“Crié a mi hija detrás de una reja, hay cosas que nadie me va a reponer”

jueves 06 de febrero de 2020 | 6:00hs.
Celia Rojas
Celia Rojas
Carlos Cardozo

Por Carlos Manuel Cardozo fojacero@elterritorio.com.ar

Cecilia Rojas (37) encontró su barrio y la ciudad muy diferentes. Hoy pasa horas con su hija, su hermano y su padre, sale a caminar, va al gimnasio y no se olvida de quienes la acompañaron. Tiene mucho que decir y, confiesa, aún le dura la bronca y la indignación. Después de estar catorce años  tras las rejas, en diciembre último la Justicia le dio la razón y hace poco más de un mes es una mujer libre. 
Junto a Cristina Vázquez (37) fue absuelta por la Corte Suprema de la Nación en un fallo que fue muy crítico con la Justicia misionera, que las había condenado en 2010 a prisión perpetua el homicidio de Ersélide Dávalos (79). La condena fue apelada en varias oportunidades e incluso el Superior Tribunal de Justicia la ratificó tras una orden de la Corte de que la revise. 
La posadeña,  que cumplió los últimos cuatro años de encierro en Ezeiza, Buenos Aires, pasa sus días junto sus cercanos en su casa de la capital provincial. Allí recibió a El Territorio y dio una entrevista exclusiva en la cual señaló con dureza al sistema judicial, al Servicio Penitenciario y el Estado. 
Detalló que, en la actualidad, el flamante Ministerio de la Mujeres, Género y Diversidad se está encargando de gestionar una ayuda económica y asistencia psicológica en Buenos Aires. “Allá, a más de 1.200 kilómetros, se preocupan por nosotros y acá no”, insiste, aunque aclara que ningún monto le va a devolver los años sin libertad o sanar los señalamientos de la sociedad y el bullying a su hija. 
En los últimos días visitó a los integrantes de la Comisión Provincial de Prevención contra la Tortura y los acompañó a visitas a la Unidad Penal V de Mujeres de Miguel Lanús. Esa actividad también la hizo sola, ya que asistió a los días de visita para ver y apoyar a ex compañeras. Siente que desde su experiencia y lugar puede dar una mano para mejorar la vida de las internas.  
“Yo veo tanta gente que necesita una mano y que nadie la ve, como me pasó en su momento. Claro que no son todos,  quienes cometieron sus delitos deben pagar, pero no debes torturar a la personas. Hoy entro al penal y veo lo mismo de siempre, no cambio nada. No están capacitados para tener internas”, describió. 
Por esas misma razones cumplió sus últimos años de encierro en Buenos Aires. La cárcel en Miguel Lanús era “muy precaria” y como su marido era de allá consideró que iba a tener más chances de visibilizar y pelear su injusta detención. “Allá la pasé mejor, cobraba un sueldo por trabajar, mi familia no podía ir siempre pero estuvo presente”. 

Su hija 
Antes de esos largos catorce años, Cecilia fue detenida y liberada, por los propios vaivenes del proceso, en varias oportunidades. Y en esa vorágine, lo que más lamenta es haberse perdido el crecimiento de su hija, que fue criada por sus abuelos -su mamá murió en 2003, cuando estaba presa-  y hoy es una joven de 20 años.  
“La dejé cuando tenía 5 años, ella iba al jardín. Todos los miércoles me la llevaban al penal y la fui criando detrás de una reja. Hoy la veo grande y tengo que acomodarme a ella”, describió. Agregó que tuvo que tener cuidado para no transmitirle sus miedos por lo ocurrido. 
Aún le quedan las fotos de la infancia de su pequeña, que repasa con emoción. Respecto a esos acontecimientos familiares Cecilia dijo que “en una parte me mataron en vida. Hay cosas que no quiero ni mirar porque siento que es algo que nadie me va a reponer; el día de mañana sé lo que tengo que hacer legalmente, pero la plata no hace a la persona y no compra la felicidad”. 
“¿Y todos los años que me perdí con ella? Su primer novio, una muela que le salió, cuando estaba engripada y necesitaba que su madre le de un té, que le acaricie el pecho, que le de contención. Esas cosas no vuelven, a mi nadie me lo va a reponer”, agregó con ojos rojos. También contó que la joven recibió acoso escolar en la primaria y el secundario. 
“Hoy día nadie me está ayudando -siguió- , si yo no tuviera a mi familia nadie me estaría ayudando. El Estado provincial está recontra ausente en todo lo que pasó, nos imputaron un delito por el cual fuimos condenadas y nadie verificó la causa, nadie se preocupó por nada. Debería mandarme un asistente social para decirme cómo estás, qué pasó, te damos una mano”, repitió en varias oportunidades.

La liberación
Cecilia también contó sobre cómo se enteró sobre su liberación, que ocurrió el 27 de diciembre del años pasado, cuando ya estaba gestionando sus salidas transitorias. Días antes había llamado a unos de los secretarios de la Corte Suprema, quien le sugirió que vuelva a comunicarse en marzo porque la feria estaba a punto de empezar y aún estaba en tratamiento su caso. 
Pero en una de sus comunicaciones diarias con su padre llegó la buena nueva. Al día siguiente, después de unas horas de retraso debido a que el oficio de liberación lo mandaron a otra cárcel, salió del penal de máxima seguridad por la tarde. “Esa noche no pude dormir, porque me decía ‘¿será?’”. Ya había pasado por esa situación, de pensar que era su momento de partir, de celebrar, de darle sus pertenencias a las compañeras para después volver a la oscuridad de una celda. 
Como mujer libre repasa su caso y se pregunta quién hace justicia por los errores de la Justicia: “Estos jueces que nos condenaron siguen condenando gente que están en la misma circunstancia que yo, sin sentencia firme. Le condenan por la cara, por la sociedad, porque son pobres, o porque estuvo a dos cuadras del hecho. ¿Por qué? Para surgir ellos.”
“Contra mí cometieron un delito - reclamó efusiva- , porque no se puede privar a alguien de su libertad sin pruebas. No había ningún indicio, no había nada. No podes poner a todos en la misma bolsa, no sabían ni los supuestos roles de cada uno en el crimen. A mi la misma persona que me tomó la declaración después me condenó - por la jueza Marcela Leiva-. No puede ser eso”
La mujer detalló que aún no se encontró con Cristina Vázquez (37), pero espera que luego de un viaje a Buenos Aires puedan sentarse a charlar. Agradeció mucho la ayuda de Asociación Pensamiento Penal (APP), del Ministerio de las Mujeres y los abogados defensores que estuvieron trabajando en la apelación ante el máximo órgano judicial del país. 


Un fallo histórico y las duras criticas

Los ministros Carlos Rosenkrantz, Elena Highton, Juan Maqueda, Ricardo Lorenzetti y Horacio Rosatti consideraron procedentes las apelaciones presentadas por ambas imputadas y efectuaron severos llamados de atención para el Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Misiones. Tras enumerar los errores y las contradicciones detectadas en la valoración de las pruebas efectuadas por el tribunal que condenó a Vázquez, la Corte señaló que la posterior revisión del STJ fue “deficitaria”, además de “sesgada y parcial”. En el párrafo 17 del fallo consta que “las circunstancias expuestas como déficits que presenta la revisión -insuficiente- efectuada por el a quo, incumpliendo de ese modo con lo resuelto por este máximo tribunal, ponen en evidencia la gravedad de lo acontecido en este proceso, donde, casi sin esfuerzo, es posible constatar que las versiones de descargo de las acusadas no fueron examinadas con la exhaustividad que el caso exigía”. Acto seguido recuerda el valor del principio de inocencia que rige en el país según la Constitución Nacional y en el párrafo 19 añaden que “el caso que por segunda vez es aquí traído a los estrados de esta Corte resulta ser un claro ejemplo de un proceso indebido en el que se negó la vigencia del principio de inocencia y la aplicabilidad del in dubio pro reo (beneficio de la duda).