José Garibaldi y su odisea entrerriana

viernes 28 de febrero de 2020 | 5:00hs.
Por Alfredo Poenitz

Por Alfredo Poenitz Historiador

Giuseppe Garibaldi fue el gran artífice de la Unidad Italiana a principios de la década de 1860, con la conquista de Sicilia con sus “Camisas rojas”, isla pretendida por los piamonteses y a la que Garibaldi integró al reino de Cerdeña consolidadando la unidad de la península italiana bajo el reinado de Víctor Manuel.  
Don Giuseppe un cuarto de siglo antes de esa histórica hazaña se vio obligado a huir de Italia por participar siendo muy joven en el frustrado intento de Mazzini por expulsar a los austríacos de la dominación austríaca en 1835. Por esa razón se fugó a América recalando en primer lugar en Río de Janeiro. Brasil entonces se hallaba en plena convulsión por la “revolución Farroupilha”, intento separatista de Rio Grande do Sul y Santa Catarina, que habían formado la República Riograndense durante diez años entre septiembre de 1835 y marzo de 1845, movimiento republicano al que inmediatamente adhirió, a sus 28 años don Giuseppe Garibaldi. El gobierno riograndense le otorgó patente de corso que lo autorizaba a apropiarse de cuanto barco de guerra o mercantes del Imperio del Brasil circulasen por los mares. Con ese derecho apresó un barco mercante que transportaba café en las cercanías de la isla Santa Catalina. Apodó al barco apresado con el nombre “Farroupilha”, con el cual se dirigió hasta la Banda Oriental con las intenciones de vender la mercadería, pero, como el gobierno oriental no reconocía la independencia de Rio Grande, fueron tratados como piratas y se ordenó la captura de Garibaldi cuya nave fue alcanzada en la zona del delta del Paraná logrando huir con el barco casi destruido río arriba. Lograron amarrar en Puerto Ruiz, cerca de Gualeguay, donde se hallaba casualmente el gobernador Pascual Echagüe quien ordenó el arresto de todos los corsarios pero dándoles el pueblo como cárcel, donde se atendió a los heridos en la dura batalla. Entre ellos el propio Garibaldi que tenía una herida en el cuello. 
Según escriben algunos autores en Surcos en la historia. Historias civiles y militares de los argentinos, una muy destacada revista virtual de historia argentina,  Garibaldi permaneció en Gualeguay durante seis meses siendo atendido por el propio médico del gobernador Echagüe. La mayoria de sus tripulantes se retiraron hacia Paraná o Buenos Aires abandonando a su jefe quien quedó sin hombres y sin barco en Gualeguay. Encima, a fines de 1837, el Emperador del Brasil ordenó a Rosas que extraditara a Garibaldi para su ejecución en Rio de Janeiro. Garibaldi, enterado de esta nefasta noticia huyó de Gualeguay protegido por un vecino comerciante, don Bernardo Gallo, con quien Garibaldi había hecho muy buena amistad, sobre todo por ser ambos masones y liberales. Le proveyó de cabalgaduras, dinero y un contacto en la isla de Ibicuy, en el delta, hacia donde se dirigió, con tanta mala fortuna que fue nuevamente apresado y muy maltratado por quien fuera el jefe de Policía de Gualeguay, un hombre tosco, violento y, sobre todo antirepublicano, lo que acentuaba su odio hacia don Giuseppe. Fue colgado de un solo brazo de una viga durante horas, recordando en sus memorias para siempre este suplicio Garibaldi quien indica allí que los dolores padecidos le dejarían secuelas de por vida en su brazo. La intervención de vecinos influyentes incluida una dama del patriciado del sur entrerriano, con quien la memoria oral afirma que el héroe italiano estuvo de amores, impidió la muerte de Garibaldi en ese momento. Apresado en Paraná, durante unos meses, aparentemente con la anuencia de Echagüe fue liberado para dirigirse a Montevideo desde donde regresó a Rio Grande a reencontrarse con sus tropas rebeldes.
Años más tarde, en 1841, Garibaldi  retornó a Montevideo para intervenir en su defensa, asediada por las tropas de Oribe y combatir a la Confederación Argentina. Un año después fue derrotado por la flota argentina de Guillermo Brown en Costa Brava. No obstante no se retiró de Montevideo donde formó la “Legión Italiana” con el fin de defender la ciudad en contra de la Confederación de Rosas. 
Durante el bloqueo anglo-francés del río de la Plata, y con el fin de contribuir a aislar la Mesopotamia argentina del resto de la Confederación, Garibaldí remontó el río Uruguay hasta la ciudad de Concordia atacando los asentamientos y poblaciones de la costa uruguaya en manos de los oribistas. La flota estaba conformada por 700 hombres de la Legión Italiana, 200 de la infantería uruguaya y 100 jinetes. Pero estaban tan desprovistos de víveres que Garibaldí decidió realizar una acción de piratería ocupando y asaltando Gualeguaychú, floreciente ciudad comercial entrerriana que contaba con 4000 habitantes.   
El 20 de septiembre de 1842, las tropas invasoras, llevando un abundante y variado botín , evacuaron Gualeguaychu, apropíandose de más de 150 caballos. Junto con estos bienes  las huestes de Garibaldi “reclutaron”,  3 goletas cargadas de carbón y leña, 1 bergantín, 10 chalanas una ballenera y numerosas lanchas y canoas, con las que Garibaldi se dirigió a Salto para cumplir su misión estratégica.