El Mesías

domingo 03 de mayo de 2020 | 5:00hs.
El Mesías
El Mesías
Gonzalo Peltzer

Por Gonzalo Peltzer gpeltzer@elterritorio.com.ar

E daí? Lamento. Quer que eu faça o quê? Eu sou Messias, mas não faço milagre, contestó Jair Bolsonaro el martes pasado cuando un periodista le reclamó por la cantidad de muertes debidas al coronavirus; ese día en Brasil habían muerto 474 personas, la cantidad total de muertes pasaba los 5.000 y estaban colapsando algunos cementerios (ayer los muertos llegaron a 6.750). Usted sabe portugués, pero por las dudas le traduzco literal lo que dijo Bolsonaro: ¿Y qué? Lo lamento. ¿Qué quiere que haga? Soy Mesías, pero no hago milagros.
E daí? publicaron varios diarios de Brasil como título al día siguiente. Se quejaban de toda una estrategia política errática, como esta que podemos imaginar: 
–Señor presidente ¡están muriendo 500 por día!
–¿Y qué?
–Señor Bolsonaro ¡ya no hay lugar en los cementerios!
–¿Y a mí qué?
–Presidente Jair, ¡el país se va al pique!
–¿Y qué querés que haga, chamigo?
Pero lo tremendo de aquella respuesta es el sentido que le agrega la frase soy Mesías pero no hago milagros. Confieso que no sabía que Bolsonaro se llama Mesías de segundo nombre, pero lo supuse enseguida y lo confirmé en dos minutos: se llama Jair Messias Bolsonaro, por eso es Mesías… y no hace milagros porque no es Mesías. Ahí empecé a elucubrar esta teoría, probablemente disparatada, que le comparto:
Cuando era chico y a raíz de la intervención de un imbécil en un asunto familiar, me dijo mi padre: No te equivoques Gonzalo, cuando una persona tiene cara de imbécil es porque es imbécil. Sabía desde entonces que con el tiempo a uno se le pone cara de lo que es; pero no pasa lo mismo con el nombre porque nadie espera a ver cara de qué tenemos para ponerlo, y en la mayoría de los casos el nombre está esperando desde bastante antes de la posibilidad concreta de nuestra existencia. Con el tiempo a la mayoría se nos compagina la cara con el nombre, mientras que a algunos –son los menos– hay que ponerles apodo porque el nombre que eligieron sus padres no pega ni con poxipol. 
Ahora ya no me sorprende un líder mesiánico en Brasil; que como es el que los brasileños eligieron, no tengo nada que decir sobre sus actos de gobierno. Ellos sabrán lo que hicieron y esto recién empieza, así que no cantemos victoria hasta que contemos los números finales a uno y otro lado del río Uruguay. Pero sí quiero decir algo sobre el mesianismo de estos tiempos, que parecen ser los más jorobados de nuestras vidas.
A los líderes mesiánicos se les agota rápido el libreto, y se les agota rápido porque es muy corto. Son buenos cuando solo vale hablar y no hay mucho que gestionar. Por eso los líderes para estas épocas son los gestores: los que se ponen el problema sobre los hom-bros y lo resuelven, sin elocuencia, sin discursos y con entrega sacrificada y silenciosa a su trabajo.
No importa la vereda ideológica de esos líderes: mesiánicos y gestores hay en todo el arco político. Lo que tengo claro es que están fracasando los mesiánicos y teniendo éxito los gestores. Solo nombro a nuestro vecino Bolsonaro. A los demás usted los conoce tanto como yo.
Por eso quiero darle un consejo final: si está pensando en un nombre para su hijo, no sea caprichoso y acuérdese de que lo marca para siempre.