Las Pascuas en las Misiones Jesuíticas

viernes 10 de abril de 2020 | 6:00hs.
Alfredo Poenitz

Por Alfredo Poenitz Historiador

Las Misiones Jesuíticas constituyeron una experiencia única y original que no hubiese sido tan exitosa sin la integración de dos componentes fundamentales: la actitud del jesuita frente al indio y la espiritualidad ancestral guaraní.
A partir de la imaginería religiosa que se ha conservado a través del tiempo a pesar de los infortunios de la mayoría de sus pueblos, podemos extraer conclusiones en relación a la particular celebración del Domingo de Resurrección en los pueblos jesuíticos. Llama la atención, en este sentido, la reiterada presencia en museos de imaginería jesuítico-guaraní de dos esculturas procesionales, la de Cristo Resucitado y la Virgen de la Resurrección. No los había ni en España ni en otros lugares de Hispanoamérica. Sólo en las Misiones Jesuíticas de guaraníes, como así en Moxos y Chiquitos.
El P. Cardiel, se refería a la funcionalidad de esas imágenes en el Domingo de Resurrección, del siguiente modo:
“La mañana de Resurrección es cosa de Gloria. Al alba ya está toda la gente en la Iglesia. Por las calles, plazas y pórticos de la Iglesia, todo está lleno de luces: todo es resonar de cajas y tambores, tamboriles y flautas, tremolar banderas y gallardetes en honra de las estatuas colocadas en medio de la Plaza, el Cristo Resucitado y su Santísima Madre… El sacerdote inciensa las dos estatuas. Sale la imagen de Jesucristo por un lado con todos los varones (del pueblo) y por otro lado la Virgen, la música y todas las mujeres. Los músicos se deshacen cantando… después de haber acabado las tres caras de la plaza, en la cuarta la imagen de la Virgen se viene a encontrar con Ssmo. Hijo en medio de muy profundar reverencias…Juntas las dos imágenes sale una danza de Ángeles, que son muchos músicos, al son de arpas y violines… comienzan a cantar y danzar alrededor de las imágenes….”
Aún hoy en lo que fueron las Misiones Jesuíticas de Chiquitos y de Moxos (Bolivia) esta celebración se lleva a cabo prácticamente del mismo modo. Al igual que en algunos pueblos del Paraguay, y aún de Corrientes, perdura esta particular forma de celebrar el encuentro entre la muerte y la Vida. Entre el Viernes Santo, donde Jesús es crucificado y el Domingo de Pascuas donde se produce su Resurrección.
Es fundamental para esta particular celebración el rol jugado por el pueblo guaraní con su mentalidad y creencias previas a los tiempos jesuíticos.
Es un pueblo que tiene sentido del dolor y de la muerte pero no los vive como un drama y por eso posee al mismo tiempo el sentido de la fiesta. Y en una ocasión donde ambas vivencias se separan por un breve tiempo, la muerte y la Resurrección de Cristo, el pueblo guaraní optó por darle mayor relevancia a la festividad de la Vida sobre la muerte. En eso tienen mucho que ver ciertas creencias míticas en la vida después de la muerte, en especial aquel de la Tierra sin Mal a la que se llegaría triunfalmente después de alcanzar la aguyjé, la perfección.