Sylvina Goerling en el Yaparí

jueves 12 de marzo de 2020 | 5:00hs.
Lo cotidiano se vuelve mágico cuando dejamos de ver para mirar. La mirada construye la realidad. Creo que en este caso la maestría de Sylvina en la mirada, en la búsqueda años de encontrar la motivación para poder expresar su espiritualidad está en lo que todos vemos y pocos miran. Sylvina, en este caso, tiene el privilegio de mirar – pues el mirar siempre es cultural-  y con el lenguaje de su arte, de la pintura y sobre todo del dibujo, en los trazos simples, a veces indeterminados y expresivos, es la encargada que miremos lo que nos rodea en lo cotidiano.
Ella habla de invisibilidad de las mujeres paseras, villenas que caminan siglos entre fronteras, en general habla, nos dice, porque no decir nos grita con sus dibujos que los nadies, que son los muchos, estas invisibilizados, discriminados, ausentes en nuestras conciencias. Sus dibujos me hablan de que somos construidos por los otros y nada somos sin el otro, al buen decir de Juan Gelman. No los vemos porque no queremos ver la realidad fuera de nosotros, de nuestro entorno inmediato o mejor los vemos, pero no miramos su realidad social que es también la nuestra y que ellas, las villenas expresan sin gritar. Mujeres de siglos, mujeres de siempre, paraguayas, argentinas, ¿acaso importa la nacionalidad?, mujeres invisibilizadas, excluidas y discriminadas en las calles posadeñas, encarnacenas, en el paso fronterizo estigmatizadas. Detrás de los dibujos de Sylvina veo lo que escribo, detrás de las frutas, de los encuentros, de la ropa tendida, de los canastos, de su posición de cuclillas en las veredas, miro a las mujeres. Hace un tiempo escribí que en nuestro país los santos son estampitas y ahora digo que estas villenas mujeres son paisaje invisible. Los dibujos, los colores de Sylvina nos traen a la conciencia eso que no miramos porque nos duele, nos lastima, y porque duele y lastima nos da la posibilidad de transformar el medio ambiente. Sin mirada no hay transformación posible. Creo que el aporte de Sylvina es justamente dar pie a una transformación que trasciende el arte, que nos muestra una realidad de pobreza que se hace costumbre y nos pintoresca es denigrante, de exclusión, de desaparición.
Así que vale ir al Yaparí a miran de que nos hablan los dibujos de Sylvina Goerling, no para sufrir sino para aprender a mira y a convertir la fruición del arte en conciencia social. El arte es la mejor expresión del espíritu humano y es una buena oportunidad de sentirlo en el Yaparí.

Negro Cárdenas
Posadas
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