Ángel Alberto Vieyra, artesano

Versatilidad, nobleza y potencialidad infinita

Desde su taller Tacuaruzú en San Ignacio, el trabajador especializado en bambú resaltó las cualidades de esta planta y celebró que la ciencia se esté ocupando de estudiarla.
domingo 08 de noviembre de 2020 | 5:00hs.
Versatilidad, nobleza y potencialidad infinita
Versatilidad, nobleza y potencialidad infinita

 

 

Golpe a golpe sobre la tierra  la tacuara gesta sonido sagrado. En lo alto es silbato del viento. Aseguran los guaraníes que convierten las cañas en takuapú -instrumento musical ritual- para que los ejecuten las mujeres y los dioses escuchen.

Y así, de principio a fin, se aprovecha esta planta de leyenda, dijo el artesano especializado en bambú, Ángel Alberto Vieyra (55). 

“En Misiones llama la atención la abundancia de todo. Quizás alguien que se cría acá no lo puede ver porque es muy cercano, muy familiar para sus ojos, pero esta tierra te deja maravillado y te hace soñar que todo es posible”, reseñó sobre esta porción de suelo a la que llegó como un joven mochilero y en la que impulsa hace 30 años su oficio de artesano. 

En su taller Tacuaruzú, en la ciudad de San Ignacio, charló con El Territorio sobre su labor con la tacuara, material flexible y duradero que se adapta a múltiples usos y al que le dedica su investigación para el conocimiento de la especie, la producción y aprovechamiento.

Oriundo de Buenos Aires, se radicó en la provincia en 1989 con su pareja y su hijo de meses.

“Yo sabía desde siempre que quería vivir en el interior, entre la capital y un barrio prefería mi barrio y entre mi barrio y un techo en el interior quería el interior, eso lo tenía claro desde chico. Siempre pienso que donde uno nace es circunstancial, pero hay un lugar que uno siente que es el suyo y yo me siento misionero. Acá llegamos con mi señora y mi hijo y después tuvimos una hija ya posadeña”, relató.

Estaba convencido -a su arribo- de que quería desarrollar un proyecto sustentable. “La primera idea era trabajar con una pareja amiga, tener un espacio de trabajo y producción  colaborativo y un espacio para cada familia. Bueno, estos amigos después volvieron a su lugar y nosotros con mi señora nos quedamos sin conocer a nadie. Sabíamos que queríamos trabajar con turismo y por ahí fuimos”, relató.

Tomó un empleo en una yerbatera al mismo tiempo que pintaba remeras a mano y las vendía en cercanías de las reducciones jesuíticas.

“Cuando compramos el terreno en que ahora está la casa y el taller, estaba lleno de tacuara, cubierto de tacuara, entonces dije que tenía que hacer algo con este material. Ahí yo estaba limitado por la forma de la tacuara, que es circular, por el diámetro que tiene un máximo, y porque no sabía nada de la planta, de su cultivo y de las técnicas para trabajar la madera”.

Rememoró que en esa época sólo había internet en la biblioteca y la conexión era bastante lenta y cara. “No había la posibilidad que tenemos hoy de tener información, conectarse era difícil y costoso, en más de una ocasión quise dejar las tacuaras de lado”.

Por ese entonces “los misioneros se reían un poco de mis productos de tacuara”, que eran vasos, bombillas, cucharas. “Pero al contrario de los locales, al visitante le encantaba, vendía bien. Eso me dio ánimo para seguir investigando, insistiendo con esta planta que tiene un gran valor y que quizás todavía no nos damos cuenta”.

Prueba y error

Con los conocimientos que adquirió mediante la lectura y la experiencia fue ampliando la mirada más allá de las limitaciones. En ese proceso, el hallazgo de una bibliografía específica le significó nuevos aprendizajes y desafíos.

“Muchas veces me frustré con este material, pero después le encontraba una vuelta. Lo pude planchar usando calor y ocupando las fibras internas así hice señaladores, por ejemplo”.

En una visita a la sede del Inta de Cerro Azul le facilitan un texto del colombiano Hidalgo López, editado en 1976, “hablaba sobre la Guadua angustifolia, yo sabía que entre nuestras especies nativas teníamos guadua, una es tacuaruzú y la otra yatebó. El autor hablaba de construcciones de puentes, ropa, casas. Era increíble, me explotó la cabeza, es como que descubrí un mundo”, marcó un hito en su formación laboral artística.

Con su trayectoria, Vieyra se convirtió en un referente en la producción de artesanías de tacuara o bambú y un conocedor de la especie y de sus variedades, a la vez que cultiva las cañas a las que transformará en su taller.

Una duda común en la zona es una pequeña muestra del desconocimiento y a su vez, del interés de la población por las tacuaras, señaló: “Tenemos cuatro especies nativas importantes en Misiones  y también hay otras subespecies. La verdad es que es una planta que muta en relación al suelo, a la luz, a la humedad, la temperatura entonces es difícil decir un número. Lo cierto es que en el mundo miles de tipos de bambú. Decir tacuara o bambú vendría a ser lo mismo porque es el nombre común, acá la llamamos tacuara, que es su nombre en guaraní”, explicó.

Despegue

En los últimos años -sostuvo- esta clasificación bastante rudimentaria que se hacía localmente por observación de la tacuara, se fue tornando formal con el estudio en laboratorio y la investigación científica. “Eso es buenísimo porque se está generando conocimiento y es una planta que se aprovecha todo. Es comestible, se pueden hacer objetos decorativos, utilitarios, muebles, casas, y además es amigable con el ambiente. Veo que hay que enseñar y focalizar en la forma en que cuidamos los cultivos, porque no hace falta fumigar con químicos nocivos para evitar las plagas”.

En estos días, Vieyra trabaja en su chacra para la plantación y cosecha de tacuaras y también produce cerveza artesanal a base de bambú y miel. “Con el bambú pasa que te deja atrapado todo lo que se puede hacer. Entonces siempre estoy buscando algo nuevo y viendo cómo mejorar un cultivo o cómo aprovecharlo mejor”.

Para saber más
Ángel Alberto Vieyra
Artesano especializado en bambú. Cucharas, vasos, agujas de tejer y de crochet, fuentes, cofres son algunos de los objetos pequeños que realiza en su taller. También, muebles y escaleras. En Facebook @Alberto Vieyra. 

 

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Pieza realizada por el artesano Ángel Alberto Vieyra.
Bambusa vulgaris se desarrolla hasta 12 centímetros de diámetro.
En sus años en el taller, Vieyra fue adaptando e inventando máquinas.
La materia prima transformada por el quehacer del artesano.
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