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Nacer antes de tiempo

martes 10 de noviembre de 2020 | 3:44hs.
Nacer antes de tiempo

Pospartos con el corazón en un puño, salas de neonatología, incubadoras, sondas y tubos que conectan a respiradores. Padres que protegen por momentos desde el otro lado del vidrio a sus bebés que nacieron antes de tiempo, familias canguros que los sostienen sobre sus pechos, progenitores y familiares que sólo piden diagnósticos ante la frialdad de los profesionales de la salud mientras otros agradecen su humana calidez, son algunas de las imágenes que recrean los protagonistas de estas líneas.

Hablar de prematurez resulta necesario por todo aquello que se puede prevenir, pero también, para poder contener y acompañar el impacto personal, familiar, social, y en el ámbito de la salud que tiene el nacimiento de un niño o niña antes de tiempo.

Según la Sociedad Argentina de Pediatría, en Argentina nacen un promedio de 20 bebés prematuros por día, de los cuales sólo la mitad logra sobrevivir. Regina y Bruno están entre ellos.

Aferrarse a la vida
En medio de un fin de semana de relax, el pasado 29 de diciembre, en un complejo de cabañas en Puerto Rico, Eliana Lloves comenzó con dolores. Asistió al hospital local donde le dijeron que todo estaba bien. Al día siguiente comenzó con pérdidas y contracciones. Fue derivada a Eldorado, en el camino rompió bolsa y al llegar nació Bruno con tan sólo 29 semanas de gestación y 1,300 kilos. Su mamá pudo acariciarle el rostro un breve instante; luego sin más reparos se lo llevaron a neo.

“Por debajo de 1,500 kilos se considera de riesgo. Estuvo 84 días internado, 15 de ellos en Eldorado. Al comienzo no podíamos tocarlo y solamente ingresábamos a la sala cada tres horas. No poder tocar a tu bebé es terrible”, resalta Eliana, mientras recuerda abrazada a Jonatan, su pareja, los primeros días de su niño, que hoy tiene 10 meses. 

En el transcurso del embarazo no presentó complicaciones, cumplió con todos los estudios previos, incluso antes de viajar se realizó una ecografía para chequear que todo estuviera bien. “No tuve presión alta, mi glucosa era normal, nada me hacía sospechar que era un embarazo de riesgo”, recuerda Eliana. A lo que agrega: “Es ahí donde te invade la culpa. ‘Te preguntás qué hiciste mal para que tu hijo termine en una incubadora’”.

Bruno tuvo un derrame en el pulmón y en la cabeza, este último fue bastante grave y puso aún más en alerta a los padres ante las posibles secuelas.

“Según los médicos, no debería mover el lado derecho del cuerpo, pero lo hace”, explica Jonatan.

Fue operado de una retinopatía y de hernia en la ingle, necesitó oxígeno y fue alimentado por sonda. Pese a eso, Bruno se aferra a la vida minuto a minuto y hoy va progresando frente a todos los pronósticos.

Tres años de perseverancia
“Fui una paciente preeclámptica, primeriza, y a pesar de los controles periódicos esto me tomó por sorpresa. Regina nació con 32 semanas de gestación, 1 kilo 200 gramos y alto riesgo de no superar la prueba que significa la prematuridad”, así comienza su relato Julieta Mayol, su mamá.

Regina nació finalmente en el Hospital Materno Neonatal, donde previamente a su mamá con 6 meses de embarazo le detectaron presión alta. Julieta estuvo internada en terapia y seguir con la gestación representaba, en ese momento, un riesgo.

“Estuvo 52 días en neo, fueron semanas de ir por la mañana y volver a las 11 de la noche para poder acompañarla. Además, del bajo peso tuvo enterocolitis necrotizante, una hemorragia cerebral y dificultades respiratorias”, agrega.

Julieta vivió el transcurso de su maternidad “aferrada a cada indicación médica y descubrí que ese era el camino a seguir”.

“Hoy, casi tres años después, agradezco el seguimiento que realizaron los médicos del hospital y los profesionales de la Fundación Pequeños Gigantes”, destaca.

Gracias a este seguimiento, Regina se sentó a los 8 meses, caminó al año. Observadora y atenta, siempre está estimulada. “Batió todos los pronósticos negativos que podrían esperarse”, dice su mamá. 

Hoy, al comenzar la Semana Mundial del Prematuro, tanto Eliana como Julieta coinciden al recordar los nacimientos de su hijos, que su testimonio permite ver qué pasa desde adentro, ponen en evidencia la importancia del acompañamiento familiar y médico, de los derechos que tiene ese niño prematuro a ser atendido desde el punto de vista clínico pero también protegido y contenido por sus afectos.

 

Un espacio de contención

Con el niño prematuro, hay una familia detrás que también necesita contención y acompañamiento. Con esa impronta nació hace un año atrás la fundación Pequeños Gigantes. La ONG brinda un servicio público y gratuito que también contempla a los padres. “Empezamos con la estimuladora, ejercicios y atención psicológica. Si no estuviese la psico yo estaría desbordada de la culpa. Ser madre de un niño prematuro es una marca que nos va a acompañar de por vida”, resalta Eliana.

En la misma línea, Julieta afirma que “gracias a la fundación hoy Regina es el milagro que es. Fue la primera paciente que atendió la fundación y la van a agasajar este viernes”.

Hasta el martes 17 (Día Mundial del Niño Prematuro), la Fundación Pequeños Gigantes prepara una serie de actividades que incluyen a Posadas, Oberá y Eldorado con visitas al Hospital Neonatal y al centro de contención y seguimiento, entre otras.

“La Semana Provincial del Niño nacido prematuro, se focalizará en la visibilización de la problemática, concientización y seguimiento terapéutico en niños nacidos prematuros”, alegó Paula Schapovaloff, presidenta de la fundación.

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