Ciudadanos del mundo, en un hogar común, con un sentido común

sábado 30 de mayo de 2020 | 5:00hs.
Señor director:
Sólo el derecho internacional puede generar un ambiente de paz entre las naciones, aunque no basta, también tienen que estar los valores de respeto, solidaridad y búsqueda del bien común entre ellas. 
La humanidad está conectada por un hilo rojo, como cuenta la leyenda sobre las almas que se encuentran, pero un hilo que une a las personas en su humanidad. Y siempre que se disminuya la dignidad de una persona, disminuye la nuestra. Por eso, cuando un país atenta contra la soberanía de un pueblo o quiere inmiscuirse en su forma de gobierno, no hace otra cosa que irrumpir el orden natural de crecimiento de ese pueblo; como si a un niño le impongo las responsabilidades de un adulto saltando etapas.  Hay mucha psicología común entre las personas y las sociedades, porque los pueblos se manejan con parámetros morales y existenciales al igual que las personas. Pero así como las sociedades comerciales para poder convivir tienen que tener affectio societatis, los matrimonios amor, respeto y buen trato entre sus cónyuges, la sociedad internacional debe entender que el destino de la humanidad es el bien común, no el bien particular, de una persona o de un país. Negar esto es ir contra la humanidad; debe existir solidaridad, generosidad, servicio, no alcanza con el derecho, el derecho se desprende del sentido de la vida que le demos. La ética no nace de de lo justo y lo bueno como dados por naturaleza, sino del sentido que los seres humanos demos por justo y bueno. Lo mismo con la usura, cuando un grupo económico, una nación somete a otra financieramente, con cláusulas leoninas, sin resultados materiales públicos, como empresas, puentes, represas, escuelas, hospitales etc, luego pide que ajuste sus necesidades hasta que le duela para cobrar sus intereses, o bonos que ha comprado a un precio vil, va contra la humanidad. 
El fin del dinero debería ser servir, facilitar el trueque, no obtener ganancias desmesuradas que condicionan la vida de los pueblos pobres y los someten a caos innecesarios. Es el sentido que le damos a la vida, al dinero, a los demás pueblos, al otro, al derecho, al estado lo que nos dará como resultado ese sentido. Y si no se llega, por lo menos se camina, y siempre, siempre, se avanza. Es el sentido lo que hará que emanen nuestra felicidad o desgracias futuras.

Pablo Martín Gallero
Puerto Rico
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