Reconstruyen sus últimos días, pero no se individualizaron sospechosos

Mientras el misterio persiste en Piñalito, despidieron a José Fernández

La autopsia reveló el castigo que sufrió el jubilado, pero no arrojó hasta el momento mayores precisiones. Una caravana acompañó los restos hasta Bernardo de Irigoyen
jueves 26 de noviembre de 2020 | 5:00hs.
Mientras el misterio persiste en Piñalito, despidieron a José Fernández
Mientras el misterio persiste en Piñalito, despidieron a José Fernández

El misterio por la muerte de José Antonio Fernández (66) en Piñalito Sur persiste. Desde el lunes, cuando lo hallaron asesinado y con signos de tortura, los investigadores buscan reconstruir sus últimas horas, establecer si tenía diferencias con alguien, saber quiénes cenaron en su casa la noche del domingo. Todo ello para poder avanzar hacia sospechosos que aún no aparecen.

“Hay dos o tres líneas investigativas”, fueron las palabras de autoridades policiales ligadas a la investigación. Sobre ello quieren avanzar y para eso no dejan de relevar testimoniales. Como suele ocurrir en estos casos, y sobre todo por la violencia con la que actuaron contra la víctima, los aportes son escuetos hasta el momento.

De todas formas, los investigadores pudieron establecer las últimas horas del hombre. Se supo que el domingo se fue a Tobuna y estuvo en un bar hasta su vuelta a las 19. Ese trayecto lo hizo con un amigo, pero luego se quedó solo. Desde allí, todo es oscuro hasta la siesta del lunes, cuando lo hallaron. 

En horas de la noche del martes, cerca de las 23, el cuerpo fue entregado a sus familiares luego de la correspondiente autopsia en la Morgue del Poder Judicial, ubicada en Posadas.

Finalmente ayer, cerca de las 9, fue sepultado por sus cercanos y amigos en el cementerio del Paraje Campiñas de Américo de Bernardo de Irigoyen, donde reposan los restos de sus padres.

Una gran caravana acompañó el cortejo. 

La autopsia

“No se pudo determinar el horario, ni la causa de muerte”, dijo ayer su hermano Carlos Fernández (50). Voceros policiales coincidieron en que por ahora no hay muchas precisiones.

De todas formas, se estableció que tenía lesiones punzocortantes en el pecho y la espalda, además de las marcas en manos y pies atados y los signos de ahorcamiento por las gomas para uso médico que el hombre vendía para la fabricación de gomeras.

La lesión más grave estaba debajo de la axila. Allí tenía incrustada una lima de motosierra que se partió al medio, ya que el mango estaba en el suelo. Se destacó que había dos hematomas en el cuerpo, que fueron los anteriores intentos fallidos por producir esa herida.

La investigación del caso está siendo llevada adelante por el Juzgado de Instrucción Tres de San Vicente, a cargo del juez Gerardo Casco. En la zona del hecho hay una comisión de la Dirección de Homicidios, que se unió a las dependencias de la Unidad Regional XII, abocados en caso como prioridad uno.

José Antonio Fernández era jubilado, vivía solo y atendía un quiosco sobre la ruta nacional 14, frente al destacamento de guardaparques local. Fue hallado asesinado cerca de las 14 del lunes por su hermano Carlos , a quien le pareció raro no tener noticias de él esa mañana.

Restos de milanesas, vino y platos que suponen una reunión de tres personas. La puerta de adelante cerrada como casi siempre y la de atrás abierta, desde donde vio el cuerpo de su hermano apenas se acercó al umbral, esa es la escena que describió a El Territorio. El cuerpo, agregó, estaba frío y rígido.

Se reconstruyó que la víctima había cobrado el dinero de su jubilación días previos, pero esa plata estaba en sus bolsillos. Tampoco había signos de desorden en la morada, lo que indica que él o los asesinos no estuvieron en busca de valores ocultos.

Su camioneta estaba en el garaje, así que el robo estaría prácticamente descartado.

“Lo que se sospecha es que él conocía a esas personas o le generaron confianza porque era una persona muy cuidadosa, muy desconfiada y determinada hora de la noche no abría la puerta porque ya le habían asaltado y no atendía a personas extrañas”, amplió Charly, como lo conocen al hermano de la víctima.

El docente tenía una relación muy estrecha con su hermano y contó que en el fin de semana había compartido varios momentos juntos, donde se lo vio bien. Sin embargo, sabía que estaba amenazado, aunque no por quién, porque definió a su hermano como una persona que no compartía mucho de su vida.

“Se lo venía bien pero supuestamente tenía amenazas de no sé quién persona, porque él no era de comentar. Era muy cerrado. Andaba con miedo pero nunca contó quién lo amenazaba. Sabíamos antes y siempre le controlamos la salida y cuando llegaba. Tenía amigos que le hacían de campana (sic), pero ese día supuestamente recibía visitas de unas personas conocidas. Le dijo al vecino que no desconfíe de nada porque iban a ir unas personas a visitarlo”, describió. 

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