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Colonos inmigrantes franceses en Corrientes

domingo 23 de agosto de 2020 | 6:00hs.
Colonos inmigrantes franceses en Corrientes
Alfredo Poenitz

Por Alfredo Poenitz Historiador

Una de las tantas diferencias histórico-culturales de Corrientes respecto a sus provincias vecinas es que no tuvo ensayos inmigratorios, como sí los hubo en el Chaco, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe. Sin embargo existió, durante el gobierno del progresista Juan Pujol, una colonia agrícola con pobladores franceses, la colonia San Juan, que pervivió durante unos pocos años, entre 1855 y 1858.

En 1851, un médico francés, Augusto Brougnes, había realizado una activa propaganda en el Río de la Plata indicando que el creciente pauperismo del campesinado francés podía ser solucionado emigrando hacia América que requería de brazos y había abundancia de tierras. Pujol, entonces ministro del gobernador Valentín Virasoro, se contactó con Brougnes y, cuando fue designado gobernador, en julio de 1852, decidió poner en práctica el proyecto del médico francés. Sabía Pujol que la instalación de colonias de contingentes europeos familiarizados con las prácticas agrícolas beneficiaría mucho el desarrollo económico de la provincia.

Una ley de la Legislatura correntina de enero de 1853 autorizó al P.E. a celebrar un contrato con Brougnes. El empresario se comprometía a introducir mil familias de cinco personas cada una en un lapso de diez años y por grupos de 200. El Estado correntino se obligaba a destinar las tierras necesarias para los centros que se fueran formando. La idea inicial era instalar las colonias en las costas del Paraná y Uruguay, en el territorio de Misiones, entonces en disputa con el Paraguay. Cada familia recibiría lotes, habitación, semillas y animales. El título de propiedad se le otorgaría a los cinco años de su ocupación. Cada 200 familias formarían una colonia. Se les exceptuaba el pago de impuestos por diez años. La mitad de los lotes otorgados por el gobierno debían ser plantados con algodón, tabaco, caña de azúcar, trigo y maíz. El gobierno de Rosas apoyó este convenio indicando que se haría cargo de los gastos que demandaría la instalación de las primeras colonias. En octubre de 1854 partió el primer contingente, compuesto por 40 familias desde Burdeos. Eran 250 colonos, a los que se les sumaron otros 300 en noviembre de 1855.

Pese a los esfuerzos del empresario Brougnes, el traslado fue penoso. El primer grupo sufrió una epidemia de viruela que los obligó a quedarse en Montevideo en cuarentena. De los 250 colonos, 93 se quedaron en Uruguay. El resto recién arribó a Corrientes en enero de 1855. El lugar inicialmente destinado era al norte de la tranquera de Loreto (actual Ituzaingó), pero el Paraguay ocupaba ese territorio. Poco antes, había fallado un intento de devolución de Misiones por parte del gobierno paraguayo, por lo que el nuevo destino fue un terreno fiscal en el puerto de Santa Ana, en inmediaciones de la capital de Corrientes. Allí, el 3 de marzo de 1855 fue fundada la “Colonia San Juan”. Si bien la zona era apta para la instalación de una colonia agrícola, el espacio no fue el suficiente para albergar a los nuevos contingentes que comenzaron a arribar a fines de ese año. El gobierno entonces ordenó la expropiación de los campos adyacentes. Pero el abandono de esas tierras fue muy lento y lleno de contrariedades con el gobierno, que no indemnizó a aquellos pobladores ni otorgó los títulos a los colonos franceses. Estos reclamaron al consulado francés en nuestro país diciendo que se los había engañado con falsas promesas. En 1858 Pujol, molesto con estas actitudes de los inmigrantes, sumadas a los graves problemas de relaciones con los antiguos pobladores de las tierras cedidas a los colonos acusó a Brougnes de haber enviado a Corrientes, “pequeñas porciones de hombres desavenidos y discordes”. Otra de las quejas era que el contingente no estaba conformado exclusivamente por colonos sino también por artesanos desocupados en Europa que se trasladaron buscando mejor destino en el Río de la Plata. Entre ellos se mezclaban zapateros, picapedreros, carpinteros, quienes nunca lograron adaptarse. Para colmo de males, la actividad propiamente agrícola de los colonos fue amenazada por sequías, invasiones de langostas e incluso, inundaciones.

Ante tantas adversidades, muchos colonos decidieron irse de Santa Ana. En poco tiempo la colonia se disolvió. A mediados de 1857 el número de familias alcanzaba a 76, un año después sólo 32. Los pocos que decidieron quedarse tuvieron enormes pleitos con el gobierno porque nunca se les otorgó los títulos de las tierras. En 1862 se llegó a un acuerdo con éstos a quienes se los reubicó en la costa del Uruguay, cerca de Yapeyú. Allí las pocas familias de franceses que quedaban recibirían una pequeña chacra, comprometiéndose el gobierno a hacerse cargo de los gastos.

Así fracasó el pionero intento colonizador de Pujol en la provincia de Corrientes, desalentando futuras empresas de este tipo.
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