"Uno de mis grandes desafíos es generar reflexión"

domingo 15 de septiembre de 2019 | 5:00hs.
"Uno de mis grandes desafíos es generar reflexión"
"Uno de mis grandes desafíos es generar reflexión"
Andrés Paredes se ha convertido en un joven embajador del arte misionero por el mundo. Sus seres alados, nutridos de naturaleza e imaginación trascendieron los límites de una región de frontera.
Acerca de sus referentes y sus metáforas, entre otros tópicos habló el apostoleño especializado en artes visuales. 

¿Quiénes fueron y son tus referentes? ¿Hoy puede decirse que tenés una identidad propia?
Siempre desde el principio y hasta ahora, el primero y principal es Henri Mattise, que es un artista que me gusta mucho porque traduce la alegría. Creo que a lo largo de la carrera uno va cambiando los referentes, y viendo dónde mirar. Yo miro diferentes áreas y me nutro mucho de procesos artesanales, como el calado artesanal folclórico de una técnica suiza, y empezar a trabajar la obra; o del modelado en arcilla pasar a grandes instalaciones. Y, en ese sentido, esos elementos son los que signan también mi obra y le dan identidad, que está íntimamente relacionada con los que son mis recuerdos en la provincia de Misiones. Son recuerdos en el monte, de la siesta, y trato de comunicar eso tanto en los papeles calados como en las instalaciones. Creo que eso es lo que marca la identidad de mi obra.

¿Y de qué se trata eso de encontrar en el universo de las manifestaciones del arte, una identidad, una manera de hacer y de reflejar el mundo y cuál sería ese mensaje?
Me pasa mucho que todas mis obras tienen que estar hechas a mano, tiene que haber algo del hacer manual y tiene que ver con una relación intrínseca con la armonía y la belleza, y contar, a través de esos parámetros, relaciones metafóricas entre la naturaleza y lo que nos sucede a nosotros. Hasta ahora fue lo que pasaba en la selva, en la naturaleza de Misiones, en los paisajes, en los habitantes, o en los insectos que viven ahí. Siempre va siendo una relectura contemporánea de ese paisaje. Creo que uno de los grandes desafíos hoy es poder generar, a través de mis obras, algo de pensamiento, de reflexión y sobre todo una búsqueda con uno mismo, un espacio de introspección personal.   

Tus obras, las más conocidas, las que están en la cabeza de quienes recorrieron tus exposiciones, están construidas de grandes alas -aunque son digamos animales muy modestos si se quiere- una chicharra, una mariposa. ¿Qué  te llama la atención de estos insectos que son parte de la naturaleza de Misiones pero que no tienen por ejemplo la imponencia del yaguareté, del puma?
De todos los animales que habitan en la selva yo sólo elijo aquellos que pasan por grandes procesos de transformación. Es decir, que nacen de una manera y mueren de otra manera, completamente diferente. Y, en este proceso de transformación, me gusta sentar la gran metáfora que todo ser humano aspira, que es el deseo de “redefinirse”, de reencontrarse, de poder reinventarse. Por eso, elijo insectos que pasan por grandes procesos como las mariposas, que nacen de huevos, pasan por un período de oruga hasta transformarse en mariposa. La libélulas también y principalmente las chicharras, que para mí traen un mensaje muy interesante, porque justo se transforman radicalmente a fin de año, que es donde uno está con más ganas de empezar una etapa nueva. Entonces, para mí son metáforas de esas Navidades o Año Nuevos, donde justamente las cigarras empiezan a cantar, después de haber pasado por muchos procesos. Para mí la idea de poder hacer una reflexión a partir de esa transformación y de animarnos nosotros mismos a poder transformarnos y elegir quién querramos ser me parece interesantísimo. Y, por supuesto, a nivel conceptual agiganta todo lo que es el insecto.

¿Cuánto de la producción del artista está basada en su entorno, en lo que conoce, y, cuánto es fruto de una necesidad de expresar algo universal?
Yo trabajo con una región que está delimitada por lo que son mis propios recuerdos y los de mis antepasados, y tiene mucho que ver con una tierra de fronteras, atravesadas por ríos y arroyos. Viví en Brasil cuatro años y pasé muchas veces por el río Uruguay, y me nutro de todo ese territorio de frontera, de Argentina, Brasil y Paraguay. También tengo dos abuelos paraguayos y reconozco, dentro de mi hacer manual, mucho de la tradición paraguaya de los bordados, de las manualidades. Me encanta poder explorar y definir como mi marco teórico, justamente, dentro de lo que eran la región de las antiguas misiones jesuíticas. Creo que mi trabajo también, de alguna manera, explora el barroco americano, se inspira en obras y en instalaciones, no tanto en los papeles sino cuando trabajo con barro ñaú y amatista, y con musica original, como si fuese una puesta escenográfica barroca, con la iluminación muy cuidada. Y cuento historias mías, que tienen que ver con eso, como decía León Tolstoi: “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, y para mí delimitar esa área, trabajar inspirado en ese lugar es un poco eso, empezar a comunicar y transmitir cosas que son muy mías, y recuerdos muy personales pero que a su vez se vuelven universales al mostrarse. Me pasó de trabajar inspirado en la selva paranaense, con calados muy intrincados, y cuando la expuse en Medio Oriente, en varios lugares se produjo una relación que para ellos era muy natural con sus propios grafismos.Y para mí tiene que ver con eso, con lo que nos hace únicos y nos da identidad, que es trabajar sobre nuestras raíces y de dónde uno proviene e investigar sobre eso también. 

¿Existe tensión o encuentro entre esa tierra conocida de uno y lo que llamamos “universal”? ¿por cuál de los dos conceptos o cosmovisiones se inclina el artista Paredes? ¿Se puede escapar de la selva?
 La naturaleza es tan exuberante en Misiones que creo que es casi imposible trabajar sin ella. Trabajás a favor o trabajás haciendo algo que no tiene nada que ver, pero pensando en que no querés usar esa naturaleza, entonces de alguna manera la estás utilizando. Para mí, el haber nacido y el haber vivido en una libertad absoluta en Apóstoles, rodeado de vegetación, animales, y colores de la naturaleza me marcó para siempre, y donde yo vuelvo no es precisamente a un lugar físico porque esos lugares van cambiando y cuando uno vuelve no es igual. Pero, sí vuelvo al recuerdo de haber estado y haber sido feliz en esos lugares, y ahora vuelvo mucho a esos momentos de felicidad.

¿Dónde estás radicado hoy? 
Actualmente, tengo un taller en Apostóles y otro en la ciudad de Buenos Aires, en el Distrito de las Artes en la Boca. Está muy cerca de la Usina del Arte, y es donde estoy produciendo más. Vine a producir. En los dos últimos años, estuve haciendo una gran producción para una institución privada que me hizo una encomienda de muchísimo trabajo y por su magnitud tenían que ser hechas acá. Hoy con mi familia (mi pareja y mi perro) estamos viviendo en Barracas, y viajo a Misiones un poco menos de lo que me gustaría, pero cada vez que voy me gusta encontrarme con mis lugares en el mundo que son el arroyo Chimiray, en Apóstoles; o el Peñón del Teyú Cuaré, y otros que son míos y me gusta guardarmelos para mí.

¿Se puede vivir del arte?
Yo creo que un poco hay que aprender a vivir del arte. Para mí ser artista, o pensarme artista es justamente eso: una manera de vivir y pensar la vida. De poder organizarme en tiempos diferentes, y de una manera totalmente diferente de lo que es una rutina, por más que uno tiene una rutina de trabajo. Pero, creo que hoy es bastante difícil poder mantenerse económicamente con la venta de una obra, a mí me ayudó mucho el hecho de tener diferentes patas, en galerías muy buenas en Buenos Aires, Estados Unidos, y en Europa, que es donde por suerte me está yendo bastante bien. Con respecto al arte en Misiones, tengo grandes amigos que me encantan sus obras. Creo que en la Facultad de Arte de Oberá se forman grandes talentos. Es un lugar donde uno va a aprender técnicas, y realmente descubro a través de las redes trabajos de artistas que recién se están formando y me parecen increíbles. Hay toda una nueva generación de artistas jóvenes que me encanta como trabajan. Si tuviera que nombrar, nombraría a dos: Iara Kaumann y Matías Rivas, que están con curiosidad y con ganas de explorar nuevos territorios que eso es lo más importante, porque la curiosidad en el arte es todo, descubrir cosas nuevas