El comercio yerbatero y la urbanización en el río Uruguay

viernes 25 de octubre de 2019 | 5:00hs.
Alfredo Poenitz

Por Alfredo Poenitz Historiador

El comercio yerbatero desde las Misiones hasta Buenos Aires promovió la formación de nuevas entidades urbanas que se alinearon a ambas márgenes del río Uruguay, durante los siglos XVIII y XIX, sobre todo a partir de la expulsión de los Jesuitas.
Francisco de Bucarelli, gobernador de Buenos Aires y ejecutor de la orden de expulsión, debió reorganizar la vida administrativa y económica de los treinta pueblos misioneros. Instaló gobernador y administradores civiles y sacerdotes de otras órdenes para la atención espiritual de la población guaraní-misionera. Para poder pagar los sueldos y gastos de la administración fiscal, los tributos al Rey y obtener otros recursos para la Corona, Bucarelli estableció un ordenamiento económico novedoso. Cada pueblo debía preocuparse por producir excedentes para remitirlos a Buenos Aires donde se creó una Administración Central. Si bien pudo enviarse algún poco de tabaco, lienzos de algodón, cueros y sebo, más del 90 por ciento de lo que se remitía consistía en yerba mate. El mercado consumidor, siempre creciente, no se saciaba con la yerba que se le remitiese. Desde Buenos Aires se enviaba también por vía marítima a Chile, Perú y costa meridional del Brasil. El producto era imperecedero, siempre que se lo protegiese de la humedad y su transporte no requería mayores cuidados por tierra ni por agua, si el cuero y el embalaje eran suficientemente herméticos. A estos bolsones de cuero se los denominaba tercios o sobornales. Por eso la yerba obtenía precios muy compensatorios para sus productores y para todos los que intervenían en su comercialización y transporte.
La dificultad principal surgió en el primer tramo del itinerario yerbatero por ausencia de rutas a lo largo de territorios prácticamente baldíos. Los pueblos cercanos al Paraná concentraban sus envíos en Itapúa (hoy Encarnación) o en galpones instalados cerca de los saltos del Apipé. Las embarcaciones tenían puntos de apoyo en Corrientes, Santa Fe, Bajada del Paraná, San Nicolás hasta llegar al Tigre donde se desembarcaban los productos.
El problema existía en los pueblos yerbateros de la cuenca del Uruguay porque no tenían buenos caminos hacia la vía del Paraná y porque desde Yapeyú al sur no existía ninguna población para apoyo de los transportistas. Se organizó entonces, a partir de 1769 una nueva ruta que tuvo por eje al río Uruguay. Yapeyú fue el centro. En carretas o por medio de tres embarcaciones que poseía esta comunidad, llegaban a Yapeyú los cargamentos de los pueblos. Desde allí, en cincuenta carretas bajaban las cargas hacia los Saltos Grande y Chico (donde hoy está Concordia), donde se ordenó levantar una población que se llamó San Antonio del Salto Chico. Desde allí en balsas y barcazas se enviaban las cargas de yerba hasta el Tigre. En febrero de 1776, por acto personal del Teniente de Gobernador del Departamento de Yapeyú, don Juan de San Martín, padre del Libertador de América, quedó fundada la capilla y puerto de Paysandú, que tuvo el doble propósito de servir de base para el faenamiento y explotación de cueros de la Banda Oriental y para servir también como punto de recalada a las embarcaciones que venían desde el Salto Chico. Entre enero y julio de 1777 fundó también don Juan las estancias que sirvieron de punto de apoyo por tierra de la ruta de la yerba. Ellas fueron San Gregorio, que con el tiempo se transformó en la actual ciudad de Mocoretá, Concepción del Mandisoví, hoy Federación, La Merced (actual Monte Caseros) y Jesús del Yerúa, al sur de la ciudad de Concordia.
Esos pequeños poblados fueron verdaderos pioneros en el poblamiento rural de la Mesopotamia central. Paysandú fue creciendo sin pausas y Mandisoví, de simple estancia y posta llegó a convertirse en un pueblo relativamente importante cuya existencia legalizó don Manuel Belgrano por decreto del 16 de noviembre de 1810. San Antonio del Salto Chico, a su vez, además de puerto yerbatero se constituyó en el primer centro agro-industrial de la Mesopotamia, al instalarse allí, en la década de 1790 un saladero destinado al abastecimiento de carnes saladas a la Marina real española.
Es así como, con la obra colonizadora de Juan de San Martín, no sólo se formalizó la ruta oriental de la yerba que promovió la fundación de ciudades que hoy son importantes en la Mesopotamia, sino que amplió la frontera meridional de las Misiones al sur del río Miriñay con lo cual es justo decir que tanto el sudeste correntino como el nordeste entrerriano fueron poblados y colonizados en su origen por pobladores guaraní-misioneros en los tiempos posteriores a la expulsión de los Jesuitas.
La destrucción de los pueblos misioneros en la década de 1810 interrumpió por un tiempo este tráfico yerbatero que cobró nuevo impulso a partir de 1830 durante la administración paraguaya del territorio misionero, tema de otro artículo por sus características particulares y diferentes a las expuestas en este relato