Las fases, el factor psicológico y la vida bajo encierro de los condenados a perpetua

“Sabemos que causaron un daño, pero las segundas oportunidades existen”

Para Manuel Dutto, jefe del Servicio Penitenciario Provincial, la premisa es trabajar sin prejuzgar. Reflexionó sobre la importancia de la sociedad en la reinserción
domingo 01 de noviembre de 2020 | 6:00hs.
Por Jorge Posdeley
“Sabemos que causaron un daño, pero las segundas oportunidades existen”
“Sabemos que causaron un daño, pero las segundas oportunidades existen”

“Nosotros trabajamos 30 años y ellos van a estar más tiempo detenidos que nosotros trabajando. Nosotros sabemos que trabajamos con personas que cometieron delitos, pero lo que menos hacemos es juzgar al interno. Hacemos nuestro trabajo y el tratamiento. No tenemos prejuicios. Tratamos de reinsertarlos a la sociedad y que vuelvan lo mejor posible”.

El testimonio a modo de premisa le corresponde al alcaide general Manuel Dutto, jefe del Servicio Penitenciario Provincial (SPP), que en sus siete unidades penales tiene distribuidos un total de 1.700 internos, de los cuales al menos 60 (56 hombres y 4 mujeres) están condenados a prisión perpetua.

Algunos de esos internos incluso se encuentran bajo condiciones de encierro desde la década de los 90, como son los casos de Rubén Darío Balbuena, Domingo Jesús Penteado o Pedro Luis Vieyra Duarte, mientras que otros recién ingresados ya saben que deberán permanecer tras las rejas hasta 2050.

Dutto, al igual que Carolina Mentlik y Candela Caloggero, dos psicólogas del SPP, fueron entrevistados por El Territorio para abordar las formas en las que se trabaja con internos que van a permanecer tras las rejas durante un período tan extenso como prevén las penas de prisión perpetua.

Atención y fases
“Ahora tenemos condenas muy largas. El cambio de 25 a 35 se dio hace unos años. Antes se decía la fecha de vencimiento de condena y la fecha de libertad condicional, ahora ya no se establece más la fecha de libertad condicional y lo que te dicen es que cumplidos los 35 años de la nueva ley recién a partir de ahí se puede pensar en una condicional”, explicó Mentlik al comienzo de la nota.

Los tres entrevistados explicaron que una vez que los internos ingresan a las unidades inician el denominado tratamiento penitenciario, el cual contempla diversas fases y cuya progresividad es determinada por la pena impuesta en su contra y por su adaptación, evolución y comportamiento bajo las condiciones de encierro.

En este punto, Caloggero, que además es jefa del Servicio Criminológico de la Unidad Penal V de Mujeres de Miguel Lanús, señaló que “cuando ingresa la interna/o hasta que está en fase de confianza nosotros hacemos informes de cómo fue evolucionando, más que nada en la parte psicológica, donde damos lugar a ver cómo ingresan, en qué estado están, cuál es la base de personalidad que tienen, qué podemos cambiar y qué no podemos cambiar para trabajar sobre eso”.

Durante este proceso, los reos reciben asistencia psicológica permanente, pero además de ello cumplen con obligaciones como la de estudiar y realizar talleres de oficios, actividades que están destinadas a prepararlos para cuando puedan recuperar la libertad.

“Nosotros tenemos por un lado lo que es el tratamiento penitenciario y por otro lado tenemos la asistencia psicológica del interno. No es el mismo psicólogo el que lo evalúa para observar las fases, sino que hay otro que está en la atención psicológica, con quien se trabajan proyectos futuros, de cómo el sujeto se va a reinsertar en la sociedad, de cómo va a volver a su hogar, de qué trabajos puede buscar, de dónde se puede insertar. Por ahí hay alguna vocación oculta que, por ejemplo, trabajando en una carpintería descubrió”, agregó Mentlik, que es jefa del Instituto de Clasificación y cuanta con más de 20 años de trayectoria dentro del SPP.

En ese contexto, por ejemplo, contaron que Penteado, que lleva 25 años detenido, ya hace trabajos extramuros dentro de la misma unidad, mientras que Adriana García, condenada por el crimen de su ex marido el abogado Guillermo Valdez, se encuentra en un período de semi-libertad con salidas laborales en una empresa posadeña, hacia donde antes de la pandemia iba todas las mañanas pero regresaba a dormir en el penal.

Para Dutto, todo esto forma parte de la “labor-terapia” del tratamiento penitenciario por el que atraviesan los internos condenados.

“Yo lo que siempre digo es que el SPP le da al interno todas las herramientas para que salga en libertad y pueda nuevamente vincularse a la sociedad. Acá tenemos escuela primaria, secundaria y educación terciaria, además de talleres de oficios, actividades deportivas y médicos de todo tipo. Estamos bien profesionalizados”, destacó el director.

Según explicaron, el tratamiento penitenciario es igual para todos, pero claramente con los condenados a perpetua la situación es un tanto especial dado que serán los que mayor cantidad de tiempo pasarán dentro del presidio, algunos casi una vida entera, viendo cómo constantemente compañeros suyos van saliendo mientras ellos no y en ese largo proceso hay diversos factores que entran en juego.

“Casi todos estos tipos de internos tienen características psicopáticas. Si las evaluaciones son negativas nosotros lo decimos, pero después es el juez el que decide por ellos. Mientras están acá no tenemos problemas con ellos, es como que se van adaptando y como afuera la presión social es muy fuerte saben que no hay muchas alternativas para ellos, entonces muchos aprovechan para terminar el colegio y aprender algún oficio”, agregó Mentlik.

Dutto indicó que así como muchos aún cuentan con la contención familiar, hay otros que no, lo cual es un factor determinante cuando por fin llega el momento en que terminan de purgar su extensa condena. Así como Penteado, que no tiene familiares que respondan por él y varios más. En esas instancias, destacaron que quienes “generalmente se acercan a darle asistencia a esas personas son los cultos o las iglesias”.

Segunda oportunidad
Como se mencionó al comienzo, la premisa que se tiene en el SPP es que independientemente de los delitos cometidos por cada uno de los internos, todos son seres humanos que deben ser tratados por iguales y el único objetivo es lograr su reinserción.

En ese contexto, mencionaron casos de personas que cumplieron con sus condenas a perpetua y hoy lograron rehacer su vida, aunque sus identidades se mantendrán bajo reserva para no exponerlos.

Pero esos casos son los menos y hay que tener en cuenta que quienes cumplen una perpetua en su totalidad salen ya con avanzada edad, prácticamente sin vínculos familiares y en un mundo totalmente opuesto al que era cuando cometieron el delito que los llevó a la vida intramuros.

Eso perjudica también toda posibilidad de reinserción o adaptación a la vida nuevamente en libertad y para Dutto el problema es ese: el después. “El SPP le da todas las herramientas al interno, pero lo que nos está faltando es cuando un interno sale, esa pata de contención, pero eso nos excede a nosotros. Siempre se dice que la reinserción del SPP es un desastre, pero para mí no. Mi postura es que nosotros hacemos el tratamiento bien, pero está faltando afuera, porque cuando salen en libertad la sociedad los rechaza. Cuando uno dice que es un ex interno la mayoría de la gente no los toma. Tenemos que coordinar bien eso y estamos viendo si cuando salen ya se los puede reinsertar con un trabajo”, expresó.

Y reflexionó sobre el tema con una mirada humanista: “Una persona que sale de la cárcel va a volver a vivir entre las personas y si no se le da una segunda oportunidad, seguramente volver a delinquir. Tenemos que ver cómo vincularnos como sociedad con el tema. Muchos salen con las dos manos atrás, imagínense estar 20 años adentro, muchos de ellos ya no tienen ni familia ni dónde ir a dormir. Es otro mundo. Sabemos que causaron un daño, pero las segundas oportunidades existen y tiene que haber un cambio”.

 

Estigma social y no hallar trabajo, los miedos

En la UP V de Mujeres actualmente hay un total de 43 internas y cuatro de ellas poseen condenas a prisión perpetua, algunas en fases ya avanzadas y sobre ellas se trabaja especialmente en contrarestar la ansiedad y los temores que le significan regresar a la vida extramuros.

“Cuando falta uno o dos años, es fundamental trabajar porque ahí la ansiedad, la tensión y los nervios juegan en contra. Empiezan con los miedos de con qué se van a encontrar afuera, de la mirada del otro, de si van a conseguir trabajo, de si la familia seguirá igual. Todo esos factores influyen”, explicó Caloggero.

La profesional indicó que sus principales preocupaciones antes de salir son el estigma social y el no encontrar trabajo. Por eso, afirmó que se trabaja en volver a “dignificar” a las internas.

“Sé la necesidad que tienen. Les hago sentir que son personas ante todo. Yo acá no vengo a etiquetar a nadie. Yo siempre les digo que acá están para transitar, que todas van a salir, que todas tienen que tener un proyecto y que al salir van a tener miedo, pero es normal”, agregó.

 

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