Nuevo debate sobre la lengua argentina

lunes 19 de octubre de 2020 | 5:00hs.
Nuevo debate sobre  la lengua argentina
Nuevo debate sobre la lengua argentina

En 1920 se propició un debate acerca de la posibilidad de un ‘idioma argentino’, que el diario Crítica plasmó en una encuesta a periodistas e intelectuales como Ricardo Rojas, Manuel Gálvez, Ricardo Payró y Jorge Luis Borges, y que aparece ahora reunida en el libro La lengua argentina.

La encuesta de 1927 captó el interés de los investigadores de las universidades de Buenos Aires, Córdoba, La Plata, Litoral y Patagonia Austral: Juan Ennis, Lucila Santomero y Guillermo Toscano y García, quienes la publicaron en el libro bajo la editorial Vera Cartonera, de la Universidad Nacional del Litoral y el Conicet.

Los autores vienen trabajando hace algunos años sobre las polémicas y los debates que aparecen en la prensa argentina a partir del siglo XIX y para ellos “la encuesta de Crítica ofrecía un abanico amplio de posiciones y argumentos disponibles en un momento de especial vigencia del debate sobre la lengua en la prensa”, explica a Télam Toscano y García.

“Sale en un momento en que todavía no se había terminado de armar un campo científico para los estudios lingüísticos. Entonces, en gran medida, las opiniones de quienes intervienen en la encuesta se basan en representaciones muy parciales, elementales y hasta imaginarias de cómo era, en ese momento, el idioma de la Argentina”, evalúa Toscano y García, secretario académico del Instituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

El investigador explica que “había una tendencia a pensar que la lengua de algunas ciudades (en particular la de Buenos Aires) o la de ciertos sectores equivale a la de todo el país, pero podemos decir que la lingüística nos ha mostrado que no hay un modo de hablar de los argentinos, sino una enorme y compleja diversidad de hablas, usos y representaciones lingüísticas, incluso intervenciones que tienen a la lengua como territorio de disputa”.

Hoy una de las preguntas es cómo influyen las nuevas tecnologías y las redes sociales en la forma de hablar y en este sentido, Toscano y García considera que “una cuestión es si esas tecnologías, Internet, las redes sociales, van a producir, en el terreno de la lengua, mayor diversidad o mayor uniformidad”.

 Juan Antonio Ennis considera que “es posible que todavía no podamos saberlo con precisión, porque este tipo de cambios (como con la imprenta) pueden cambiar todo el modo de relacionarse. Para el investigador “se trata de otro modo de pensar los medios disponibles de expresión”.

“En un contexto en el que gran parte de nuestras comunicaciones está mediada por dispositivos tecnológicos, acentuado aún más por la pandemia, el hecho de que muchos intercambios queden reducidos al uso de emoticones o stickers (sin negar, en absoluto, su potencia discursiva) no deja de ser un factor a atender como docentes”, agrega Lucila Santomero.

“Atravesamos tiempos tan difíciles que quizás podrían objetarnos por qué sería necesario hablar ahora de lectura, de gramática, de variedades lingüísticas, de debates sobre el idioma. Precisamente porque es imprescindible que la escuela el Estado garantice el acceso a espacios en los que los estudiantes desarrollen su pensamiento en palabras, aumenten sus posibilidades de expresión, argumentación y precisión”, apunta.

Un fenómeno que aparece hoy con una fuerza es el lenguaje inclusivo, que para Ennis “probablemente apunte no tanto a cambiar un aspecto de la morfología, en cuanto a añadir una pieza faltante, sino como a poner en cuestión, a problematizar el modo de vivir políticamente el lenguaje”.

“Como modo de presión no deja de resultar novedoso. Desde el fracaso de las lenguas universales a los casos exitosos de revitalización de lenguas prácticamente extintas, se pueden poner ejemplos a favor o en contra de este tipo de intervenciones, pero lo más sensato sea reconocerle cierta novedad y ver cómo evoluciona”, sostiene.

“La Real Academia dijo eso de que no se arreglan los problemas de la sociedad pretendiendo cambiar la lengua y encuentra una respuesta que le dice que los problemas de esa sociedad están gramaticalizados en el modo en que se expresa y que forzando la lengua puede forzarse también el sistema de representaciones al que da forma. Y eso es hacer política”, concluye Ennis. 

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