tareas,  los niños pedían libros, porque en la escuela tenían la costumbre de leer 40 minutos todos los días”.

Evidenció que la comunidad escolar se encuentra en un lugar alejado, a unos siete kilómetros del centro- “muchos tienen problemas de conectividad de internet, se va la señal del teléfono, o no pueden pagar tantos datos. Hay familias con varios niños y un solo teléfono para hacer las tareas y para que sus papás trabajen. En este contexto, se cuidó mucho que los niños y las familias en general sigan en contacto con la escuela, se sientan contenidos y acompañados, se visitó las casas, y todo este trabajo se ve reflejado en este proyecto de lectura y solidario”.


Para colaborar 
Proyecto de lectura
Para hacer posible el proyecto Butaca Biblioteca de la Escuela 346 del paraje San Isidro, las docentes necesitan tachos de pintura vacíos de 20, 10 y 4 litros. También libros, cuentos de autores misioneros, revistas, historietas. Para colaborar: 376 4262568.

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